¿De qué manera ilustra esta imagen la espiritualidad?
La espiritualidad se relaciona con la unidad, el compañerismo, la fuerza, la motivación, la amistad y otras cualidades. Pero no simplemente con unidad, compañerismo, fuerza, motivación y amistad con otros seres humanos, sino específicamente amistad con el diseñador y creador del universo.
Todo nuestro universo, por imponente, caótico y espectacular que parezca, refleja orden, equilibrio, precisión, puntualidad, limpieza y, sobre todo, sujeción a estrictas leyes físicas. La pregunta es: "¿Puede una explosión no controlada diseñar algo tan complejo como el universo?"
Los científicos se basan en complejas leyes físicas y químicas para descubrir más leyes, inventar nuevos recursos y mejorar nuestra calidad de vida, así como nuestra comprensión del universo y del planeta en que vivimos.
Pero esas leyes físicas y químicas no fueron diseñadas por esos cientificos. Las leyes ya estaban allí antes de que existieran los científicos. La pregunta ahora es: "¿Alguna vez se ha sabido de una explosión que diseñe alguna ley?". No.
La mayoria de la sociedad en el planeta Tierra está cada vez más desordenada, desequilibrada y dividida en sus objetivos, así como en sus métodos y protocolos para alcanzarlos. La gente anda desincronizada. Y muy pocos tienen siquiera la más remota idea del grado al que ha contribuido a dicho estado de confusión la agnotología, por fin descubierta, reconocida y definida en 1979.
Solo hay una manera de alejarse del desorden: Fomentando el orden. Solo hay una manera de alejarse del desequilibrio: Fomentando el equilibrio. Y solo hay una manera de lograr la unidad: Fomentando la unión. Eso significa cultivar cualidades elevadas que nos conviertan en seres espirituales.
Por eso, ante tan abundantes y abrumadoras pruebas de diseño, equilibrio y armonía surgen en sus mentes muchas preguntas. ¡Hay tantos secretos por desentrañar!
Por ejemplo, si entras a una habitación y ves un trompo girando a toda velocidad, pero no ves a nadie en la habitación, ¿acaso llegarías a la tonta conclusión de que el trompo comenzó a dar vueltas solo? ¡Ninguna persona medianamente inteligente llegaría a esa conclusión! Si hay un trompo girando a toda velocidad, de seguro alguien acaba de darle un impulso y salió de la habitación justo antes de que tú entraras. O tal vez estaba muy apurado o quiso que creyeras que lo hizo un fantasma. Pero en ningún caso llegarías a la conclusión de que se puso en movimiento por sí mismo, ¿verdad?
¿Y si sales de la habitación y regresas después de 10 minutos, y ves que el trompo sigue girando a toda velocidad? ¿Llegarías a la conclusión de que se siguió dando impulso a sí mismo? ¡No! Primero pensarías que la persona que le dio impulso la primera vez regresó y volvió a impulsarlo, o comenzarías a imaginar que tiene un mecanismo interno que lo hace girar por mucho tiempo, ¿verdad? En ningún caso llegarías a la conclusión de que se sostuvo por sí mismo, ¿verdad?
En última instancia, quizás pensarías que lo hizo un fantasma. Sin embargo, lo interesante de esta última postura, aunque jalada de los pelos, seguiría indicando que rehúsas creer que el trompo se impulsó a sí mismo, una opción que en tu mente está prácticamente descartada. Tendrías que creer que el trompo tiene vida, algo aún más descabellado.
Pero ¿qué tal si te quedas en la habitación y no le quitas los ojos de encima hasta que se detenga, porque quieres salir de la duda respecto a tu hipótesis de que el trompo tiene que caer en algún momento?
Si viéramos un trompo girando, la conclusión lógica sería que alguien le dio impulso. No lo digo yo, lo dice la Ley de la Inercia. Ningún objeto puede ponerse en movimiento por sí mismo.
Es como si la naturaleza estuviera susurrando: "Todas las cosas están en su debido lugar. Todos los seres vivos deberían armonizar bien, unos con otros, en mi ecosistema. Solo faltas tú, que entiendas lo que estoy tratando de decirte. Estoy esperando que entiendas mi mensaje y que captes mi comunicación. Estoy esperando que te adaptes a mí (porque ni modo que yo me adapté a ti)."
Por no prestar atención a ese pequeño detalle, la humanidad se aleja cada vez más de la verdadera causa y propósito que hay detrás de todo. Y por lo que vemos en las noticias, los ingobernables están acelerando cada vez más rápido hacia su autodestrucción sin siquiera haber llegado a descubrir qué papel jugaban en todo el equilibrio cósmico.
Cuanto más cognitiva y fuerte es la relación que uno puede llegar a establecer con el originador del universo, más fuerte es su espiritualidad. ¡Conocer cada vez mejor al Creador es la esencia de la espiritualided!
Sin embargo, aunque los amigos comparten cosas entre sí, cuando se trata de Dios no esperaríamos que él se comportara como nosotros, ¿verdad? Tampoco que se adaptara a nosotros, a nuestros arquetipos y paradigmas, a nuestros prejuicios, vanidades y traumas, a nuestra forma de vivir y de ver el mundo, ni que reaccionara con nuestras actitudes, caprichos y aspiraciones, como si nosotros fuésemos su punto de referencia.
Es evidente que no se nos dio la conciencia, la facultad de razonar y el libre albedrío como una corona. No somos reyes de nada. Muchas grandes ciudades se han convertido en un desastre. ¡Se están asfixiando! ¿Y los estragos que dejan las guerras? Son un testimonio histórico elocuente.
Más bien, Él espera que nos conformemos a Él y que vivamos como se supone que deberíamos vivir. De Él emanan los efectos y la sabiduría que se advierten en la naturaleza, en todas sus leyes y en todas sus causas.
¿Deberíamos esperar que el universo se adapte a nosotros? No, ¿verdad? No somos el centro ni los creadores del universo.
El planeta Tierra es una mota de polvo en el universo. ¡Nosotros somos aún más pequeños! Pero todo lo que vemos alrededor indica que somos parte de un todo. Somos nosotros los que debemos adaptarnos. ¿Qué sentido tiene resistirnos y anteponer una agnotología?
La espiritualidad sirve para escuchar a Dios, relacionarnos con Él y adecuarnos a las cosas creadas por Él, para disfrutar de ellas al máximo y en todas sus formas, para incorporarnos, de una vez por todas, a Su ecosistema, reconociendo que hemos fungido pésimamente como administradores.
El cosmos ya existía cuando aparecimos en escena. No teníamos ninguna autoridad sobre el mismo para modificar el orden en que ya estaba dispuesto. Nuestro deber consistía en observar la obra del Creador, captar su mensaje y procurar entender todo lo que Él estaba tratando de decirnos a través de las leyes naturales, tal como un pintor se comunica con los que ven sus obras.
El tema va para rato. Así que no sería incorrecto que incluyeras estímulos espirituales en tu vida para 'llegar' al corazón de tus oyentes cuando hablas en público, por medio de apelar a su naturaleza humana más profunda.
En la medida en que una persona cultiva una relación de amistad con cualquier persona, está manifestando cualidades que también son necesarias para alcanzar la espiritualidad.
Por ejemplo, si te agrada tener amigos sinceros y verdaderos, es solo porque estás reflejando cualidades innatas que apuntan hacia la espiritualidad.
No vas a invitar a Dios al cine. Pero tal como quieres cultivar ciertas cualidades necesarias para compartirlas con tus amigos más cercanos, cosas como, por ejemplo, la lealtad, el afecto, la confianza, el aprecio, la empatía, el interés altruista, la generosidad y el respeto, igualmente Dios espera que seas como Él desea, y que compartas con él tus más profundos sentimientos procurando una comunicación cada vez más estrecha con Él.
