Pensamiento hipotético deductivo

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¿Qué sucedería si abriéramos ambas manos ante los ojos de un niño, le mostráramos cinco diferentes clases de dulces en cada mano y le dijéramos: "Toma uno"? Probablemente le brillarían los ojos de asombro y desearía quedarse con todos. Pero como le dijimos: "Toma uno", lo pensará unos segundos, estirará la mano y tomará uno, quedándose con las ganas de no poder agarrar más.

Hice la misma prueba muchas veces, no solo con niños, sino con adultos, y la mayoría tomó uno y dijo: "Gracias". Muy pocos dijeron: "¿No podrían ser dos?" o "¿Puedo agarrar más?", "No me gustan", "No deseo, pero le llevaré uno a mi sobrina", "No, gracias" u otra cosa. 


Y podemos transferir el ejemplo a cualquier cosa. Por ejemplo, todos los días se oye música en la radio y la televisión, así como publicidad sobre automóviles, motos, viajes, ropa, comida y productos de belleza, etc. Por decirlo así, el mundo abre sus manos y nos ofrece ciertas cosas para que las tomemos, no necesariamente una, sino todas las que nos gusten

Mediante las ventas, muchos comerciantes y empresarios llenan sus arcas invirtiendo grandes fortunas en investigación de mercado para averiguar las tendencias, debilidades, gustos, deseos, necesidades y curiosidades de la gente, para saber qué productos fabricar y vender. 

Y mediante la publicidad no dicen: "Tu dinero es nuestra razón de ser", sino: "Tu salud es nuestra razón de ser", o "Tu seguridad es nuestra razón de ser", o "Tu tranquilidad es nuestra razón de ser", o "Tu belleza es nuestra razón de ser". En el fondo sabes que todo eso es a cambio de dinero, todo el que puedas soltar. De lo contrario, ni siquiera te prestarían atención. Sabes que así funciona el sistema y no hay otra opción. Pero ¿realmente no hay?

Sí. Internet, redes sociales, ciertos programas de radio y televisión y otros medios de comunicación ofrecen información gratis que ayudan a adquirir cada vez más conocimiento acerca de salud, seguridad, tranquilidad, belleza y un sinfín de asuntos que pueden ayudarte a satisfacer algunas de tus necesidades. Bueno, no pocos lo hacen para que veas y oigas publicidad, que de alguna manera tal vez compense sus esfuerzos. Algunos lo hacen de maneras aún más altruistas y alcanzables.

¿Cuál es el efecto? La gente racciona dejándose llevar y consume (por no decir "arrasa con") todo lo que puede de entre lo que se le ofrece, tal como el ejemplo de los dulces en la introducción de este artículo. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el pensamiento hipotético-deductivo?

Nota el detalle: Una cosa es que el mundo abra sus manos y te ofrezca ciertas cosas para que tomes alguna que te guste", y otra, que "racciones dejándote llevar, consumiendo todo lo que puedas de entre lo que te ofrece". El mundo no espera que tomes lo que necesitas ni solo lo que crees que realmente te conviene, sino todo lo que te guste de entre las opciones que te ofrece

Quizás, si hubiera alternativas diferentes, tomarías otras; o si buscaras con más cuidado para descubrir nuevas opciones, o inventaran aún otras, tal vez optarías por muchas que el mundo jamás te hubiera ofrecido. ¿Por qué?

Los comerciantes y empresarios invierten fortunas investigando el mercado para descubrir  las tendencias, debilidades, gustos, deseos, necesidades y curiosidades de las personas a fin de fabricar y vender nuevos productos. Y es cierto. Pero no nos engañemos: La finalidad no es darle a la gente lo que quiere, sino hacer dinero dándole lo que fabrica.

Piensa en esto: Probablemente averigüen que el 95% compraría el producto A, y calculan que venderían millones. ¿Crees que se tomarían la molestia de invertir en la fabricación de los productos B o C, preferidos por una minoría y de los cuales solo venderían unos cuantos? ¡Ni locos! Se lo ofrecen al 95% y usan dicha tendencia para enamorar y persuadir al 5% que falta, haciéndoles sentir tontos si no imitan al 95%. O sigues y te adaptas a la moda o quedas fuera del sistema.

Y como esa, hay muchas tácticas eficaces de persuasión. Tomar conciencia de ello nos abriría los ojos y aterrizaríamos en la realidad. Esa realidad es que la mayoría manda y siempre escoge entre los productos que salen al mercado porque los estudios de marketing se traducen en una publicidad que sugiere lo que desea dicha mayoría. La minoría caerá por su propio peso. Por decirlo así, no todos compran un boleto turístico para salir de la atmósfera, pero hay una gran demanda. 

¿Recuerdas el ejemplo de los dulces en la mano abierta? Por el mismo motivo, uno no va a una tienda llevando un diseño y pide que le fabriquen lo que quiere. Generalmente escoge entre lo que el comerciante puede ofrecerle. 

Tal vez un sastre o modista pueda coser algo que se parezca a lo que uno desea, aunque cueste más caro, pero no cree que en una tienda de automóviles le fabricarán un automóvil a su medida [todavía no hay sastres de vehículos].

