¿Podemos ver el futuro?

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No es posible ver el futuro, pero sí percibirlo, discernirlo, planificarlo o imaginarlo con información y conocimiento que adquiramos, reflexionemos, meditemos o calculemos. 

Por ejemplo, investigamos, observamos y estudiamos el pasado, entonces lo comparamos con el presente y finalmente hacemos una proyección o conjetura razonable de lo que podría suceder en el futuro cercano o lejano. 

Lo que ocurrió con el Titanic es un caso emblemático del que se pueden extraer muchas lecciones de valor práctico para la vida. Nadie pensó que se hundiría. Su diseño fue una maravilla de la proactividad en la construcción naval.

Según los cálculos de probabilidad de los ingenieros, técnicamente no podría hundirse. Pero no tomaron en cuenta lo que realmente ocurrió: Se quedaron cortos en los márgenes de seguridad. El casco impactó con un témpano de hielo que le hizo más daño del que supusieron que la nave podía tolerar, y en dos horas se fue directo al fondo del mar. Ningún tripulante ni pasajero pudo ver su futuro antes de zarpar.

¿Y nosotros? Aunque fantaseáramos con ver el futuro, estaríamos viendo algo que ya hubiera ocurrido y no podríamos hacer absolutamente nada en el presente a fin de modificarlo, porque ya habría ocurrido

Muchos barcos se hundieron antes del Titanic. Pero de algún modo casi sabemos lo que podría ocurrir si alguien confiara demasiado en sí mismo y no prestara atención a las advertencias: Se estrellaría contra la realidad, y todos los que confiaron en él.

Pero no te preocupes. Nadie puede visualizar algo que no ha sucedido, a no ser con su imaginación. Aun en el mejor de los casos, solo sería capaz de discernir, calcular, especular o predecir resultados basándose en conocimientos especializados.

Por ejemplo, un ingeniero industrial podría predecir acertadamente el punto de quiebre de una estructura basándose en cálculos matemáticos, en estadísticas y en la ley de promedios. Pero no puede predecir cuán grande podría ser el embate de la naturaleza. 

A mediados de 2021 las noticias dieron cuenta de sorprendentes incendios forestales, inundaciones, tsunamis, terremotos, deslizamientos, tormentas, huracanes y erupciones en diferentes lugares del planeta. ¡Todos sin precedentes!

Al mismo tiempo, ningún político podría haber adivinado acertadamente cuándo y cómo exactamente su gobierno sufriría un punto de quiebre, ya fuera por efecto de sus propios errores, el de otras personas o por causa de algún desastre natural. 

Coincidentemente, líderes religiosos de muchas denominaciones vieron con estupor cómo eran destruidos sus lugares de reunión, incluso en sus fechas de aniversario. Y quedaban tan desconcertados que parecían no tener respuesta para las preguntas más elementales de sus feligreses ni para los periodistas que los acosaban.

Por eso decimos que nadie puede saber lo que será su vida mañana. El futuro siempre está en el futuro. Por eso se llama futuro. Se trata de algo que aún no ha ocurrido, como una página en blanco. Tendría que esperar al día siguiente, por la noche, para saber cómo terminó el día. Ocurren tantos sucesos imprevistos que nadie puede calcular su suerte. Si un torero supiera que el toro lo corneará, en qué momento y de qué manera, podría tomar precauciones específicas que quizás no se le hubieran ocurrido antes.

Las personas que dicen que ven el futuro solo pueden imaginarlo, suponerlo, discernirlo o conjeturarlo. Pero hasta que no ocurra, nadie puede confirmar que así sucederá.

Algunas personas tienden a creer todo lo que les dicen. Otras creen en todo lo que se anuncia en la televisión o Internet. Y aún otras, en lo que les recomienda la abuelita u otras figuras de autoridad. Entonces, ¿en qué o quién se puede creer?

Puedes creer en el pasado y en el presente. El pasado deja lecciones invaluables que nos permiten ser más asertivos en el futuro. Aunque suene duro, desoír el pasado es estúpido. 

Por otro lado, el presente nos permite ver lo que realmente está sucediendo. Desoír el presente es aún más estupido porque lo tenemos ante nuestros ojos y oídos. Por tanto, podemos creer en el pasado y en el presente. Pero ¿será posible ver el futuro?

