Cuidado con el engaño

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Todos hemos oído la palabra "desinformación" en las noticias. Pero muy pocos sabemos -o no tenemos muy clara- su trascendencia y lo que implica en el contexto de la "Agnotología". 

El presente artículo es una ampliación de la entrada "Agnotología", explicada en el Glosario del blog. Veamos.
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La "AGNOTOLOGÍA" se ha definido como la "tecnología de la desinformación y estudio de la ignorancia y de la distracción masiva". Y hay quienes la han llamado "arma de distracción masiva" y  "arma de destrucción masiva". Suena parecido, pero ¿distracción o destrucción de qué? ¡De la verdad! No obstante, ¿acaso la verdad puede ser destruida?

En realidad, no. La verdad puede ser obviada, minimizada, menospreciada, ocultada, distorcionada, coartada, aplastada, quemada en la hoguera y hasta bombardeada, pero siempre permanece intacta, sin ningún rasguño ni olor a humo.

Hay quienes distraen a la gente con datos o imágenes insidiosos, prejuiciosos, incompletos o malinterpretados para que la verdad no se distinga, pero no logran destruirla. Solo resulta en un ataque temporal y un desperdicio de tiempo y recursos. Es como darle una bofetada a un cactus. Examinemos por qué.

Si buscamos en un diccionario la palabra "desinformar", leeremos que significa "informar algo nuevo o diferente de manera intencional con el fin de obtener control". Y en parte es cierto. 

Pero ¿entiendes el papel que juega en el contexto de la agnotología? Si no la entiendes, seguirás viéndola con indiferencia, como si se tratara de una pieza o palabra suelta en el diccionario, como parte  de un mecanismo perpetuo que no sabes para qué sirve ni por quién fue diseñado.

Ha sido una palabra soslayada y hasta ignorada por mucho tiempo. De hecho, a veces se la encontró oculta de las miradas, como "entre las sombras", "entre bastidores" o "en el fondo de una cueva de un desierto".

Aunque tal palabrota podría interpretarse y usarse tanto para fines egoístas como altruistas, tiene una connotación más sutil y siniestra en los negocios, la política, las estrategias de inteligencia y otros campos.

Haz la prueba ahora mismo. Pregunta a alguien: "¿Qué es la agnotología?", probablemente te responda: "¿Qué?". Porque pocos la conocen. Por eso la ignorancia y la desinformación siguen medrando, manteniendo el ciclo vicioso de confusión y frustración colectiva que vemos en las noticias, entrevistas, libros, películas, etc.

Hay quienes conscientemente se valen de la agnotología y manipulan la información para generar duda, confusión y/o enfrentamiento a fin de favorecer un resultado parcializado. Censuran, reemplazan, suprimen, condenan, retiran o minimizan detalles que serían inconvenientes para la realización de cierto proyecto. Pero, ¿realmente lo logran?

En vez de animar a investigar con honradez y a poner las cartas sobre la mesa, socavan la verdad atacando la fuente de las ideas opuestas para favorecer a un lado en desmedro de otro. Mientras tanto, surgen más preguntas que respuestas y la confusión crece como la espuma.

Para el efecto, la parte interesada en salirse con la suya sin rendir cuentas ni dar explicaciones, diseña cuidadosamente cierta forma de pensar, la introduce y difunde mezclándola sutil, deliberada y astutamente con datos verdaderos o erróneos, minimizando lo que no le conviene y maximizando lo que arroja duda, incluso descaradamente.

Puede ocurrir a nivel científico o empírico, a puerta cerrada o públicamente, redireccionando la atención de la gente hacia un conocimiento sesgado, inexacto o torcido, en algunos casos descaradamente falso, que despierta curiosidad y genera duda, una sinergia autosustentable y autosostenible que facilita la manipulación de las ideas y los recursos.

En tal caso, las palabras ["autosustentable" y "autosostenible"] adquieren un carácter pernicioso porque el error se magnífica exponencialmente y se retroalimenta, no solo mediante argumentación, sino con todos los recursos disponibles. 

