La confianza es un sentimiento que valoramos mucho porque nos permite planificar y realizar muchas actividades que requieren gran estabilidad mental y emocional. Si los cimientos de una casa son débiles, un fuerte temblor podría echarla abajo como un castillo de naipes. Pero si están bien edificados, no solo soportará bien los embates de la naturaleza, sino proveerán seguridad a sus ocupantes.
Igualmente ocurre con la oratoria. La confianza en uno mismo, que se desarrolla al experimentar los excelentes resultados de aplicar adecuadamente las técnicas, forma parte esencial de los cimientos del carácter y la personalidad del orador competente.
Podríamos compararla con el respaldo que uno acumula con sus estudios. El conocimiento, la práctica y la sabiduría que le proveen los años de experiencia respaldan cada nuevo paso, cada nueva decisión, cada nuevo éxito cuando toma la palabra ante un auditorio.
Así como los cimientos de un complejo de edificios de inteligencia militar son más fuertes y poderosos que una casa común y corriente, la información que uno va acopiando forma una capa impermeable de confianza y seguridad que nadie puede derribar con dogmas y leyendas que no conducen a nada.
Por ejemplo, muchos estudiosos consideran la teoría de la evolución como un hecho comprobado e irrefutable, y muchos siguen sus pasos suponiendo que nunca trastabillarán. Pero ¿la comprobaron por sí mismos realmente, o están siguiendo tras una ilusión?
Si fuese cierta, se esperaría encontrar algún apoyo o respaldo en la evidencia dejada por el registro fósil de miles de años de antigüedad. Pero del registro fósil todavía no ha emergido ninguna prueba válida de que un género de vida evolucionó a otro género de vida. Solo hubo variaciones naturales dentro de especies similares. En ningún caso un cambio de género.
No es que sea escéptico. No tiene nada que ver con el escepticismo. Estoy permanentemente abierto a la evidencia, cuando sea que aparezca, pero mientras tanto, el análisis pragmático me impide aceptar como cierta una teoría que, por muy interesante e impresionante que parece, nunca ha sido demostrada. (Ver "La Ley del Sandwich" en el menú "Artículos")
El conocimiento y la información que uno introduce en su mente afecta y modifica su mentalidad, es decir, su forma de pensar, sus valores, sus actitudes, sus metas en la vida y sus métodos para alcanzarlas. Cuanto más seguro está uno de sus conocimientos basados en las evidencias, tanto más firme puede estar ante cualquier auditorio.
Si uno va a viajar por terreno desconocido, lo menos que debe hacer es tener mucho cuidado al diseñar un plan para llegar a su destino. Si no procede con cautela, su interpretación del mapa, sus recursos y sus plazos podrían terminar en un fracaso total, ya sea llegando a otro lugar, perdiendo tiempo, esfuerzo y dinero o, si es que no pierde la salud, perdiendo la vida.
De la misma razón, la información y el conocimiento son los cimientos que soportan y respaldan todas las actividades de un orador, desde su preparación hasta la presentación de su obra.
Su oratoria resulta eficaz o ineficaz dependiendo del respaldo de los conocimientos que ha adquirido, tanto sobre las técnicas apropiadas a cada ocasión como sobre la materia acerca de la cual hablará.
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Si fuese cierta, se esperaría encontrar algún apoyo o respaldo en la evidencia dejada por el registro fósil de miles de años de antigüedad. Pero del registro fósil todavía no ha emergido ninguna prueba válida de que un género de vida evolucionó a otro género de vida. Solo hubo variaciones naturales dentro de especies similares. En ningún caso un cambio de género.
No es que sea escéptico. No tiene nada que ver con el escepticismo. Estoy permanentemente abierto a la evidencia, cuando sea que aparezca, pero mientras tanto, el análisis pragmático me impide aceptar como cierta una teoría que, por muy interesante e impresionante que parece, nunca ha sido demostrada. (Ver "La Ley del Sandwich" en el menú "Artículos")
El conocimiento y la información que uno introduce en su mente afecta y modifica su mentalidad, es decir, su forma de pensar, sus valores, sus actitudes, sus metas en la vida y sus métodos para alcanzarlas. Cuanto más seguro está uno de sus conocimientos basados en las evidencias, tanto más firme puede estar ante cualquier auditorio.
Si uno va a viajar por terreno desconocido, lo menos que debe hacer es tener mucho cuidado al diseñar un plan para llegar a su destino. Si no procede con cautela, su interpretación del mapa, sus recursos y sus plazos podrían terminar en un fracaso total, ya sea llegando a otro lugar, perdiendo tiempo, esfuerzo y dinero o, si es que no pierde la salud, perdiendo la vida.
De la misma razón, la información y el conocimiento son los cimientos que soportan y respaldan todas las actividades de un orador, desde su preparación hasta la presentación de su obra.
Su oratoria resulta eficaz o ineficaz dependiendo del respaldo de los conocimientos que ha adquirido, tanto sobre las técnicas apropiadas a cada ocasión como sobre la materia acerca de la cual hablará.
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