Tratamiento
Si tu consulta fuera un asunto relacionado con la salud mental (tuya o de un hijo menor de edad) y estuvieras considerando la probabilidad de optar por algún tipo de terapia, o si algún amigo o pariente bienintencionado te sugirió pensarlo, ten presente lo siguiente:
Enfoque conversacional
Por un lado, un psicólogo general sanitario o un especialista en psicología clínica sería competente para evaluar y tratar disfunciones emocionales. Pero no es un médico. No ha seguido la carrera de medicina.
Es un experto que, mediante un enfoque conversacional muy razonable, analiza la conducta con el fin de diseñar una estrategia personalizada junto con ejercicios que ayuden a restablecer cualquier disfunción emocional, a fin de que conocer mejor el potencial interior y reforzar tanto la autovaloración como el autocontrol.
Enfoque físico
Por otro, el psiquiatra es un médico que, mediante un enfoque físico, analiza los desequilibrios químicos del cuerpo que afectan el comportamiento y diagnostica enfermedades relacionadas, prescribiendo fármacos y procedimientos médicos que sirven para restablecer dicho equilibrio.
En algunos casos, ambos especialistas, psicólogo y psiquiatra, deben trabajar en armonía para coadyuvar al restablecimiento de la salud.
El Tratamiento en oratoria
Dicho esto no confundas el "Tratamiento" en oratoria con lo anterior. En la instrucción de la oratoria se dice que el "Tratamiento" es la manera o forma como el orador se dirige al auditorio usando frases alusivas a ciertas personas que se consideran importantes en la sala.
El diccionario de la Academia define este tipo de Tratamiento como 'el título que se da a una persona por cortesía o en función de su cargo o condición; p. ej., usted, señoría, caballero'. Y en oratoria es el saludo que incluye dicha formalidad. Por ejemplo, "Excelentísimo Señor Presidente del Club, Emiliano Rodríguez. Respetados representantes [...]. Tengan ustedes muy buenas tardes".
No hay un tratamiento que sea exactamente igual a otro. Depende de la cantidad de personas a quienes se quiera aludir, la cantidad de tiempo que se quiera dedicar al saludo, así como de cuán oportuno o prudente sería mencionar siquiera a una sola persona.
En Oratorianetmovil no incluimos un tratamiento con los modelos que ofrecemos para practicar. Porque no lo recomendamos. Veamos por qué.
Aunque el tratamiento podría parecer un rasgo esencial de todo discurso, no es así. Es opcional. Depende de cada orador. Ningún orador está obligado a saludar al auditorio ni a miembros individuales del auditorio. Usar parte de su tiempo disponible para saludar con un tratamiento es su decisión personal.
Ahora bien, entonces ¿por qué muchos oradores usan un tratamiento y saludan a miembros del auditorio?
Una razón es que "se estila", "se acostumbra", "está de moda" y "todos lo hacen". Pero lo cierto es que NO TODOS LO HACEN. Los oradores profesionales van al grano. No usan parte de su tiempo disponible con tratamientos que, después de todo, solo consumen tiempo y restan impacto al inicio del discurso.
Las personas suelen imitar a quienes les llevan la delantera, y siendo que muchos oradores novatos comienzan con un tratamiento, dan por supuesto que todo orador debería empezar con uno. Pero eso no es verdad.
A pesar de todo, es importante tener en cuenta que, en contadas ocasiones, los oradores casi se sienten obligados o presionados a usar un tratamiento porque todo el mundo lo hace. En tal caso, sigue siendo una decisión personal. En realidad, nadie debería obligar a otro a hablar como se acostumbra. Cada uno es dueño de su palabra y sus expresiones. El orador mismo debe sopesar las ventajas y desventajas y tomar la decisión de de usar o no un tratamiento.
Otra razón para prescindir de un tratamiento y considerarlo sobrante es que no es necesario saludar si un maestro de ceremonias abrió la reunión saludando formalmente a quienes se debía saludar.
Imagina que hablen cinco oradores, o peor, veinte -como ocurriría en un Parlamento o Foro-, y que cada uno usara un tratamiento similar antes de empezar. Sería ingenuo suponer que les prestarían atención. Sería un tiempo e impacto perdidos.
Por tanto, en la mayoría de los casos, es recomendable ir al grano y entrar de lleno en el tema, como hacen los profesionales. No es siempre necesario saludar.
No significa que en ningún caso se deba saludar. Tal vez un maestro o presidente de reunión abra la reunión con un saludo dirigido a todos. Eso no consume más que unos segundos. Sería una breve expresión de aprecio. Por ejemplo, "Tengan muy buenas noches en nombre [del organizador]". Será más que suficiente.
El impacto del inicio es mucho más fuerte y eficaz si se obvia el saludo.
Perder el tiempo con un extenso saludo de tratamiento, o dar rodeos y caer en muchas muletillas y redundancias innecesarias es algo que resta impacto y hasta podría debilitar la fuerza de persuasión.
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©Miguel Angel Ruiz Orbegoso