Los que ignoran todos los detalles llegan a oír, decir, promover y difundir abierta y fanáticamente la nueva mentira sin percatarse del error. Es una paradoja que, para colmo, cuenta con el beneplácito y apoyo de muchas de las víctimas. Aplauden el error y pisotean el razonamiento simple. 

Un efecto suele ser que cada vez más personas pierden la habilidad para distinguir entre lo que es real y lo que es falso, y más que eso, pudiera resultar en perder por completo el sentido de orientación natural, el instinto y el discernimiento.

En vez de buscar, investigar, observar y analizar los datos y paradigmas con mucho más cuidado, prefieren bloquear su interés en aquello que va contracorriente, en contra de lo que quisieran escuchar, prestando atención a lo que dice la mayoría, a lo que coincide con sus criterios o a lo que solamente es cierto en apariencia, vale decir, más agnotología. 

Más que eso, no solo se arroja una aparente, inocente y justificada sombra sobre la idea o concepto que se ataca, sino sobre la credibilidad y reputación de quien la origina, y con ello, la credibilidad de todo lo que provenga de la misma fuente. Se trata de una difamación calculada. 

Una vez sembrada la base para el prejuicio, estereotipo, dogma, creencia,  paradigma, moda, tendencia, costumbre, desprecio, odio o tradición, la idiosincrasia queda influida y se remueve la base para confiar en lo que realmente era confiable. 

Se la reemplaza con una teoría opuesta o diferente, con una especulación, opinión o suposición que en realidad no ofrece base para confiar. Surge una confianza engañosa, lo cual adelanta el propósito de quienes están detrás del plan. De esa manera, las propias víctimas se convierten en apologistas de aquello que les causa daño, y la agnotología arraiga y se disemina.

Pero solo por un tiempo, porque todo el tinglado es como haber armado un hermoso castillo de naipes. Beneficia a quienes se aprovechan, y las víctimas no tienen a quien reclamar porque ellas mismas participaron en armar el castillo o tinglado. 

Para cuando todos deciden prestar atención e interesarse en la verdad o despertar del engaño, por un lado los perpetradores ya están a buen recaudo y pasan casi desapercibidos, saliéndose con la suya, y por otro, las ovejas quedan todas trasquiladas. ¡Que se las arreglen como puedan!

¿Pero cómo y dónde empieza todo? Por ejemplo, podría ser que alguien lance una pregunta aceptable, luego un dato confirmado y finalmente una desinformación insidiosa, lo que da lugar a una duda razonable que confunde a quienes no poseen toda la información pertinente. Unos quedan cautivos de su ignorancia, otros lo piensan dos veces y deciden investigar a conciencia, y aún otros deciden cerrar sus oídos, evitando involucrarse, suponiendo que será muy difícil que se descubra lo que realmente está ocurriendo. 

Con agnotología, las típicas respuestas de "yo no fui, "no  me acuerdo", "eso no fue lo que  ocurrió", pueden volverse creíbles por un tiempo, o por lo menos insertar una duda razonable que libre de responsabilidad al atacante, estafador, abusador o culpable (pero solo hasta que el tiempo y la evidencia desbarata su coartada).

Sin importar el efecto específico que se produzca a corto o largo plazo, el objetivo suele ser desvirtuar, debilitar, ensombrecer o reemplazar la verdad, inclusive ocultando información, difamando, calumniando y pisoteando coactiva y descaradamente la ética y la moral con tal de obtener el ansiado beneficio, ganancia o ventaja egoísta. ¡Triunfa la mentira!

No se trata de simple desinformación debido a un descuido, error u omisión casual, ni a un empujoncito para ayudarnos a hacer lo que es correcto, sino a una campaña que se orquesta inteligentemente a fin de sacar ventaja de la ignorancia de los que no investigan y no logran ver [o no quieren ver] el cuadro completo, o de quienes simplemente se conforman con ver las piezas esparcidas de un rompecabezas o puzzle.

Es interesante que exista el significado y connotación de la palabra inglesa "Warfare: "Estado, situación o táctica con que un grupo refuerza su poder para facilitar la consecución de sus objetivos a corto, mediano y largo plazo por medio de atacar de manera sistemática a sus opositores, responsabilizándolos ante la opinión pública y distrayendo la atención a fin de convertirlos en los 'causantes' de todos los problemas." El típico resultado: La víctima tuvo la culpa (o por lo menos en parte).