No estoy enfatizando que siempre se relegue a la minoría. El punto es que, siendo realistas, la finalidad de los negocios es hacer dinero, ¡mucho dinero! ¡Todo el que se pueda! No van a distraerse con minucias, por muy lindas que sean. La mayoría quiere A y le encantará que lo fabriquen. Por eso escogen A. Aunque en realidad no están escogiendo. Los referentes de lo que está en boga lo escogieron primero.

Esa es una de las razones por las que algunos opinan que el libre albedrío no existe. Aunque entendemos el concepto y deberíamos aplicarlo, afirman que usualmente otra persona ya ha escogido por nosotros y que al escoger estamos seleccionando de entre las opciones que otros han decidido de antemano. Suponemos que escogemos, pero no es así por lo general. Alguien influyó en el resultado.

¿Entonces está mal que una madre o ambos padres escojan lo que conviene a sus hijos? Si dejáramos a los niños en absoluta libertad, ¿con qué  experiencia como base tomarían una decisión adecuada? Si bien los niños gozan de libertad, ¿sabrían decidir correctamente en todos los casos? Sabemos que no. Todos hemos necesitado guía más de una vez. Los niños, inexpertos por naturaleza, no miden el peligro. No saben lo que significa el "largo plazo". No comprenden su significado ni su trascendencia. No son proactivos sino hasta que por lo menos ganan alguna experiencia.

En sus inicios como fabricante y vendedor Henry Ford decía: "Los clientes pueden pedir su automóvil del color que quieran, con tal de que sea negro". No lo decía por egoísta ni porque no existieran más colores, sino porque era lo que estaba disponible. No tenía otra opción práctica por el momento.

A nivel universal podríamos preguntarnos: ¿En qué planeta nos gustaría vivir?". No sería absurdo, egoísta ni una locura responder: "¡En la Tierra!". Porque sencillamente no conocemos otro que satisfaga nuestras necesidades humanas mejor que la Tierra

Ninguno de esos dos ejemplos se basa en el egoísmo. Se trata de cosas disponibles en su momento. El primero porque en aquel entonces no había otra oferta, y en el segundo porque la variedad es infinita.

Pero es muy diferente cuando hay otras opciones que podrían cubrir nuestras verdaderas necesidades y alguien quisiera inducirnos a escoger lo que no nos conviene. Se ve en muchos campos del mundo empresarial. Preservantes, colorantes, azúcares, grasas saturadas, materiales de inferior calidad, etc. Todos sabemos que muchas veces los productos y servicios responden a un afán de lucro, y lo aceptamos y promovemos al consumir.

¿No escuchaste alguna vez el dicho: "Un abogado no debe hacer la pregunta si no tiene la respuesta"? Algo similar hacen los vendedores profesionales. Se preparan, sondean y hacen la pregunta correcta, es decir, la que saben que producirá la respuesta que buscan.

Por tanto, si bien es cierto que todos usamos nuestro pensamiento hipotético-deductivo, la realidad es que las tendencias del mercado y lo que está en boga influyen poderosamente en nuestros pensamientos, inclinando la balanza de nuestras decisiones hacia lo que la mayoría considera importante, bueno o magnífico. 

Por eso, aunque es muy útil para ampliar nuestros horizontes y trascender, no es una guía confiable. También podría extraviarnos. Por ejemplo, cuando alguien llega a una convicción torcida, destructiva o prejuiciosa, es poco lo que se puede hacer para que mude de idea. 

¡La mayoría quiere el último modelo! Pero pasados veinte años, suspiran: "¡Qué horrible era ese modelo!". Hasta dicen "¡qué ridículo era!", "¡hoy nadie le hace caso!". Y aún otros que en su época no pudieran conseguirlo, se lanzan sobre él exclamando: "¡Por fin lo tengo! Pero pagué cien veces más!" ¿Y por qué cien veces más? Porque el sondeo del mercado así lo justificó.

Cuentan que al famoso pintor Vincent Van Gogh le daban una comida a cambio de una de sus pinturas. Hoy sus pinturas valen millones, pero para beneficio de los que comercian con ellas, no para el gran pintor. ¡Él está bien muerto!

Por eso, mucha de la producción (ya se trate de moda, cine, programas de radio, televisión, música, arte, teatro, juguetes, deportes...) promueve contenidos que seducen los sentidos y los impulsos de la mayoría hacia objetivos que, en muchos casos, podrían resultar, increíblemente, en su perjuicio ("te puedes causar daño con esto, pero debes pagarnos"). 

¿No es extraño? Muchos no aprovechan su pensamiento hipotético-deductivo para sacar conclusiones correctas, positivas, productivas y beneficiosas. En realidad la mayoría desea, pide y consume productos que, en no pocos casos, les acelera un viaje directo a la cárcel o a la tumba. 

Y los que no los deseaban en el pasado, acaban dejándose seducir por cierta propaganda y publicidad engañosa, especialmente diseñada con la ayuda de expertos en el análisis del comportamiento, carácter y personalidad, que hace que comiencen a pedirlos y consumirlos en grandes cantidades y a precios a veces prohibitivos. El negocio revienta de exitoso y todos aplauden. Las estadísticas lo demuestran.