Como dijimos, en cierto sentido sí, usando discernimiento. El discernimiento es una consideración minuciosa que nos lleva a aislar, distinguir y comprender los pormenores, detalles y diferencias de cualquier asunto, para ver cómo se relacionan y evaluar lo que podrían significar.

Considerando minuciosamente cómo se relacionan unas cosas con otras podemos comprender y entender algo hasta cierto punto, de modo que nos lleve a formarnos una idea de lo que ocurrirá. Y de acuerdo a la profundidad de dicha consideración y a la capacidad para entender su significado, podríamos predecir hasta cierto punto lo que sucederá a corto, mediano o largo plazo.

Por ejemplo, el deterioro de las cosas por falta de atención o mantenimiento puede llevarlas a una ruina total. Si dejamos abandonado un automóvil por mucho tiempo, casi podríamos predecir que se oxidará, se desinflarán los neumáticos, será canibalizado por los ladrones o destruido por los vándalos. 

También existe lo que se llegó a denominar "el síndrome de las ventanas rotas", un análisis del contagio de la conducta inmoral. Algo tan simple como una colilla en el suelo puede terminar contagiando a otros hasta que la calle queda completamente sucia, y la simple fractura una ventana podría resultar en muchas ventanas rotas. 

La conducta inmoral es muy contagiosa y, mediante ella, es fácil desatar un caos, como muy bien lo saben los agitadores. De allí en adelante todo irá de mal en peor, como el destino del Titanic. 

No es que seamos profetas ni pesimistas, sino que, hasta cierto grado, es posible discernir ciertos resultados y consecuencias a partir de la observación de ciertas conductas, como la falta de atención, cuidado o mantenimiento. Puedes investigar "el síndrome de las ventanas rotas" en Internet.

Igualmente, si alguien se excede en la comida y la bebida, y no controla la calidad de lo que ingiere, podríamos predecir que su salud se deteriorará, y con el tiempo, acabará enfermando. O que, si no se alimenta ni bebe agua, se podría predecir su muerte. No se necesita ser profeta. Es simple discernimiento, una simple conclusión lógica.

Cuanto más sabia es una persona, más profundamente podría visualizar hasta cierto grado su futuro a corto y mediano plazo basándose en un análisis de ciertos detalles y factores. Pero por más inteligente que sea, resultará imposible que logre visualizar el futuro a largo plazo. Tendría que poseer una superinteligencia o el poder de la presciencia, y aun así...

Una cosa es discernir que alguien se ahogará si nadie se da cuenta de que ha caído por la borda de un barco en altamar, y otra muy diferente, predecir si el barco llegará a puerto seguro.

Una cosa es que un experto meteorólogo discierna el clima a partir de los indicios que le ofrecen sus equipos de última generación, y otra que prediga dónde y cuándo se presentarán huracanes dentro de dos años.

Una cosa es que un médico tenga una idea de lo que podría hacer para atender cierta emergencia, y otra que sepa qué hacer ante cualquier emergencia. Para casos excepcionales seguramente convocará una junta médica a fin de llegar a un mayor  entendimiento del problema y poder solucionarlo.

Podemos descubrir, analizar y entender el pasado, y podemos observar y entender lo que ocurre en el presente. Pero estamos muy limitados para ver el futuro con certeza, sobre todo si no tenemos suficiente información como para discernirlo. 

Solo nos queda aprender del pasado y no cometer los mismos errores a fin de ser más asertivos en el presente, y usar esa información para hacernos una leve idea de lo que podríamos lograr a corto o mediano plazo.

Todos hemos escuchado muchas veces la frase: "Estudia para que seas alguien en el futuro" sin percatarse de que nos están inculcando la idea de que el presente no es tan importante. Pero como hemos visto, todos queremos ser hábiles, creativos, eficaces, libres, exitosos y felices hoy, no mañana.

No somos profetas, pero podemos proyectarnos hacia el futuro con la imaginación, visualizando, en cierto modo, cómo podrían resultar las cosas. El pasado y el presente pueden darnos los conocimientos para discernir con cierto grado de exactitud.

En todo caso, y a pesar de que la inteligencia artificial permita que algunos digan que la mejor manera de predecir el futuro sea creándolo, el proceso y el resultado seguirán siendo estocásticos.

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