En fin, cualquier forma que adopte la agnotología, se la reconoce porque induce a confusión y a contradicciones (reales y/o aparentes). Socava la credibilidad en la fuente confiable, aun científica y solvente, a fin de crear una sinergia que resulte en una pugna que permanezca en el tiempo. Es un asunto tan serio que algunos expertos la han definido como "estratagema de la manipulación".

Guardando las distancias y como acotación y salvedad, en Oratorianetmóvil no promuevo ni hago apología de la agnotología, tampoco de la coerción en ninguna de sus modalidades. Me baso en principios válidos y doy explicaciones claras basadas en razonamientos claros. 

Por ejemplo, la frase: "Si no sabes , cállate" no es coercitiva. Primero la explicó, animando a razonar con base en ella y luego decírsela al espejo, no a otra persona. Porque hablar en público sin investigar, indagar o siquiera preguntar se convierte en una desventaja si lo que quieres es persuadir.

Siendo que la expansión de la agnotología como ciencia aplicada a la comunicación ha llegado a ser tan abarcadora y a ser calificada disimuladamente como una superficial desinformación, simplemente considero oportuno alertar al estudiante de oratoria sobre algunos de los pros y contras , ya sea que quede expuesto a su influencia de manera involuntaria o intencional.

¿Nunca oíste a algunos reporteros, documentalistas y entrevistadores diciendo algo así como esto?: "Estamos expuestos a mensajes contradictorios, teorías conspirativas y a desinformación con las que se nos bombardea desde todos los flancos". 

Se refieren a algo que les parece orquestado para confundir y sacar provecho. Pero en ocasiones lo dicen sin percatarse de que ellos mismos ya están dentro de las fauces de la agnotología. Al no darse cuenta, sin querer contribuyen a la misma.

Es cierto que todo negocio se emprende para obtener un provecho. Eso es perfectamente legal. Pero es muy diferente lograrlo por medio de "confundir", "desinformar", "crear duda", "fomentar ignorancia", "minimizar cuestiones vitales, "conspirar" o entrar en un "contubernio". Pudiera tratarse de una estafa.

La agnotología también ha sido definida como "la ciencia del engaño mediante el uso astuto de la verdad". Y aunque una persona natural quizás la use en contra de otra de modo empírico, una empresa, consorcio, corporación o coalición podría usarla de manera intencional mediante los medios de comunicación como parte de una "Warfare" contra miles o hasta millones de personas. ¿Cómo defendernos de algo tan peligroso?

Por supuesto, en todo negocio comercial se suele competir resaltando las bondades del producto o servicio. Eso es ético y muy responsable. Pero la agnotología va más lejos y en profundidad con fines totalmente diferentes, un uso extremadamente egoísta de la argumentación y los recursos. 

Por ejemplo, la reputación de un hospital de prestigio se podría venir abajo con agnotología. Un solo paciente pudiera comenzar a esparcir una queja en sus reuniones sociales y en sus redes sociales porque se sintió discriminado, ofendido o desatendido. ¡Peor aún si la víctima es un comunicador social! Pero sería la debacle si el ataque viniera de una comunidad, corporación o entidad gubernamental.

Veamos un ejemplo sencillo de pensamiento equivocado:

"No solo fumar produce cáncer. Lo cierto es que investigadores y científicos han descubierto muchas otras actividades humanas que podrían derivar en cáncer". 

Esa declaración es cierta. Pero a partir de esa simple verdad, la falta de conocimiento, discernimiento y perspicacia de los que ignoran los detalles termina estrellando a todos contra todos, contribuyendo a la desinformación. Por un lado el perpetrador, por otro, sus víctimas. 

Es como la chispa con que se enciende e inicia un fuego que podría consumir un bosque. Sabemos que con una chispa sería más que suficiente. Es semejante a los efectos de un chisme o calumnia. Al esparcirse como plumas al viento, ¿quién podría recogerlas? Ya no se puede.