¿Qué pensaríamos si miráramos una mariposa en la mano de un niño, y éste nos preguntara: "¿La mato [o ¿la aplasto?]". Seguramente le diríamos asombrados: "¿Y por qué matarla [o aplastarla]?". Y quizás pensaríamos : "¿Cual es su problema? ¿Por qué quiere matarla [o aplastarla]? ¿De dónde sacó una idea tan cruel?". De repente, un pensamiento hipotético-deductivo surgió en su pequeña cabecita: "¿Qué pasaría si la  mato [o la aplasto]?".

¿Está poniendo a prueba al adulto para ver qué responde? ¿O realmente tiene un instinto melévolo? Y más importante aún: ¿De dónde sacó la idea? ¿De una película? ¿De un dibujo animado? ¿De un videojuego? ¿Vio a un amiguito hacerlo? Y podríamos especular hasta cansarnos sin dar con la respuesta real. Solo podemos suponer que algo o alguien influyó de alguna manera en su pensamiento.

Sea como fuere, ilustra que las hipótesis y deducciones son parte de la vida, incluso desde temprana edad. Es parte de la naturaleza humana. Los pensamientos hipotético-deductivos siempre han servido para hallar nuevas líneas de razonamiento, nuevas soluciones, diseñar procedimientos, inventar cosas interesantes, resolver problemas complicados, preparar discursos interesantes, etc. 

Pero como en casi todas las cosas, hay pensamientos buenos y malos, prudentes e imprudentes, ventajosos y desventajosos, hermosos y horribles, amorosos y crueles, etc. Hoy las palabras pirata, espía, colusión y soborno, etc. no parecen ser en modo alguno sinónimo de crimen.

Como explico resumidamente en mi Glosario, el pensamiento hipotético deductivo es un rasgo típico del inicio de la adolescencia y consiste en una suposición, posible o imposible (hipótesis), de la que se saca una conclusión mediante el uso del razonamiento (deducción) con influencia de las emociones y sensaciones. 


Por medio de trascender la realidad con la imaginación (es decir, pensando hipotéticamente), el joven comienza a expandir su mentalidad (llegando a muchas, variadas y diferentes deducciones [lógicas o ilógicas, verdaderas o falsas, constructivas o destructivas, convenientes o inconvenientes, realistas o imaginarias, correctas o incorrectas]) dando forma a un criterio aparentemente propio, fortaleciendo, confirmando, debilitando o hasta modificando por completo el conjunto de valores que seguramente le inculcaron en la niñez.

Se ha convertido para él en una escala de valores, o moral, que regirá su vida en adelante, sus decisiones, acciones, reacciones, actitudes, inquietudes, metas, vocación, selección de los amigos y demás intereses. Así es como un religioso se vuelve ateo, y un ateo, religioso.

En algunos casos, los padres se escandalizan cuando ven cuánto cambió su hijo, y se preguntarán: "¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué lo hizo? ¿En qué momento cambió? ¿En qué nos equivocamos? ¡Cómo ha volado el tiempo!".

Pero ¿hubiera ayudado que le dieran un poco de entrenamiento y disciplina con base en el uso prudente de su pensamiento hipotético deductivo, explicándole cómo usar, como si fuera una brújula, las consecuencias y los efectos, positivos y negativos, así como algunas leyes básicas de física y química y principios morales de comprobada eficacia?

Parece una exageración, pero mucho ayuda cuando los niños aprenden cómo se produce el vapor y la lluvia, por qué una lupa puede producir fuego usando la luz del Sol, cómo funciona un imán, qué es ley de gravedad, las fuerzas centrifuga y centrípeta, por qué respetar la velocidad, el principio de acción y reacción en las relaciones humanas, etc.

Por ejemplo, si un joven ha llegado a creer que "amor" es igual que "relaciones sexuales", y ha hecho suyo el concepto de que "el mundo necesita más amor", o que tener pareja se basa en esa manifestación del "amor", su concepto deformado lo meterá en tantos problemas que un día no sabrá cómo salir de ellos, tal vez tenga hijos en todas partes, creando problemas en cantidades, y seguirá metiéndose en dificultades, dando vueltas y trompicones, orbitando una definición que malinterpretó desde el principio.


¿Se podría dibujar una línea recta usando una regla torcida? No. La percepción y el criterio  de una persona puede o no ser semejante al de otras personas cuya escala de valores guarde algún parecido, o bien, ser totalmente diferente, original, libre de la esclavitud a las costumbres, la moda, la publicidad, las tradiciones y los prejuicios.

Al final, cualquiera que sea la influencia, todo pensamiento es personal. Nadie sino la misma persona puede modificarlo. ¿Cómo hacerlo? Acopiando información confiable, digna de crédito y de comprobada eficacia, rodeándose de gente cuyos principios de vida sean elevados. Porque solo evitando la influencia de estímulos negativos o destructivos se puede evadir al fracaso que resulta de los malentendidos. "No todo lo que brilla es oro", ¿verdad? Lo mismo se puede decir de las incontables ideas que pululan por el mundo.