En la medida en que tus amigos respeten ciertas cualidades y las manifiesten, en esa medida puedes esperar que lleguen a ser tus amigos. Si crean malas vibraciones y resultan desleales, desconfiados, traicioneros, despreciables, incomprensivos, egoístas, irrespetuosos, crueles o despiadados, te alejarás de ellos. No quieres su amistad. Es natural.
Igualmente, en la medida en que desarrollas las cualidades de tu Creador, podrás afirmar que estás desarrollando espiritualidad; y en la medida en que no lo hagas, podrás decir que estás alejándote de Él, perdiendo espiritualidad.
Por lo tanto, la fortaleza espiritual te acerca a Dios, y la debilidad espiritual te aleja de Él. No es al revés. Tú tienes que adaptarte a Él. Él no se va a adaptar a ti. El primer paso consiste en reconocer que no existe un efecto sin causa, y que Él tiene un propósito tras todas sus leyes y causas.
Sabemos que solo seres inteligentes pueden diseñar leyes. Pero ¿cuán inteligentes tendrían que ser? Hasta donde se sabe, aparte de los habitantes de la tierra, hasta ahora no se ha sabido de nadie que esté arrojando basura al espacio. Y no solo al espacio, sino a los océanos y al aire, incluso enterrándola en el subsuelo. ¡Estamos de basura hasta el cuello! ¡Arenas movedizas de desperdicios!
Sumemos a eso el arrojo de cantidades ingentes de basura intelectual, emocional y espiritual. Cada vez más jóvenes llegan a un estado de impotencia y desesperación, incluso al borde del suicidio, debido al consumo de drogas, al robo y al asesinato.
Para 2021 se calculó que los productos desechados que se usaron durante la Pandemia elevó a 8000% los índices de contaminación ambiental. Pero nunca se han cuantificado ni calculado los niveles de contaminación espiritual y sus consecuencias. Como si la espiritualidad no fuera importante o no existiera.
La mayoria de la sociedad en el planeta Tierra está cada vez más desordenada, desequilibrada y dividida en sus objetivos, así como en sus métodos y protocolos para alcanzarlos. La gente anda desincronizada. Y muy pocos tienen siquiera la más remota idea del grado al que ha contribuido a dicho estado de confusión la agnotología, por fin descubierta, reconocida y definida en 1979.
Solo hay una manera de alejarse del desorden: Fomentando el orden. Solo hay una manera de alejarse del desequilibrio: Fomentando el equilibrio. Y solo hay una manera de lograr la unidad: Fomentando la unión. Eso significa cultivar cualidades elevadas que nos conviertan en seres espirituales.
Por seres espirituales no me refiero a seres invisibles sino a seres que toman conciencia de su conexión con la fuente de la energía dinámica que dio lugar al universo, la fuente de la sabiduría, el diversificador invisible de los organismos y sistemas.
En sí mismas, todas las buenas cualidades antes mencionadas son invisibles, pero su existencia y sus efectos se reflejan como en un espejo en el trato de seres los humanos: la alegría, el aprecio la generosidad, la paz, la unidad, la bondad, la tranquilidad, el equilibrio, el autocontrol, la autoestima y el respeto, por mencionar solo algunas.
Por ejemplo, ilustremos lo que no se puede ver. Aunque las nubes son visibles, pueden ayudarnos a entender cosas no visibles. ¿De qué manera?
Cuando el cielo está tapado de nubes no podemos ver el Sol, la Luna ni las estrellas, tampoco los aviones que sobrevuelan la ciudad. Es como si se volvieran invisibles. Por eso las nubes aunque son visibles, simbolizan aquello que es invisible.
No significa que el Sol, la Luna, las estrellas y los aviones desaparecieron o no existan. Solo quiere decir que no podemos verlos cuando hay nubes que se interponen.
De hecho, los aviadores saben que es muy peligroso descender y aterrizar cuando el clima se presenta muy nuboso, porque no pueden ver la pista. La pista se ha vuelto invisible a los ojos. Hay leyes internacionales de aviación civil que, en tales casos, les prohíben aterrizar. Para seguir descendiendo tienen que hacer contacto visual con la pista.
No obstante, el concepto de invisibilidad abarca mucho más que las cosas que no podemos ver con los ojos. También implica lo que no podemos ver con el entendimiento, es decir, lo que está más allá de lo que podemos entender y comprender.
Por ejemplo, cuando un científico investiga y profundiza sus conocimientos sobre el universo y lo que lo rodea, aun sin saberlo, está despertando y activando una vía de comunicación espiritual. Y a pesar de que hay muchas cosas que no logra ver, ni siquiera con los más potentes telescopios, sabe que están allí afuera.
En sí mismas, todas las buenas cualidades antes mencionadas son invisibles, pero su existencia y sus efectos se reflejan como en un espejo en el trato de seres los humanos: la alegría, el aprecio la generosidad, la paz, la unidad, la bondad, la tranquilidad, el equilibrio, el autocontrol, la autoestima y el respeto, por mencionar solo algunas.
Por ejemplo, ilustremos lo que no se puede ver. Aunque las nubes son visibles, pueden ayudarnos a entender cosas no visibles. ¿De qué manera?
Cuando el cielo está tapado de nubes no podemos ver el Sol, la Luna ni las estrellas, tampoco los aviones que sobrevuelan la ciudad. Es como si se volvieran invisibles. Por eso las nubes aunque son visibles, simbolizan aquello que es invisible.
No significa que el Sol, la Luna, las estrellas y los aviones desaparecieron o no existan. Solo quiere decir que no podemos verlos cuando hay nubes que se interponen.
De hecho, los aviadores saben que es muy peligroso descender y aterrizar cuando el clima se presenta muy nuboso, porque no pueden ver la pista. La pista se ha vuelto invisible a los ojos. Hay leyes internacionales de aviación civil que, en tales casos, les prohíben aterrizar. Para seguir descendiendo tienen que hacer contacto visual con la pista.
No obstante, el concepto de invisibilidad abarca mucho más que las cosas que no podemos ver con los ojos. También implica lo que no podemos ver con el entendimiento, es decir, lo que está más allá de lo que podemos entender y comprender.
Por ejemplo, cuando un científico investiga y profundiza sus conocimientos sobre el universo y lo que lo rodea, aun sin saberlo, está despertando y activando una vía de comunicación espiritual. Y a pesar de que hay muchas cosas que no logra ver, ni siquiera con los más potentes telescopios, sabe que están allí afuera.
Incluso puede ver o discernir cada una de las leyes que rigen los sistemas universales conocidos y realizar estrictos cálculos basados en leyes matemáticas. De esa manera puede visualizar de algún modo el pasado y el futuro del universo.
Al sondear el universo, los hombres de ciencia suelen sentirse tan profundamente asombrados que no pueden menos que confesar su completa ignorancia sobre la mayoría de las cosas que aún quedan por descubrir.
Al sondear el universo, los hombres de ciencia suelen sentirse tan profundamente asombrados que no pueden menos que confesar su completa ignorancia sobre la mayoría de las cosas que aún quedan por descubrir.
De hecho, cuando el Hubble reveló que el universo se estaba expandiendo a cada vez mayor velocidad, los científicos se salieron de cuadro. ¿Por qué? Porque según sus conocimientos de las leyes físicas, dicha expansión debería estar desacelerando, no acelerando.
Por eso, ante tan abundantes y abrumadoras pruebas de diseño, equilibrio y armonía surgen en sus mentes muchas preguntas. ¡Hay tantos secretos por desentrañar!
No solo se sienten pequeños en comparación, sino con un respetuoso temor de estar a punto de hacer contacto con una inteligencia superior, un contacto espiritual.