También conocida y usada como "arma de distracción masiva", la agnotología no solo socava la confianza en las fuentes, sino que puede contradecir descaradamente la realidad y los hechos demostrados. Tiene el poder de invertir los conceptos, obnubilar la percepción y desvanecer la esperanza, la objetividad y la perspectiva, implantando confusión para favorecer objetivos egoístas. ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Acaso será simplemente lo que me gusta o detesto? 

El efecto es que, al entrar en ebullición los sentimientos negativos (o positivos), lo malo deja de verse tan malo, y lo bueno, de verse tan bueno. El tolerante justifica irracionalmente su intolerancia, y muchos (o algunos) acaban dándole la razón; y el intolerante justifica irracionalmente su tolerancia. Entonces acaban dándole la razón. 

Una persona confundida puede ser más o menos fácil de conducir que una persona que sabe orientarse. Y dependiendo del grado de confusión también dependerá el grado de facilidad para manipularla. Se puede convertir en una víctima fácil. Pero si pone cuidado en lo que introduce en sus pensamientos y medita en ello, podría recuperar su instinto de orientación y ubicarse. No todo lo que pensamos nos da una orientación confiable.

Por ejemplo, alguien podría preguntar: "¿Por qué pensar que fumar hace tanto daño, o que sea peor que las demás causas de muerte? [una base válida para dudar]. ¡De algo hay que morir [es cierto que esa es otra verdad y una convicción]!". Y añade: "Mi tío fumó toda su vida y nunca le dio cáncer pulmonar, murió de otra cosa [lo respalda con un cuestionable cálculo de probabilidades, seguido de una conclusión]. Entonces, ¿qué decidimos? ¡Que podemos seguir fumando porque de algo hay que morir!". El final es un razonamiento torcido que se enquista en la idiosincrasia. 

Si mi perro tiene cola, dos orejas, dos ojos, un cuerpo peludo y bigotes, salta, corre y no discute, y mi gato tiene cola, dos orejas, dos ojos, un cuerpo peludo y bigotes, salta, corre y no discute, quedaré plenamente convencido de que mi gato es un perro? ¿Hay perros con bigotes? ¿Hay gatos sin cola? ¿Hay perros sin pelo? ¿Hay gatos que discuten?

Con esa lógica, basada en verdades y preguntas interesantes, se puede iniciar una cadena o serie de justificaciones que sustente un interminable conflicto entre premisas verdaderas y falsas en la mente de cualquiera. ¿Todo vale?

Una sensatez falsa puede generar confusión y dar lugar a emociones y discusiones en las que el más astuto suele ganar por cansancio o knock out, no porque verdaderamente tenga razón.

Es como "saltar de la olla a la sartén" y no sentir la diferencia. De manera parecida, la ignorancia, la duda, el rumor, la farsa, el desequilibrio, la polarización y las teorías conspirativas pueden sumarse, arraigarse, tomar el control y hasta llegar al punto de convertirse en una tradición o cultura que se retroalimente en el tiempo. 

Por tanto, no es un asunto leve. El que alguien persiga un propósito egoísta (sobre todo si resulta en daño) y se valga del engaño, astucia o fraude para lograrlo, inducirá a error y perjuicio a los agraviados.

Cuando se descubre el ardid, los autores, coautores, inductores, colaboradores, cómplices y/o encubridores quizás tengan que enfrentar cargos de responsabilidad penal, dependiendo del alcance, extensión y profundidad del daño. No hay soldado que en su trinchera no se haya replanteado sus razones para haber terminado en su situación, y que no haya descubierto quién lo metió en ella. 

¿Cómo hacer frente a la agnotología? Felizmente, no afecta por igual a quienes acostumbran a pensar con claridad: "¿Acaso el que el tío haya fallecido de otra enfermedad significa que fumar haya sido bueno, o que no haya contribuido indirectamente a la causa de su muerte?". La potencia o trascencencia del efecto de un engaño también podría depender de la ingenuidad o falta de prudencia de la(s) víctima(s). 