Solemos pensar que la "moda" ("tradición", "costumbre social", "etiqueta", etc.) 
que presentan los medios de comunicación son puntos de referencia para las familias, para la comunidad, para la sociedad, para la nación y para el mundo entero, dependiendo de qué se trate. Se sabe que la influencia de la televisión e Internet se ha convertido en un referente confiable. Pero ¿es así en todo caso?

Especialmente los jóvenes son vulnerables a los puntos de referencia que observan en el mundo. Muchos no tienen raíces sólidas en el campo familiar o las que tienen no les agradan. Los medios compiten despiadadamente por cautivar a cierto segmento del mercado, bombardeando a todos con sugestivos mensajes e influencias.

Si se deja a los niños a rienda suelta, creciendo sin referentes adecuados, cuando entren a la adolescencia escogerán instintiva e inexorablemente lo que más les convenga desde el punto de vista del placer momentáneo, es decir, de entre aquello que el mundo les ofrece a mano abierta. Tal vez lleguen a la vejez sin haberse percatado de que siempre existieron mejores alternativas. Simplemente estiraron la mano sin usar su pensamiento hipotético-deductivo para preguntarse: "¿Acaso no hay nada mejor?". Y sin darse cuenta, contribuyeron con su granito de arena a perpetuar el ciclo vicioso de decadencia moral generalizada que caracteriza a gran parte del mundo.


En una etapa temprana de su vida podría tratarse de una simple mariposa. Pero si no existe ningún control, guía, educación ni disciplina, con el tiempo "¿La mato?" podría ser un pensamiento hipotético-deductivo que aplique a un ser humano que le cae mal. 

En la niñez uno acepta inconcusamente todo lo que le enseñan sus mayores (conocimiento por inducción): "Todo lo que dicen mis padres (tíos, abuelos, maestros) es verdad". Pero después percibe que puede usar otras fuentes de información y otras líneas de razonamiento a fin de llegar a conclusiones muy diferentes (conocimiento por deducción): "¿Será cierto todo lo que me han enseñado [dicho, aconsejado, sugerido]?", pensando independientemente de los principios, las verdades o dogmas, consecuencias,  arquetipos, paradigmas, reglas, costumbres y creencias. 

Si el joven no consigue percibir las diferencias, es decir, si no aprende a discernir correctamente, podría terminar atrapado en una telaraña o espiral de crueldad, dirigir mal sus esfuerzos y avanzar a etapas cada vez más desagradables en su vida.

Por ejemplo, si unos científicos crean un robot casi humano, ¿cuál debe ser la deducción correcta? ¿Que el robot se hizo solo? ¿O que alguien lo hizo? Si tenemos un discernimiento pequeño no percibiremos el cuadro mayor. ¡Alguien tuvo que pensarlo, diseñarlo y hacerlo! El siguiente pensamiento lógico sería preguntarnos si el modelo que les sirvió -el complejo organismo humano- no requirió un diseño.

Es cuando los amigos -que están en una situación similar- adquieren una influencia poderosa -y tal vez peligrosa- en su vida. En este punto los medios de comunicación cobran una importancia fundamental, ya que parecen abrirle los ojos para que vea el mundo como nunca antes lo había imaginado. ¡H
asta los dibujos animados, comedias, obras de teatro, efectos especiales, escenografías espectaculares, documentales y especulaciones científicas influirán poderosamente en su floreciente juventud.

¡Ni en la ciencia se debe confiar a ojos cerrados! Basados en conocimientos de última generación (como la física cuántica, la nanotecnología y la robótica, por citar solo algunos campos) muchos científicos elaboran teorías cósmicas fabulosas, como las de los universos paralelos o la materia oscura, abriéndonos la mente de par en par con medidas y tiempos que se expresan en miles de millones de años luz, algo imposible de corroborar por un jovencito promedio.


No decimos que todas las hipótesis sean ciertas ni falsas. Pero, de hecho, coadyuvan a que las hipótesis deductivas del ex niño comiencen a expandirse y dispararse a niveles que vuelan sobre las coordenadas estadísticas. ¿Qué efecto puede tener tal avalancha de posibilidades?

El pensamiento hipotético deductivo nos acompaña toda la vida y siempre será parte del mecanismo para la toma de decisiones. Pero así como podemos tomar buenas decisiones (convenientes, productivas, apropiadas, ventajosas, saludables y edificantes) podemos tomar malas (inconvenientes, improductivas, inapropiadas, desventajosas, perjudiciales o destructivas). 

Mediante las consecuencias, los efectos y los resultados, los jóvenes aprenden esto tarde o temprano. A las buenas o a las malas, voluntariamente o a regañadientes. 
 
Es cierto que hay que dejar volar la mente para poder trascender las fronteras del saber y de la inventiva: "¡Suéltate, ve más allá de los límites que te han impuesto, sé una persona más creativa, más asertiva, búrlate de todo, ríe, canta y goza como te dé la gana!", nos dicen.

No está mal reír y divertirnos. Pero admitámoslo, no existiría creatividad ni risa si no pusiéramos aprueba nuestro pensamiento hipotético-deductivo. 