Veamos algunos hechos y definiciones indiscutibles:
Veamos algunos hechos y definiciones indiscutibles:
- Los sonidos no se producen a sí mismos
Un ladrido, un bufido o un zureo son producidos por animales. No se producen a sí mismos. Todos los sonidos de la naturaleza se producen por algo que los causa, ya se trate de la vibración de las cuerdas vocales, unas ramas agitadas por el viento o el crujir de la madera seca cuando se expande o contrae. Algo tiene que producir esos sonidos. Un sonido es un efecto, no una causa. - La obra de una persona es autobiográfica
La Ley de Derechos de Autor establece que toda obra humana, ya se trate de una pintura, una escultura, un invento, un libro o una composición musical, es autobiográfica. No se hace a sí misma. Refleja las cualidades de quienes las hicieron. Si el autor estuvo sufriendo, seguramente su obra dará señales de dolor. Si es poderoso, dará señales de poder. Si se siente feliz, dará señales de felicidad. Si es cruel, reflejará crueldad. Si es amoroso, reflejará amor. Si es justo, reflejará justicia. Una obra es un efecto. - Las leyes no se hacen a sí mismas
Una ley no puede crearse ni dictarse a sí misma, ya se trate de una simple ley de tránsito o de una complicada ley física, por sencilla que parezca, como la famosa ley de la equivalencia masa-energía que descubrió Einstein (E=mc²). Se ve simple. Pero para llegar a ella invirtió incontables horas de estudio. Él no inventó la fórmula. Solo la descubrió. - Ningún diseño puede diseñarse a sí mismo
Un diseño es el efecto de una inteligencia. Un diseño no puede crearse ni diseñarse a sí mismo, ya se trate de la estructura simple de unos tennis o de un complicado sistema intergaláctico. Los complicados movimientos de las hermosas cortinas celestiales de la Aurora Boreral no se diseñan a sí mismos. Son el resultado de una ley física. Y aunque un elefante lance pinceladas de color sobre un lienzo, tendríamos que reconocer que lo hizo el elefante.
Concentrémonos en el efecto
Es un hecho innegable que todo a nuestro alrededor tiene una causa. No sería congruente negar que lo que nos rodea tiene una causa. Pero ¿qué es una causa?
En general, se define una causa como un hecho, fenómeno, situación, actitud o antecedente lógico, natural o real que produce o provoca una acción, reacción, efecto o consecuencia.
Si en un clima caluroso dos ramas secas de un árbol se frotan constantemente por el impulso del viento, podrían encender un fuego. Pero si el fuego es producido intencionalmente por una persona, se dice que lo hizo casualmente, con una finalidad o con un propósito. Los animales llamados inferiores no encienden fuego.
Lamentablemente, se tiende a suponer que los fenómenos naturales son casuales y que por tanto no tienen una causa, propósito ni finalidad. Pero ¿es así? Si se razona que no puede existir un efecto sin algo que lo cause, ¿por qué extraña suerte de pensamiento podría quedar en pie la hipótesis de que no hubo una causa si el efecto es más que evidente?
Es un hecho innegable que todo a nuestro alrededor tiene una causa. No sería congruente negar que lo que nos rodea tiene una causa. Pero ¿qué es una causa?
En general, se define una causa como un hecho, fenómeno, situación, actitud o antecedente lógico, natural o real que produce o provoca una acción, reacción, efecto o consecuencia.
Si en un clima caluroso dos ramas secas de un árbol se frotan constantemente por el impulso del viento, podrían encender un fuego. Pero si el fuego es producido intencionalmente por una persona, se dice que lo hizo casualmente, con una finalidad o con un propósito. Los animales llamados inferiores no encienden fuego.
Lamentablemente, se tiende a suponer que los fenómenos naturales son casuales y que por tanto no tienen una causa, propósito ni finalidad. Pero ¿es así? Si se razona que no puede existir un efecto sin algo que lo cause, ¿por qué extraña suerte de pensamiento podría quedar en pie la hipótesis de que no hubo una causa si el efecto es más que evidente?
Tal conclusión no sería producto de un razonamiento, sino efecto de alguna clase de influencia o estímulo agnotológico.
Podría sorprender algún día a alguien si asentara su vivienda en un lugar donde hubo alguna vez una inundación, un incendio forestal o una tormenta. Podría reflexionar en el hecho de que fueron parte del equilibrio natural, diferentes efectos o consecuencias de un escenario que simplemente reaccionaba a causa de leyes naturales inmutables.
El tal caso, nos corresponde tener en cuenta el ecosistema y adecuarnos a él, no culparlo por reaccionar según leyes físicas y químicas que siempre han existido y mantenido todo controlado. Felizmente, muchos científicos se esmeran por estar cada vez más capacitados para sugerir dónde -y dónde no- asentar nuestras viviendas.
Si los seres humanos trastornamos el ecosistema, las reacciones serán diferentes porque el ecosistema siempre obedecerá las leyes que lo controlan. Los seres humanos no tenemos el conocimiento, el poder ni la autoridad para cambiar, torcer ni pasar por alto esas leyes.
Podría sorprender algún día a alguien si asentara su vivienda en un lugar donde hubo alguna vez una inundación, un incendio forestal o una tormenta. Podría reflexionar en el hecho de que fueron parte del equilibrio natural, diferentes efectos o consecuencias de un escenario que simplemente reaccionaba a causa de leyes naturales inmutables.
El tal caso, nos corresponde tener en cuenta el ecosistema y adecuarnos a él, no culparlo por reaccionar según leyes físicas y químicas que siempre han existido y mantenido todo controlado. Felizmente, muchos científicos se esmeran por estar cada vez más capacitados para sugerir dónde -y dónde no- asentar nuestras viviendas.
Si los seres humanos trastornamos el ecosistema, las reacciones serán diferentes porque el ecosistema siempre obedecerá las leyes que lo controlan. Los seres humanos no tenemos el conocimiento, el poder ni la autoridad para cambiar, torcer ni pasar por alto esas leyes.
Solo podemos estudiarlas, obedecerlas, hallar el lugar que nos corresponde y esforzarnos por armonizar con el todo. Si llueve, podemos disfrutar de la lluvia o ponernos a buen recaudo. Pero nada cambiará si la maldecimos, le dedicamos un baile o fingimos que no está ocurriendo.
Por ejemplo, en el ámbito legal se considera que un contrato es nulo o inexistente si no tiene una causa legítima. Tiene que existir una causa y estar respaldada por ideas, objetivos, intenciones o proyectos sociales, políticos, religiosos, humanitarios o de otro tipo. Toda causa tiene una razón de ser.
En todo orden de cosas, las causas y los efectos seguirán relacionados intrínsecamente por toda la eternidad. Los efectos seguirán arrojando luz sobre las causas, y las causas sobre los efectos, dando testimonio de la intención, propósito y objetivo de quien las causó.
Si concordamos con que no puede existir un diseño sin un diseñador, también nos corresponde razonar que no puede haber una causa sin un causador, especialmente si los efectos obedecen a leyes físicas y matemáticas diseñadas con precisión. ¿No hemos concordado con que una ley no puede promulgarse a sí misma?
Por ejemplo, la Ley de la Inercia nos enseña que una pelota no se puede mover a menos que algo o alguien le dé un impulso. Dicho impulso se convierte en una causa.
Por ejemplo, en el ámbito legal se considera que un contrato es nulo o inexistente si no tiene una causa legítima. Tiene que existir una causa y estar respaldada por ideas, objetivos, intenciones o proyectos sociales, políticos, religiosos, humanitarios o de otro tipo. Toda causa tiene una razón de ser.
En todo orden de cosas, las causas y los efectos seguirán relacionados intrínsecamente por toda la eternidad. Los efectos seguirán arrojando luz sobre las causas, y las causas sobre los efectos, dando testimonio de la intención, propósito y objetivo de quien las causó.