La agnotología no es nueva, salvo por su nombre. Es más antigua que el arco y la flecha. Basta una pregunta, una premisa o una hipótesis bien calculada para echar a andar una figurativa máquina perpetua de dudas que nutrirá la ignorancia, la desinformación, el control y el poder entre bastidores. Siempre se la ha usado.

La novedad consiste en que en el siglo 20 se le dio el nombre de Agnotología y fue reconocida, aceptada, definida e investigada como materia y ciencia universitaria. A comienzos de los años 80 se desarrolló formalmente como un conocimiento y recurso.

Se ha afirmado que resultó del contubernio, secretismo y colusión entre fuentes de poder que defendían y/o promovían intereses mutuos. Pero como concepto general, y por extensión, era aplicable a casi cualquier actividad, estrategia y campo.

Según manifestó el estadounidense Robert Proctor, investigador y profesor de Historia, Ciencia y ía de la Universidad de Stanford, la agnotología fue una "creación deliberada de ignorancia". Tanto la gente entendida como la no entendida podía caer en la trampa si no ejercía precaución al "sacar sus propias conclusiones" (¿nos suena familiar esa frase). 

De ese modo, la desinformación, la ignorancia, la duda, la farsa, el chisme, los rumores, la calumnia y la confusión se podrían usar egoístamente como palanca, pivote o herramienta de poder y control. Se procuraría a propósito que se sacaran conclusiones apresuradas, incorrectas, erróneas o engañosas.

Cualquier argumento que arrojara luz, aclarara la desinformación o disipara la ignorancia, destaparía una Caja de Pandora o una olla de grillos, desde insultos, condenas, estigmas y anatemas, incluso coerción, represión y proscripción (por decir lo menosde parte de quienes estuvieran detrás del ardid. 

¿No le ocurrió a Galileo en 1633, el famoso padre de la ciencia, física y astronomía, que fue condenado por los tribunales de su tiempo a vivir confinado hasta su muerte? ¿Acaso le sirvió de algo que el Papa y la comunidad mundial lo perdonaran y rehabilitaran después de trescientos años? ¿Perdonarlo? ¿Rehabilitarlo? ¿Por decir la verdad?

Debido a que las masas suelen dejarse arrastrar por la agnotología, las teorías conspirativas y el fanatismo, la única forma de hacerle frente es a nivel personal, ejercitando la facultad de razonar con lógica, estudiando e investigando a fondo fuentes confiables con la finalidad de discernir con perspicacia las diferencias, lo que se conoce como aprender a tomar "decisiones de conciencia" o de "conocimiento informado". 

Es verdad que Internet se convirtió en un entorno peligroso, como un espejo del mundo, pero no es verdad que todo en Internet sea peligroso. La ventaja de la verdad sobre la falsedad siempre ha sido su prevalencia. La agnotología no es realmente una máquina perpetua

Una farsa no puede prevalecer para siempre. Si no queda al descubierto pronto, se disipa con el tiempo, cuando todo se destapa. Tarde o temprano es detenida y acorralada, tal como una fruta madura que termina pudriéndose. La farsa sucumbe arrastrando a los conspiradores y a sus apoyadores al abismo del ostracismo. En cambio, la vergüenza de una estafa sí es perpetua. La historia está llena de agnotología.

Ahora bien, aunque la agnotología suele referirse a un uso egoísta, preguntémonos: ¿podría usarse con fines altruistas? En cierto sentido, sí. Por ejemplo, muchos padres suelen usarla de manera sincera e instintiva para disuadir a sus hijos pequeños y evitarles un peligro, o para darles un 'empujoncito' y persuadirlos a tomar sus alimentos, a hacer sus tareas escolares o a que entren en razón y tomen una decisión sensata.

Por otro lado (y no lo estoy justificando), la ley en algunos lugares autoriza y permite que las autoridades mientan, engañen o sonsaquen información durante un interrogatorio o conversación con los sospechosos a fin de destapar la verdad y resolver un caso. 

Sea como fuere, la verdad siempre se defiende sola. Se abre paso con la espada de la evidencia. Nada ni nadie puede vencer a la verdad, porque es la confirmación final de la diferencia entre la realidad y la fantasía.
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