¡Necesitamos pensar creativamente, dejar volar nuestra imaginación! Pero, ¿a qué costo? ¿Acaso porque un rayo láser sea capaz de destruir una montaña comenzaré a disparar a diestra y siniestra eliminando todas las montañas que encuentre a mi paso, solo para ver qué pasa o reírme del gran éxito que tuve desafiando las normas? ¡Qué insensato sería eso!

¿Acaso porque no me contagié del COVID-19 significa que no me contagiaré en el futuro si menosprecio las advertencias? Eso sería razonar con prejuicio y falta de criterio. Un pensamiento hipotético deductivo que no tuvo timón.

Por otro lado, una persona paranoide-esquizofrénica también podría sufrir de alucinaciones y experimentar involuntariamente una increíble expansión de su imaginación, y ver, oír, tocar, oler, gustar, sentir y percibir cosas que otra persona jamás hubiera imaginado. 

De modo que no es cuestión de simplemente explotar la imaginación o romper los límites de todo cuanto se nos ocurra. Los niños tocan, muerden, arrojan y destrozan cosas porque la curiosidad y la experimentación es la base de la ciencia, la matemática, la cuántica y todo lo que nos rodea. Y si en el camino nos equivocamos o fracasamos, sacamos lecciones y tiramos para delante.

El físico, Dr. Javier Santaolalla, afirmó que el estudio de la cuántica nació precisamente del fracaso de la mentalidad de los científicos de la época, cuando erróneamente aplicaron a la comprensión del átomo las leyes físicas clásicas. Su fracaso fue tan rotundo que los llevó a replantearse los asuntos, logrando verlo todo más profundamente. Hoy se sabe que el universo está imbuido como pez en el agua en las leyes de la física cuántica. 

Por otro lado, los chefs más renombrados consiguen su reputación a fuerza de usar en toda su amplitud el pensamiento hipotético-deductivo. "¿Qué pasaría si, en vez de huevo y leche, le pongo yougurt griego natural?" o "¿Qué pasaría si, para darle consistencia, hiervo un poco de linaza sobre un colador, en vez de usar fécula de papa o maíz?". 

A veces, cuando alguien exclama: "¡No seas loco!" es porque uno está dando en el clavo de algo grande, nuevo o extraordinario. La expansión de la mente es un milagro que debemos aprovechar, pero sabiamente, aunque no reflejaría sensatez expandirla poniendo en riesgo nuestra vida, la de otras personas o la de la humanidad. 

Ser creativo no significa que fabricar toda clase de bombas para destruir a nuestros semejantes sea una labor loable. La creatividad puede usarse tanto para el bien como para el mal, tanto para abrir la mente como para cerrarla, tanto para merecer una felicitación como para merecer la pena de muerte.

Ser poderoso no significa que uno deba descargar todo su poder en todo momento. La clave de los logros más extraordinarios no siempre fueron fruto del descontrol, sino del autodominio. Un rayo láser es poderosísimo, pero gracias al control puede servir para intervenciones quirúrgicas de gran complejidad.

Es cierto que se han descubierto muchas cosas interesantes por casualidad. Pero si esa hubiese sido la norma, hace mucho que hubiéramos destruido el planeta. Los inventores más inteligentes prefieren dar un uso controlado a su poder, porque de otro modo no recordarían las líneas de pensamiento con las que llegaron a sus deducciones, y posteriormente no podrían repetir los mismos resultados. Hasta los científicos más arriesgados tienen en cuenta las leyes que rigen el universo.

Si 
tomaran el control de la mente y contribuyeran a una diversificación descontrolada, las frases del tipo "No creas en límites", "Retroceder nunca, rendirse jamás", "Ahora o nunca", "Libérate", "Supérate", "Nadie tiene por qué imponerte lo que debes hacer", "¡Tú puedes!", y otras por el estilo, el que fuera un chiquillo respetuoso y obediente, que ocupaba los primeros puestos de su clase, y que era la adoración de sus padres, ¿qué podría comenzar a volverse? No existe mayor espejismo que la creencia en una libertad ilimitada basada en el capricho y la fantasia descontrolada. Eso no nos expone a la libertad, sino a todo lo contrario.

Si cierta persona masacra a su pareja por celos, nadie imaginaría por qué pudo ser tan cruel con alguien a quien se suponía que antes amaba entrañablemente. Su pareja le había dicho que quería separarse porque ya no sentía amor. Pero no se nos ocurre pensar que pudo responder con una mentalidad retorcida, provocada por una filosofía personal del tipo "No retrocederé nunca, no me rendiré jamás", "Si no eres mío[a], no lo serás de nadie".

¿Escucharía a todo volumen música extraña que ensalzaba una supuesta liberación? ¿Qué hay si también comenzó a escuchar voces en su interior que le decían: "¡Mátalos!" o "¡Arrójate del puente!"? No estoy soñando. Eso ha ocurrido y se ha sabido por las noticias. 

¿Simplemente fueron acciones que resultaron de inocentes hipótesis y deducciones personales ("¿Qué pasaría si los mato? Bueno, seguramente tarde o temprano me capturarían y me meterían a la cárcel por el resto de mi vida. Mejor me quito también la vida y me voy con todos al otro mundo")? ¡Hipótesis descontroladas que pueden producir más deducciones desproporcionadas! ¿Acaso alguna vez esa persona viajó realmente a otro supuesto mundo para saber lo que hay allí? ¿A qué se refiere con el "otro mundo"?