Si concordamos con que no puede existir un diseño sin un diseñador, también nos corresponde razonar que no puede haber una causa sin un causador, especialmente si los efectos obedecen a leyes físicas y matemáticas diseñadas con precisión. ¿No hemos concordado con que una ley no puede promulgarse a sí misma?
Por ejemplo, la Ley de la Inercia nos enseña que una pelota no se puede mover a menos que algo o alguien le dé un impulso. Dicho impulso se convierte en una causa.
El movimiento de una pelota es un efecto, un resultado, reacción o consecuencia. Si la pelota se mueve en línea recta y en movimiento constante o acelerado, solo puede haber una explicación científica: Alguien o algo está impulsándola. Si no, desaceleraría y acabaría quedándose quieta, en reposo absoluto. Es una ley inmutable de la naturaleza.
Por decirlo de otra manera, el universo está repleto de millones y millones de pelotas llamadas estrellas, asteroides y planetas que siguen en movimiento constante de rotación y traslación. ¿Te has preguntado alguna vez por qué hace tiempo no se quedaron quietos y en absoluto reposo? Pero si están acelerando y expandiéndose ordenadamente, entonces, según las leyes de la naturaleza, algo o alguien es la causa.
Por decirlo de otra manera, el universo está repleto de millones y millones de pelotas llamadas estrellas, asteroides y planetas que siguen en movimiento constante de rotación y traslación. ¿Te has preguntado alguna vez por qué hace tiempo no se quedaron quietos y en absoluto reposo? Pero si están acelerando y expandiéndose ordenadamente, entonces, según las leyes de la naturaleza, algo o alguien es la causa.
La perfección y movimiento dinámico que se observa en el equilibrio de los cuerpos celestes, y sabiendo que responden a leyes precisas descubiertas por la humanidad, arroja luz sobre la firma o rúbrica de un diseñador y causador. No existe un razonamiento lógico que lleve a otra conclusión.
Otro ejemplo. Un acto equilibrista no puede ser el resultado de la casualidad. ¿por qué dudamos entonces de que el equilibrio perfecto del cosmos sea intencional y, sobre todo, que tenga un propósito? Si dudamos o negamos una razón tan evidente, solo sería por efecto de alguna influencia agnotológica.
Por eso la imagen de arriba ilustra la espiritualidad en el sentido de que se relaciona con el efecto de estar uno con personas a quienes aprecia mucho, lo cual incluye sobre todo a la persona que se revela a través de los diversos sistemas que ha puesto en orden.
Porque cuanto más profundizamos y analizamos los efectos en la naturaleza, mejor entendemos sus causas y los diferentes propósitos y objetivos que hay detrás cada sistema, ciclo natural o ley física, química y matemática, lo cual hace que nuestro entendimiento mejore y aumente.
De hecho, siempre he pensado que un científico es en realidad una especie de forense en reversa, o sea, no en el sentido de encargarse de determinar las causas que provocaron la muerte de una persona, sino en el de determinar por qué causa está viva.
Otro ejemplo. Un acto equilibrista no puede ser el resultado de la casualidad. ¿por qué dudamos entonces de que el equilibrio perfecto del cosmos sea intencional y, sobre todo, que tenga un propósito? Si dudamos o negamos una razón tan evidente, solo sería por efecto de alguna influencia agnotológica.
Por eso la imagen de arriba ilustra la espiritualidad en el sentido de que se relaciona con el efecto de estar uno con personas a quienes aprecia mucho, lo cual incluye sobre todo a la persona que se revela a través de los diversos sistemas que ha puesto en orden.
Porque cuanto más profundizamos y analizamos los efectos en la naturaleza, mejor entendemos sus causas y los diferentes propósitos y objetivos que hay detrás cada sistema, ciclo natural o ley física, química y matemática, lo cual hace que nuestro entendimiento mejore y aumente.
De hecho, siempre he pensado que un científico es en realidad una especie de forense en reversa, o sea, no en el sentido de encargarse de determinar las causas que provocaron la muerte de una persona, sino en el de determinar por qué causa está viva.
Por ejemplo, si entras a una habitación y ves un trompo girando a toda velocidad, pero no ves a nadie en la habitación, ¿acaso llegarías a la tonta conclusión de que el trompo comenzó a dar vueltas solo? ¡Ninguna persona medianamente inteligente llegaría a esa conclusión! Si hay un trompo girando a toda velocidad, de seguro alguien acaba de darle un impulso y salió de la habitación justo antes de que tú entraras. O tal vez estaba muy apurado o quiso que creyeras que lo hizo un fantasma. Pero en ningún caso llegarías a la conclusión de que se puso en movimiento por sí mismo, ¿verdad?
¿Y si sales de la habitación y regresas después de 10 minutos, y ves que el trompo sigue girando a toda velocidad? ¿Llegarías a la conclusión de que se siguió dando impulso a sí mismo? ¡No! Primero pensarías que la persona que le dio impulso la primera vez regresó y volvió a impulsarlo, o comenzarías a imaginar que tiene un mecanismo interno que lo hace girar por mucho tiempo, ¿verdad? En ningún caso llegarías a la conclusión de que se sostuvo por sí mismo, ¿verdad?
En última instancia, quizás pensarías que lo hizo un fantasma. Sin embargo, lo interesante de esta última postura, aunque jalada de los pelos, seguiría indicando que rehúsas creer que el trompo se impulsó a sí mismo, una opción que en tu mente está prácticamente descartada. Tendrías que creer que el trompo tiene vida, algo aún más descabellado.
Pero ¿qué tal si te quedas en la habitación y no le quitas los ojos de encima hasta que se detenga, porque quieres salir de la duda respecto a tu hipótesis de que el trompo tiene que caer en algún momento?
Quieres constatar cómo fue posible que el trompo se mantuviera girando sin que nadie le diera mantenimiento al impulso. Instintivamente sabes que tiene que cumplirse la entropía. Se tiene que consumir su energía.
Con esa lógica, se considera que la futura y lejana muerte del universo se basa en el principio de entropía. Todos tienen un concepto básico de orden y desorden, pero pocos recapacitan en que el hecho de que el cambio de una situación a otra por desgaste (entropía) indefectiblemente implicará el final del movimiento, la muerte del universo.
Los científicos sacan sus conclusiones a partir de leyes descubiertas por el hombre, las cuales se convierten en premisas para razonar y resolver incógnitas. Pero al mismo tiempo reconocen que saben muy poco acerca del universo, por lo cual fabrican telescopios más grandes y naves espaciales más sofisticadas.
Observar el movimiento de los planetas del Sistema Solar es como ver un montón de trompos de todos los tamaños girando y girando hace miles de millones de años en órbitas increíblemente precisas y coordinadas. Que sepamos, hasta ahora el universo no ha dado muestras de querer detenerse, sino de acelerar y seguir expandiéndose. Los científicos dicen, basándose en sus conocimientos y descubrimientos, que algún día se detendrá y morirá. Pero ¿crees que podrán quedarse en la habitación para comprobarlo?
Se podría decir en palabras simples que la entropía es el principio del desgaste, un método para medir la energía útil y la energía inútil. Pero hay otro ejemplo interesante.
No hablemos de un trompo, sino de un automóvil que viaja de sur a norte por muchos kilómetros. ¿Qué ocurrirá con el tiempo? Lógicamente, se le acabará el combustible y se detendrá completamente. Se cumplirá la ley de inercia y de entropía. Se le terminará la energía y se le acabará la gracia, ¿verdad? No necesariamente, porque el conductor no es tonto. Se detiene de cuando en cuando en diferentes estaciones de servicio y recarga el tanque, prosiguiendo su camino.
Ese es el componente que la mayoría de científicos se niegan a incluir en sus consideraciones. Porque no creen que hay alguien detrás de todo, sosteniendo y sustentando la energía del universo.
Aunque el principio de inercia indica que ningún cuerpo puede moverse a menos que una fuerza o energía externa lo impulse, la ciencia niega que el universo pueda mantenerse en movimiento permanentemente.