La clave está en el autodominio y el uso racional del conocimiento y del poder. De vez en cuando debemos revisar qué pensamientos hipotético-deductivos estamos cultivando en nuestro interior. Tal vez, y en algunos casos, se requiera algo de ayuda profesional para entender más objetivamente el asunto.

El autodominio puede compararse al timón de un automóvil. Imaginemos a alguien que decide acelerar a toda velocidad por una autopista, luego le quita el timón y acelera más rápido. ¿Cuál será el resultado, algún nuevo descubrimiento científico? ¿Alguna nueva receta para un restaurante de comida internacional? ¿Alguna nueva teoría filosófica? ¿Alguna nueva ruta para llegar a la Luna? ¿Algún contacto extraterrestre? No. Simplemente confirmará la lógica más pura: que una estupidez solo lleva a otra estupidez. 

En cierta ocasión, un ladrón ingresó a robar una tienda. Se dirigió  a la caja registradora para sacar el dinero. En vez de resistirse, los empleados le cedieron el paso y corrieron, salieron de la tienda y cerraron la puerta con llave. Por más que pateó y arremetió contra esta, solo se hizo daño hasta que lo arrestaron. ¿"Retroceder nunca, rendirse jamás"?

La persona promedio no sabe que sus pensamientos hipotético-deductivos, una característica natural en todos, pero especialmente crucial en la adolescencia, podría jugarle una mala pasada en cualquier momento, impulsándola a extralimitarse y a dirigirse a un resultado muy diferente del que originalmente imaginó. 

Por supuesto, algunos de estos ejemplos han sido exagerados solo para resaltar las diferencias. No significa que todos los jóvenes sean así o que lleven a la práctica todo cuanto se les ocurra. Un pensamiento hipotético-deductivo no tiene por qué convertirse siempre en realidad. No todos los que alguna vez desearon morir, debido a que no podían reducir la presión emocional, realmente quisieron atentar contra su vida.

No estoy contra la motivación que impulsa a uno a esforzarse por superar su mejor marca. Pero cuando la motivación se convierte en pasión, y luego en fanatismo y obsesión, de modo que se pierde el respeto por las regulaciones, los límites y principios, se vuelve muy fácil cruzar la línea de la cordura y comenzar a vivir según normas que no contemplan la mesura, la consideración ni la compasión. 

Es cuando el proceso de degeneración se hunde en las arenas movedizas del mal hasta que cada vez se hace más difícil retroceder, rehacer el daño o siquiera recapacitar. Si uno oye como si fuera el rumor de una catarata al frente, y siente como si hubiera perdido los remos. ¿Cuál sería el siguiente capítulo de su vida?

No hay por qué temer que todas las hipótesis de los jóvenes sean inadecuadas ni que las lleven a la práctica. Porque aunque se trate de deducciones aparentemente lógicas, recordemos que no son necesariamente reales. 


Queda claro que en esta etapa los jóvenes pueden poner más cuidado al seleccionar aquello a lo cual prestan atención, mejorando o empeorando su manera de expresarse, así como su capacidad de estudio y memoria, mediante el autocontrol de sus conocimientos (metacognición).

Sus reacciones para aprender, conectar y refutar ideas se vuelven más rápidas, agudas e incisivas que cuando eran niños. En pocas palabras, lo que antes solo imaginaban, ahora se convierte en una realidad posible. Y no sería de extrañar que sus acciones y reacciones, fruto de este proceso de experimentación
, necesario para su desarrollo, y que resulta ser tan excitante como cualquier aventura, se confunda con un faltamiento de respeto.

De hecho, ¿acaso no son la radio, el teléfono, la televisión, el computador, Internet, el control remoto, los celulares, el jetski, el aerodeslizador, los satélites, las naves espaciales y casi todos los grandes descubrimientos, producto de pensamientos creativos que tuvieron su origen en la juventud temprana, cuando sus inventores jugaban en el vecindario con sus amiguitos? 

El inocente juego y arte japonés del origami terminó siendo aplicado a gran escala en la NASA, transportando y luego desplegando paneles solares inmensos y otros componentes de satélites y estaciones espaciales. La creatividad y el pensamiento hipotético-deductivo tienen un magnífico futuro... si se usa sabiamente y para el bien común.

Las hipótesis y deducciones juveniles se propagan por el ambiente como feromonas. Y es que los adolescentes tiene mucho en qué pensar y mucho tiempo para hacerlo. Hoy existe un progreso tecnológico asombroso, nada menos que gracias a los creativos y hackers.

Pero con tanta carga emocional adicional, no es de extrañar que algunos temas complicados o importantes se vuelvan difíciles de procesar o reflexionar. Por ejemplo, puede que un joven no sepa si algo es correcto o incorrecto, pero está seguro de que está bien o mal. De niño aceptaba las imposiciones y acumulaba y usaba la información que recibía por inducción. Pero ahora cuestiona todo porque su propia capacidad de razonar le ofrece posibilidades insospechadas que podría materializar. 


Se le ocurren teorías, proyectos e hipótesis (deducción), y también su inclinación política (cómo deberían ser -o hacerse- las cosas). Su concepto de lo que sería justo o mejor, brota y bulle. Encarémoslo, un adolescente (rebelde o no), finalmente es el resultado de las deducciones (lógicas o ilógicas) a las que llega con su pensamiento hipotético-deductivo. Los padres y tutores solo pueden criar y aducar hasta cierto punto.

Sin duda que la falta de guía adecuada en esta etapa de la vida podría marcar la diferencia entre una vida que termine en satisfacción o en dolor y sufrimiento. Es penoso ver cuántos jóvenes van directo desde el aeropuerto hasta la cárcel para pasar unos 10 o más años debido al tráfico de estupefacientes. 


"¡Me prometieron mil dólares!", dicen. Nunca supieron, nunca se percataron de que los traficantes se aprovecharon de su pensamiento hipotético-deductivo para seducirse a sí mismos. "¿Qué pasaría si no me atrapan? ¡Ah! Me doy la gran vida". ¿Gran vida? ¿Con mil dólares? ¿Qué clase de pensamiento hipotético-deductivo es ese?

Los padres que no asumen su responsabilidad, o que tratan de hacerlo sin saber cómo, reflejarán esa misma tendencia en el joven y perderán la oportunidad de guiarlo por la difícil transición a la edad adulta. Y hasta que su patrón de actitudes no varíe, podrían pasar generaciones.

De ahí la necesidad de una disciplina temprana que ayude al joven a llevar a cabo su desarrollo, encaminándose de tal manera que se habitúe a autorregular adecuadamente sus conocimientos. Así la transición a su nueva forma de enfrentar la vida no será tan traumática. Aprenderá a valerse por sí mismo, pero ya no de un modo incontrolado, sino eficaz. Ante nuevas inquietudes que le hagan pensar: "¿Qué pasaría si desobedezco a mis padres?", "¿Qué pasaría si fumo?", "¿Qué pasaría si me emborracho?", "¿Qué pasaría si me voy de casa?", "¿Qué pasaría si robo?", etc., llegará a deducciones apropiadas que salvaguarden su futuro. Los tontos se irán al barranco, pero él permanecerá seguro por el resto de su vida.

En esta etapa 
se vuelven cruciales los referentes, a través de la lectura de biografías aleccionadoras, sobre todo si perciben un mal ejemplo de parte de sus figuras de autoridad, las que -se supone- deberían ayudarle. 

Los relatos de éxito de las vidas de otras personas pueden mostrarle los pros y contras del proceso de experimentación, y las acciones que otros decidieron tomar y las consecuencias que les sobrevinieron, buenas y malas. Las buenas para imitarlas, y las malas para rechazarlas. Sin referentes de calidad, un joven queda totalmente expuesto a los dulces que le ofrezca el mundo. Ni siquiera se tomará la molestia de pensar si habrá otras opciones.

Siendo que el pensamiento hipotético-deductivo funciona como una herramienta intelectual que puede lograr mucho bien o mucho mal, es tarea indispensable de los padres y maestros anticiparse proactivamente y ayudar a sus hijos a utilizarlo de manera que hagan deducciones correctas, que los pongan en ventaja, no en desventaja. 

Por ejemplo, si un joven crece creyendo en la suerte (casualidad), puede suponer que todas las consecuencias de lo que haga  están sujetas a una supuesta fuerza que está a favor o en contra, pero que no puede controlar.  Podría terminar a edad temprana en la cárcel, si no muerto. Pero si se le explica que la suerte significa casualidad, y que uno no puede controlar la casualidad, lo ayudará a ser más cuidadoso con sus decisiones a fin de producir hipótesis y deducciones que lo pongan en ventaja, alejando de su vida las probabilidades de fracasar.

Cuando un delincuente se ve ante cuatro paredes, purgando algunos años de cárcel, inicia el proceso de darle vueltas a su pasado, probablemente pensando en la familia y en todo el sufrimiento que se ha ocasionado a sí mismo y a sus seres amados, en los verdaderos amigos y en los momentos bonitos y feos, en lo que verdaderamente significaba la libertad. Pero también en las tendencias, sus amigos y las circunstancias que lo desviaron poco a poco hacia el curso que finalmente lo llevó a la cárcel. 


En otras palabras, ahora sí comienza a usar retrospectivamente el pensamiento hipotético-deductivo para llegar a conclusiones correctas: "Si hubiera aprovechado mis habilidades de manera diferente, no habría terminado aquí". Ahora descubre que tiene una nueva oportunidad de ejercitar hipótesis y deducciones correctas y usarlas a partir de ese momento.

El pensamiento hipotético-deductivo es lo que originalmente impulsó a muchos hackers a expandir sus redes de información y su necesidad de investigar, ahondar y atreverse a espiar a otros a pesar de saber que en algunos casos podía costarles la libertad. Es cierto que se puede argumentar que no es un delito tomar fotografías de una casa y luego construir una igual, o darle las fotos a alguien para que la construya. En otras palabras, que no es lo mismo que robar una casa. Pero no todos lo entienden así, sobre todo si consideran que pagaron por los planos, por la edificación y por las licencias de construcción. En fin... tú recibes esta información gratis. Puedes usarla libremente para meditar.