En otras palabras, aceptan que cierta fuerza dinámica existió y estuvo presente para dar el impulso original al universo, porque hubiera sido totalmente inaceptable que ocurriera de otra manera. Sin embargo, niegan que la misma fuerza haya seguido manteniéndolo en movimiento. ¿Aceptan la ley y luego la niegan? ¿Por qué digo esto?
Por que el principio de entropía es la prueba más evidente de que el universo no solamente está bullendo de actividad y energía, sino que está siendo mantenido y sostenido de modo que continúa expandiéndose a velocidades cada vez mayores. El principio de entropía indica que más bien debería estar disminuyendo su velocidad y deteniéndose, no aumentando Eso es absolutamente desconcertante.
Es un factor que indica que los sistemas no solo fueron causados, sino que evidentemente se han mantenido en movimiento con una energía inagotable durante miles de millones de años, como un trompo que hasta ahora no solo no se sabe cuando de detendrá, sino que evidentemente está acelerando.
"Pero se detendrá", dicen. Pero ¿cómo y cuándo, si se está expandiendo a cada vez mayor velocidad?
Al ver el trompo dando vueltas, tú y yo podemos razonar que en algún momento tiene que caer. Pero después de haber esperado un tiempo razonable, de repente ingresa alguien a la habitación y le renueva el impulso. Entonces exclamamos: "¡Ahhh!". Y atamos cabos, añadimos un concepto a nuestra ecuación y nos damos cuenta de que teníamos razón: "Era imposible que el trompo siguiera moviéndose a sí mismo indefinidamente. O alguien le daba impulso, o caería y se detendría". En eso todos los científicos concuerdan y están en lo correcto: Es imposible que un sistema se mueva indefinidamente por sí mismo.
Lamentablemente, aunque razonan sobre este asunto cuando se trata de un trompo pequeño, no reconocen que alguien tiene que estar manteniendo al universo. Han sacado al Creador de la ecuación. Él es parte de la ecuación. ¡Él es el autor de todas las ecuaciones! Sin esa pieza vital de sabiduría, nunca van a armar el rompecabezas y entender por qué hay un universo y quién lo sostiene.
Con esa lógica, se considera que la futura y lejana muerte del universo se basa en el principio de entropía. Todos tienen un concepto básico de orden y desorden, pero pocos recapacitan en que el hecho de que el cambio de una situación a otra por desgaste (entropía) indefectiblemente implicará el final del movimiento, la muerte del universo.
Los científicos sacan sus conclusiones a partir de leyes descubiertas por el hombre, las cuales se convierten en premisas para razonar y resolver incógnitas. Pero al mismo tiempo reconocen que saben muy poco acerca del universo, por lo cual fabrican telescopios más grandes y naves espaciales más sofisticadas.
Observar el movimiento de los planetas del Sistema Solar es como ver un montón de trompos de todos los tamaños girando y girando hace miles de millones de años en órbitas increíblemente precisas y coordinadas. Que sepamos, hasta ahora el universo no ha dado muestras de querer detenerse, sino de acelerar y seguir expandiéndose. Los científicos dicen, basándose en sus conocimientos y descubrimientos, que algún día se detendrá y morirá. Pero ¿crees que podrán quedarse en la habitación para comprobarlo?
Se podría decir en palabras simples que la entropía es el principio del desgaste, un método para medir la energía útil y la energía inútil. Pero hay otro ejemplo interesante.
No hablemos de un trompo, sino de un automóvil que viaja de sur a norte por muchos kilómetros. ¿Qué ocurrirá con el tiempo? Lógicamente, se le acabará el combustible y se detendrá completamente. Se cumplirá la ley de inercia y de entropía. Se le terminará la energía y se le acabará la gracia, ¿verdad? No necesariamente, porque el conductor no es tonto. Se detiene de cuando en cuando en diferentes estaciones de servicio y recarga el tanque, prosiguiendo su camino.
Ese es el componente que la mayoría de científicos se niegan a incluir en sus consideraciones. Porque no creen que hay alguien detrás de todo, sosteniendo y sustentando la energía del universo.
Aunque el principio de inercia indica que ningún cuerpo puede moverse a menos que una fuerza o energía externa lo impulse, la ciencia niega que el universo pueda mantenerse en movimiento permanentemente.
En otras palabras, aceptan que cierta fuerza dinámica existió y estuvo presente para dar el impulso original al universo, porque hubiera sido totalmente inaceptable que ocurriera de otra manera. Sin embargo, niegan que la misma fuerza haya seguido manteniéndolo en movimiento. ¿Aceptan la ley y luego la niegan? ¿Por qué digo esto?
Por que el principio de entropía es la prueba más evidente de que el universo no solamente está bullendo de actividad y energía, sino que está siendo mantenido y sostenido de modo que continúa expandiéndose a velocidades cada vez mayores. El principio de entropía indica que más bien debería estar disminuyendo su velocidad y deteniéndose, no aumentando Eso es absolutamente desconcertante.
Es un factor que indica que los sistemas no solo fueron causados, sino que evidentemente se han mantenido en movimiento con una energía inagotable durante miles de millones de años, como un trompo que hasta ahora no solo no se sabe cuando de detendrá, sino que evidentemente está acelerando.
"Pero se detendrá", dicen. Pero ¿cómo y cuándo, si se está expandiendo a cada vez mayor velocidad?
Al ver el trompo dando vueltas, tú y yo podemos razonar que en algún momento tiene que caer. Pero después de haber esperado un tiempo razonable, de repente ingresa alguien a la habitación y le renueva el impulso. Entonces exclamamos: "¡Ahhh!". Y atamos cabos, añadimos un concepto a nuestra ecuación y nos damos cuenta de que teníamos razón: "Era imposible que el trompo siguiera moviéndose a sí mismo indefinidamente. O alguien le daba impulso, o caería y se detendría". En eso todos los científicos concuerdan y están en lo correcto: Es imposible que un sistema se mueva indefinidamente por sí mismo.
Lamentablemente, aunque razonan sobre este asunto cuando se trata de un trompo pequeño, no reconocen que alguien tiene que estar manteniendo al universo. Han sacado al Creador de la ecuación. Él es parte de la ecuación. ¡Él es el autor de todas las ecuaciones! Sin esa pieza vital de sabiduría, nunca van a armar el rompecabezas y entender por qué hay un universo y quién lo sostiene.
Si viéramos un trompo girando, la conclusión lógica sería que alguien le dio impulso. No lo digo yo, lo dice la Ley de la Inercia. Ningún objeto puede ponerse en movimiento por sí mismo.
Si viéramos que el trompo del ejemplo sigue girando y girando sin parar durante millones de años, razonaríamos que alguien tiene que estar dándole mantenimiento al impulso. Tampoco lo digo yo. Lo dice el principio de Entropía.
Gracias a la invensión y a los alcances del telescopio Hubble, en 1998 se descubrió (para asombro de los científicos) que el universo constantemente se está expandiendo y alejando de su centro a velocidades cada vez mayores.
Piensa en esto: Muchas personas se arremolinan en torno a una obra de arte en una exposición de pintura, mostrando su admiración por el estilo y la inspiración del pintor. Aunque no lo conocen, ¿no es cierto que podrían pensar que el autor está conectándose o comunicándose con ellos a través de su obra? ¡Por supuesto! Y cuando un auditorio aplaude la actuación de su artista favorito, ¿no es cierto que podríamos decir que se ha comunicado con el público a través de su actuación? ¡Claro que sí!
Y cuando un científico recibe un premio por un descubrimiento, ¿no es cierto que lo merece? ¡Por supuesto! Pero ¿sobre quién debería recaer el mayor mérito, sobre el que lo descubrió o sobre el que lo creó o diseñó? ¡Sobre el que lo creó y diseñó, por supuesto!Entonces, ¿quién tiene más mérito? ¿El que mira cómo gira el trompo o el que lo hace girar?