¿Cómo
ayuda el pensamiento hipotético deductivo a entender la oratoria de calidad?

A no ser que exista un propósito especial, un orador inexperto quizás se muestre dogmático y se precipite mostrando a sus oyentes una conclusión o deducción antes de haber presentado un análisis o argumento motivador que la sustente. En todo caso, solo convencerá a un grupo de niños pequeños (que creen todo por inducción), no a jóvenes ni adultos (que desarrollan una creencia por deducción).

Los padres, maestros y conferenciantes deben tomar nota de esta importante facultad de la naturaleza humana al impartir educación y disciplina según las edades. A esto muy probablemente se refería Dale Carnegie cuando aconsejaba: "Diríjase al auditorio como si hablara con jóvenes de 14 años". Porque si uno se dirije al público teniendo en consideración el pensamiento hipotético-deductivo, tomará sus precauciones para expresar sus hipótesis de un modo que ayude al oyente a llegar a mejores deducciones en el futuro.

Si el orador empieza su discurso con una declaración dogmática: "La Biblia dice que todos debemos dar el diezmo...", podría activar el pensamiento 
hipotético-deductivo de personas razonables que podrían reaccionar internamente pensando: "¿Y si no doy? ¿Qué me hará Dios? ¿Es cierto eso? ¿Cuánto dinero pidió Jesús antes o después de curar a alguien?".

Podría llegar precipitadamente a la conclusión de que Dios es irrazonable e injusto, o activar en su interior sus defensas a fin de investigar más a fondo el asunto para ver si eso es lo que realmente exige Dios a la humanidad. ¿O solo se trata de un ardid astuto del orador para llenar de dinero sus bolsillos?

Un orador entrenado nunca pide nada, nunca ordena nada, nunca exige nada sin haber sustentado debidamente las razones más aceptables y las motivaciones más agradables para el oyente individual. Lanzar porque sí un argumento dogmático no ayudará. Todo lo contrario. Solo despertará y exacerbará el pensamiento hipotético-deductivo provocando una reacción reticente. Un auditorio llega a una feliz deducción solo si el orador lo ayuda a percibir los beneficios que obtendrá
personalmente por hacer suya la información.

Los dogmas funcionaban en épocas pasadas, cuando la gente no se atrevía a desafiar a la autoridad, sobre todo si esta vociferaba o mercenarios a sueldo b
landían sus espadas. En el siglo 21, el desafío contra la autoridad [familiar, religiosa, escolar, universitaria, municipal, policial, militar, federal, gubernamental, judicial, etc.] se ha vuelto tan común que no es recomendable presentar un argumento sin el debido sustento. 

Ahora que la humanidad está abriendo los ojos debido al adelanto tecnológico, muchos están dándose cuenta de que los gritos de ira y las espadas ensangrentadas solo proyectan falta de autocontrol y, en el peor de los casos, demencia. ¿Si no me das tu casa, te la bombardearé? ¿Indicaría eso cordura?

Es fácil decir que la evolución por aquí y la evolución por allá. Pero un joven razonable que ha estudiado a fondo todo lo relacionado con el registro fósil, sabe que hay información que no se debería pasar por alto livianamente, por muy nutrido que alguien parezca estar con teorías que todavía no han sido debidamente comprobadas. 

El que solamente las aves tengan plumas no significa que no hayan existido reptiles con plumas. El que los murciélagos y las mariposas vuelen no significa que sean aves. El que un ave no vuele no significa que no sea un ave. No todo volador es un ave, no solo las aves ponen huevos ni todas las aves vuelan, como bien lo reconoce un instructor de vuelo.

Como verás, el pensamiento hipotético-deductivo es una extraordinaria herramienta intelectual para absorber información, producir conocimientos y diseñar la mar de teorías interesantes. Pero sigue siendo hipotético. Es decir, solo ayuda a llegar al fondo de la verdad, pero no equivale a la verdad misma. 

Una teoría o hipótesis seguirá siendo una teoría o hipótesis mientras no se demuestre lo contrario, tal como una adivinacion o profecía seguirá siendo una adivinación o profecía mientras no se atestigüe su cumplimiento.

Si un orador toma la palabra sin tener en cuenta que el pensamiento hipotético-deductivo de sus oyentes podría jugarle en contra, podría comenzar a lanzar ideas dogmáticas a diestra y siniestra y ponerse a sí mismo en desventaja desde el comienzo del discurso y necesitar más que un buen argumento para convencerlos de que sus palabras verdaderamente tenían sustento.

Como hemos visto, el pensamiento hipotético-deductivo ayuda a uno a ver diferentes opciones, es decir, aparte de las que el mundo ofrece. Y a veces exige más que razones aceptables y motivaciones agradables para obtener la aprobación del auditorio. 


Por eso se necesitan explicaciones sólidas que puedan corroborarse mediante la investigación, y motivaciones apropiadas que impulsen a acciones loables que realmente funcionan en la vida real.

No todo lo que dicen los sabios es cierto, ni todo lo que dicen los ignorantes es falso.

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