Por lo tanto, si comprendemos que un pintor se comunica con sus admiradores a través de sus pinturas, ¿por qué no pensar exactamente lo mismo cuando contemplamos una puesta de sol, o cuando alzamos los ojos a las estrellas por la noche, o cuando sentimos la majestuosidad de las olas del mar, el arrullo de un arrollo, la caricia de una brisa, el trino de los pajaritos en un parque o cuando estudiamos las ecuaciones universales.
¡En realidad contemplamos obras de arte originales en la naturaleza todos los días! Los pintores solo se inspiran en ellas y las copian. ¿Por qué dudar de que existe un artista muy superior que está comunicándose con nosotros a través de sus hermosas y originales obras, llámeseles pajaritos o planetas?
Si la gente puede razonar que un pintor puede comunicarse a través de sus pinturas, ¿por qué a algunos les resulta tan difícil razonar que ocurre exactamente lo mismo cuando contempla el cuadro original que le sirve de inspiración al pintor? Si una simple pintura nos conecta con el pintor, ¿diríamos que nadie se comunica con nosotros mediante cada puesta de sol original? ¿No suena eso un poco incongruente?
¿Qué es más espectacular, el original plasmado en el horizonte mediante pinceladas de leyes físicas hermosamente combinadas, o una copia realizada por un pintor sobre un simple lienzo con pinceles de colores?
A un ateo tal vez le cueste mucho entender estas cosas porque quizás nunca las había analizado desde otras perspectivas. Pero si alguna vez se preguntara si Dios existe, o si Dios es alguien, o algo, ¿se preguntaría también si sería posible comunicarte con él?
Piensa en esto: Muchas personas se arremolinan en torno a una obra de arte en una exposición de pintura, mostrando su admiración por el estilo y la inspiración del pintor. Aunque no lo conocen, ¿no es cierto que podrían pensar que el autor está conectándose o comunicándose con ellos a través de su obra? ¡Por supuesto! Y cuando un auditorio aplaude la actuación de su artista favorito, ¿no es cierto que podríamos decir que se ha comunicado con el público a través de su actuación? ¡Claro que sí!
Y cuando un científico recibe un premio por un descubrimiento, ¿no es cierto que lo merece? ¡Por supuesto! Pero ¿sobre quién debería recaer el mayor mérito, sobre el que lo descubrió o sobre el que lo creó o diseñó? ¡Sobre el que lo creó y diseñó, por supuesto!Entonces, ¿quién tiene más mérito? ¿El que mira cómo gira el trompo o el que lo hace girar?
Por lo tanto, si comprendemos que un pintor se comunica con sus admiradores a través de sus pinturas, ¿por qué no pensar exactamente lo mismo cuando contemplamos una puesta de sol, o cuando alzamos los ojos a las estrellas por la noche, o cuando sentimos la majestuosidad de las olas del mar, el arrullo de un arrollo, la caricia de una brisa, el trino de los pajaritos en un parque o cuando estudiamos las ecuaciones universales.
¡En realidad contemplamos obras de arte originales en la naturaleza todos los días! Los pintores solo se inspiran en ellas y las copian. ¿Por qué dudar de que existe un artista muy superior que está comunicándose con nosotros a través de sus hermosas y originales obras, llámeseles pajaritos o planetas?
Si la gente puede razonar que un pintor puede comunicarse a través de sus pinturas, ¿por qué a algunos les resulta tan difícil razonar que ocurre exactamente lo mismo cuando contempla el cuadro original que le sirve de inspiración al pintor? Si una simple pintura nos conecta con el pintor, ¿diríamos que nadie se comunica con nosotros mediante cada puesta de sol original? ¿No suena eso un poco incongruente?
¿Qué es más espectacular, el original plasmado en el horizonte mediante pinceladas de leyes físicas hermosamente combinadas, o una copia realizada por un pintor sobre un simple lienzo con pinceles de colores?
A un ateo tal vez le cueste mucho entender estas cosas porque quizás nunca las había analizado desde otras perspectivas. Pero si alguna vez se preguntara si Dios existe, o si Dios es alguien, o algo, ¿se preguntaría también si sería posible comunicarte con él?
Y si así es, ¿acaso no podría llegar a conocerlo y a cultivar una estrecha relación con Él, como la de verdaderos amigos? ¿Es realmente posible llegar a ser amigos de Dios? ¿Acaso no escuchamos que a través de sus obras está diciéndonos: Me gustaría que fuéramos amigos?
Algunas personas que contemplan cierta obra de arte se sienten tan identificadas con el autor que desearían conocerlo en persona. Correspondientemente, no debería extrañarnos que el universo despierte en nosotros el deseo de conocer al que lo diseñó y creó, y que a su vez Él quiere eso, que lo conozcamos y nos relacionemos con Él.
Algunas personas que contemplan cierta obra de arte se sienten tan identificadas con el autor que desearían conocerlo en persona. Correspondientemente, no debería extrañarnos que el universo despierte en nosotros el deseo de conocer al que lo diseñó y creó, y que a su vez Él quiere eso, que lo conozcamos y nos relacionemos con Él.
¡La esencia de la espiritualidad!
El hecho de que no tengamos capacidad para entender por qué un león tiene que comerse a una gacela, no invalida el equilibrio perfecto del ecosistema.
Igualmente, el hecho de que no entendamos por qué un terremoto tiene que provocar un tsunami no invalida el equilibrio de las leyes físicas que entran en acción cuando ocurre un movimiento tectónico. Hay muchas causas y efectos que están más allá de nuestro entendimiento, pero nunca estuvieron fuera de control. Solo obedecían leyes naturales.
Por definirla de un modo entendible, la espiritualidad es todo aquello que nos ayuda a entender, iniciar, establecer, mantener y profundizar una relación con el Creador del universo a través de su peculiar forma de comunicarse, lo cual nos muestra cómo es él y lo qué espera de nosotros.
Entender, iniciar, establecer, mantener y profundizar una relación con el Creador no es algo impuesto, tal como queda plenamente demostrado por la existencia de los ateos. Su libre albedrío merece todo nuestro respeto.
Por ejemplo, cuando contemplamos un paisaje hermoso, un pensamiento que debería surgir en nuestra mente es: "Estoy esperando". ¿Quién espera qué?
El hecho de que no tengamos capacidad para entender por qué un león tiene que comerse a una gacela, no invalida el equilibrio perfecto del ecosistema.
Igualmente, el hecho de que no entendamos por qué un terremoto tiene que provocar un tsunami no invalida el equilibrio de las leyes físicas que entran en acción cuando ocurre un movimiento tectónico. Hay muchas causas y efectos que están más allá de nuestro entendimiento, pero nunca estuvieron fuera de control. Solo obedecían leyes naturales.
Por definirla de un modo entendible, la espiritualidad es todo aquello que nos ayuda a entender, iniciar, establecer, mantener y profundizar una relación con el Creador del universo a través de su peculiar forma de comunicarse, lo cual nos muestra cómo es él y lo qué espera de nosotros.
Entender, iniciar, establecer, mantener y profundizar una relación con el Creador no es algo impuesto, tal como queda plenamente demostrado por la existencia de los ateos. Su libre albedrío merece todo nuestro respeto.
Por ejemplo, cuando contemplamos un paisaje hermoso, un pensamiento que debería surgir en nuestra mente es: "Estoy esperando". ¿Quién espera qué?
Es como si la naturaleza estuviera susurrando: "Todas las cosas están en su debido lugar. Todos los seres vivos deberían armonizar bien, unos con otros, en mi ecosistema. Solo faltas tú, que entiendas lo que estoy tratando de decirte. Estoy esperando que entiendas mi mensaje y que captes mi comunicación. Estoy esperando que te adaptes a mí (porque ni modo que yo me adapté a ti)."
Por no prestar atención a ese pequeño detalle, la humanidad se aleja cada vez más de la verdadera causa y propósito que hay detrás de todo. Y por lo que vemos en las noticias, los ingobernables están acelerando cada vez más rápido hacia su autodestrucción sin siquiera haber llegado a descubrir qué papel jugaban en todo el equilibrio cósmico.
Cuanto más cognitiva y fuerte es la relación que uno puede llegar a establecer con el originador del universo, más fuerte es su espiritualidad. ¡Conocer cada vez mejor al Creador es la esencia de la espiritualided!
Sin embargo, aunque los amigos comparten cosas entre sí, cuando se trata de Dios no esperaríamos que él se comportara como nosotros, ¿verdad? Tampoco que se adaptara a nosotros, a nuestros arquetipos y paradigmas, a nuestros prejuicios, vanidades y traumas, a nuestra forma de vivir y de ver el mundo, ni que reaccionara con nuestras actitudes, caprichos y aspiraciones, como si nosotros fuésemos su punto de referencia.
Es evidente que no se nos dio la conciencia, la facultad de razonar y el libre albedrío como una corona. No somos reyes de nada. Muchas grandes ciudades se han convertido en un desastre. ¡Se están asfixiando! ¿Y los estragos que dejan las guerras? Son un testimonio histórico elocuente.
Más bien, Él espera que nos conformemos a Él y que vivamos como se supone que deberíamos vivir. De Él emanan los efectos y la sabiduría que se advierten en la naturaleza, en todas sus leyes y en todas sus causas.
¿Deberíamos esperar que el universo se adapte a nosotros? No, ¿verdad? No somos el centro ni los creadores del universo.
El planeta Tierra es una mota de polvo en el universo. ¡Nosotros somos aún más pequeños! Pero todo lo que vemos alrededor indica que somos parte de un todo. Somos nosotros los que debemos adaptarnos. ¿Qué sentido tiene resistirnos y anteponer una agnotología?
La espiritualidad sirve para escuchar a Dios, relacionarnos con Él y adecuarnos a las cosas creadas por Él, para disfrutar de ellas al máximo y en todas sus formas, para incorporarnos, de una vez por todas, a Su ecosistema, reconociendo que hemos fungido pésimamente como administradores.
El cosmos ya existía cuando aparecimos en escena. No teníamos ninguna autoridad sobre el mismo para modificar el orden en que ya estaba dispuesto. Nuestro deber consistía en observar la obra del Creador, captar su mensaje y procurar entender todo lo que Él estaba tratando de decirnos a través de las leyes naturales, tal como un pintor se comunica con los que ven sus obras.
Pero como humanidad, y en términos generales, no hemos captado el mensaje. Hemos aceptado como verdad la agnotología y hemos recibido en nosotros mismos el impacto de las consecuencias, el impacto de un encuentro frontal con la verdad.
Absolutamente todos los científicos concuerdan en que existen leyes matemáticas, físicas, químicas y biológicas que rigen o gobiernan el universo. Pero ¿nos hemos detenido a pensar en lo que significa que haya leyes físicas y que nos gobiernen? ¿No nos enseñan los resultados la necesidad de contar también con leyes morales?
Absolutamente todos los científicos concuerdan en que existen leyes matemáticas, físicas, químicas y biológicas que rigen o gobiernan el universo. Pero ¿nos hemos detenido a pensar en lo que significa que haya leyes físicas y que nos gobiernen? ¿No nos enseñan los resultados la necesidad de contar también con leyes morales?
¿Una política moral?
En términos generales, una ley se define como una norma justa, diseñada y dictada por una autoridad competente a fin de ajustar o regular el comportamiento general.
En términos generales, una ley se define como una norma justa, diseñada y dictada por una autoridad competente a fin de ajustar o regular el comportamiento general.
Si existen leyes, existe también un político que las diseña, dicta y promulga, y ya hemos razonado que una ley no puede diseñarse ni dictarse a sí misma.
Al observar el universo y su interrelación dinámica con los sistemas estelares, los científicos han descubierto que existen leyes inmutables que ya estaban allí funcionando antes de que el ser humano viniera a la existencia. De esa manera reconocen y dan por sentado que alguien las diseñó.
Cuanto más investigamos el universo y sus ecosistemas, más profundizamos el conocimiento de las leyes que lo gobiernan. No hay vuelta que darle. ¡Son leyes magníficas!
Al hacerlo, verificamos por nosotros mismos que no existe manera de contradecirlas, modificarlas ni desaparecerlas. Solo nos queda descubrirlas, descifrarlas, adaptarnos a ellas y aprender a armonizar con ellas.
Al observar el universo y su interrelación dinámica con los sistemas estelares, los científicos han descubierto que existen leyes inmutables que ya estaban allí funcionando antes de que el ser humano viniera a la existencia. De esa manera reconocen y dan por sentado que alguien las diseñó.
Cuanto más investigamos el universo y sus ecosistemas, más profundizamos el conocimiento de las leyes que lo gobiernan. No hay vuelta que darle. ¡Son leyes magníficas!
Al hacerlo, verificamos por nosotros mismos que no existe manera de contradecirlas, modificarlas ni desaparecerlas. Solo nos queda descubrirlas, descifrarlas, adaptarnos a ellas y aprender a armonizar con ellas.
La naturaleza nos enseña de esa forma que existe un único político en el universo: La persona que dictó todas las leyes, incluidas las morales.
Nadie en su sano juicio discutiría la Ley de Gravedad, que es el sistema que mantiene todo en su lugar en el universo, ni la Ley de Termodinámica, que equilibra las temperaturas, ni la Ley de la Inercia, que arroja luz sobre el movimiento de los cuerpos. O nos adaptamos a ellas o saldremos perdiendo. ¡Porque son leyes universales e inmutables que no están sujetas a nuestro caprichoso criterio!
¿Qué tienen que ver estas leyes con la espiritualidad?
Si nos detenemos a pensar, todo en el universo se relaciona con la espiritualidad, las cosas visibles e invisibles. Nos alejamos o nos acercamos a la verdad. No permanecemos inertes.
Nadie en su sano juicio discutiría la Ley de Gravedad, que es el sistema que mantiene todo en su lugar en el universo, ni la Ley de Termodinámica, que equilibra las temperaturas, ni la Ley de la Inercia, que arroja luz sobre el movimiento de los cuerpos. O nos adaptamos a ellas o saldremos perdiendo. ¡Porque son leyes universales e inmutables que no están sujetas a nuestro caprichoso criterio!
¿Qué tienen que ver estas leyes con la espiritualidad?
Si nos detenemos a pensar, todo en el universo se relaciona con la espiritualidad, las cosas visibles e invisibles. Nos alejamos o nos acercamos a la verdad. No permanecemos inertes.
No somos cono un trompo que no tiene vida ni conciencia. Podemos ponernos de pie por nosotros mismos y diseñar cosas nuevas cada día. Inventar, componer, crear...
Como en el caso de un pintor y su obra, al tratar de conocer y entender las leyes del universo, estamos conectándonos con Aquel que las estableció. ¿Por qué? Porque al hacerlo también nos corresponde reconocer que, si existen leyes, existe un político.
Como en el caso de un pintor y su obra, al tratar de conocer y entender las leyes del universo, estamos conectándonos con Aquel que las estableció. ¿Por qué? Porque al hacerlo también nos corresponde reconocer que, si existen leyes, existe un político.
Política es el arte de diseñar instrucciones para alcanzar un objetivo. Y las leyes naturales que se han descubierto son un reflejo que nos enseña que detrás de esas leyes existe un objetivo, un propósito.
La existencia de una ley es la evidencia de que existe un legislador; y si existe una política, existe un propósito. Y donde existe un propósito o intención, existe una inteligencia.
Es imposible profundizar en la ciencia sin profundizar en la relación que tenemos con el autor de las leyes que estudia dicha ciencia. Nosotros no hemos inventado las leyes naturales. Solo las descubrimos, estudiamos y aplicamos. Pero ¿entendemos y razonamos que, allí donde existen leyes existe un objetivo? Ninguna ley se dicta ni promulga por gusto.
Los que dicen que la ciencia y la espiritualidad se oponen o están en conflicto, no han llegado a comprender su interrelación. Es todo. Porque en realidad, es todo lo contrario. No puede existir una verdadera ciencia sin espiritualidad, ni verdadera espiritualidad sin la ciencia. Ambas son obras del mismo Autor, ¡y son autobiográficas!
No es justo ni legal juzgar la obra de Dios a la luz de la obra de la humanidad. Nos hemos llevado a nosotros mismos al borde de la muerte, vale decir, del colapso.
Alguien dijo una vez que detrás de todas las cosas se podía ver la firma de un Diversificador Inteligente de Organismos y Sistemas que merece todos los premios a la excelencia, a quien llamamos Dios.
Nadie puede negar que estamos viendo y viviendo en carne propia las consecuencias de haber pasado por alto muchos detalles importantes.
Es imposible profundizar en la ciencia sin profundizar en la relación que tenemos con el autor de las leyes que estudia dicha ciencia. Nosotros no hemos inventado las leyes naturales. Solo las descubrimos, estudiamos y aplicamos. Pero ¿entendemos y razonamos que, allí donde existen leyes existe un objetivo? Ninguna ley se dicta ni promulga por gusto.
Los que dicen que la ciencia y la espiritualidad se oponen o están en conflicto, no han llegado a comprender su interrelación. Es todo. Porque en realidad, es todo lo contrario. No puede existir una verdadera ciencia sin espiritualidad, ni verdadera espiritualidad sin la ciencia. Ambas son obras del mismo Autor, ¡y son autobiográficas!
No es justo ni legal juzgar la obra de Dios a la luz de la obra de la humanidad. Nos hemos llevado a nosotros mismos al borde de la muerte, vale decir, del colapso.
Alguien dijo una vez que detrás de todas las cosas se podía ver la firma de un Diversificador Inteligente de Organismos y Sistemas que merece todos los premios a la excelencia, a quien llamamos Dios.
Nadie puede negar que estamos viendo y viviendo en carne propia las consecuencias de haber pasado por alto muchos detalles importantes.
El tema va para rato. Así que no sería incorrecto que incluyeras estímulos espirituales en tu vida para 'llegar' al corazón de tus oyentes cuando hablas en público, por medio de apelar a su naturaleza humana más profunda.
En la medida en que una persona cultiva una relación de amistad con cualquier persona, está manifestando cualidades que también son necesarias para alcanzar la espiritualidad.
Por ejemplo, si te agrada tener amigos sinceros y verdaderos, es solo porque estás reflejando cualidades innatas que apuntan hacia la espiritualidad.
No vas a invitar a Dios al cine. Pero tal como quieres cultivar ciertas cualidades necesarias para compartirlas con tus amigos más cercanos, cosas como, por ejemplo, la lealtad, el afecto, la confianza, el aprecio, la empatía, el interés altruista, la generosidad y el respeto, igualmente Dios espera que seas como Él desea, y que compartas con él tus más profundos sentimientos procurando una comunicación cada vez más estrecha con Él.
En la medida en que tus amigos respeten ciertas cualidades y las manifiesten, en esa medida puedes esperar que lleguen a ser tus amigos. Si crean malas vibraciones y resultan desleales, desconfiados, traicioneros, despreciables, incomprensivos, egoístas, irrespetuosos, crueles o despiadados, te alejarás de ellos. No quieres su amistad. Es natural.
Igualmente, en la medida en que desarrollas las cualidades de tu Creador, podrás afirmar que estás desarrollando espiritualidad; y en la medida en que no lo hagas, podrás decir que estás alejándote de Él, perdiendo espiritualidad.
Por lo tanto, la fortaleza espiritual te acerca a Dios, y la debilidad espiritual te aleja de Él. No es al revés. Tú tienes que adaptarte a Él. Él no se va a adaptar a ti. El primer paso consiste en reconocer que no existe un efecto sin causa, y que Él tiene un propósito tras todas sus leyes y causas.
Si Él tuvo el poder y la sabiduría para poner en marcha el universo, ¿por qué vamos a suponer que no le daría la energía dinámica que se requiere para su sostenimiento?
No tienes que hablar de Dios en todos tus discursos si no tratan sobre espiritualidad. Para todo hay un tiempo. Pero habrá ocasiones en que quizás podrás insertar alguna frase, pensamiento o concepto lógico que ayude a tus oyentes a discernir cosas en las que quizás nunca habían pensado.
Aunque no les hables directamente de la espiritualidad, despertarás su espiritualidad, y les agradará. Es como sentarlos a ver un hermoso paisaje. ¿Quién se resistiría?
No tienes que hablar de Dios en todos tus discursos si no tratan sobre espiritualidad. Para todo hay un tiempo. Pero habrá ocasiones en que quizás podrás insertar alguna frase, pensamiento o concepto lógico que ayude a tus oyentes a discernir cosas en las que quizás nunca habían pensado.
Aunque no les hables directamente de la espiritualidad, despertarás su espiritualidad, y les agradará. Es como sentarlos a ver un hermoso paisaje. ¿Quién se resistiría?
Si un equipo de sonido hablará, diría que le encanta cuando lo conectan a la red eléctrica. El ser humano no puede menos que sentir placer cuando desconecta a la fuente de energía dinámica del universo.
A cualquiera le fascina que le hablen de las maravillas del universo, porque, aun sin saberlo, se despierta su inclinación espiritual.
También es posible ayudar al auditorio más directamente a iniciar, entender, fortalecer o profundizar su relación con el Creador enfocando discretamente sus inquietudes básicas relacionadas con la vida: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿A dónde vamos? ¿Qué son los valores? ¿Qué es la moralidad? ¿Qué es la ética? ¿Cómo deberíamos vivir la vida? ¿Armonizará con el resto del universo nuestra forma de vivir?
De todos los estímulos, el estímulo espiritual es el más fascinante, completo, abarcador, profundo y potente, porque las respuestas adecuadas a las preguntas e inquietudes mencionadas en el párrafo anterior llenan vacíos espirituales muy profundos y fortalecen cualquier escala de valores basada en una lógica natural.
De hecho, cierto experto afirmó que la clave para que la gente se involucre más en sus estudios y en su trabajo, y alcance elevados niveles de productividad, radica en tener un propósito noble, lo cual se relaciona directamente con la espiritualidad porque es un valor trascendente, lleno de aprecio.
La persona que alguna vez ha sentido que necesita una orientación en su relación con el Creador, se siente beneficiada y agradecida, y por tanto, muy comprometida y productiva. ¡Da mucho en qué pensar!
Por eso, nunca confundas un estímulo espiritual con un estímulo emocional o intelectual, porque no son lo mismo ni apuntan al mismo objetivo.
Un estímulo emocional puede invitarte a cantar, regocijarte y orar, pero el estímulo espiritual satisface principalmente la necesidad de conocer las respuestas a las preguntas más difíciles acerca de la identidad humana.
Desde tiempos y lugares remotos se han encontrado antiguos registros que muestran que el ser humano siempre sintió inclinación por la naturaleza, por establecer normas, códigos de valores y rituales a partir de respuestas que conseguía para las preguntas más elementales: ¿De dónde vine? ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy? ¿Qué propósito tiene mi existencia? ¿Por qué siento la necesidad de trascender a la muerte?
A cualquiera le fascina que le hablen de las maravillas del universo, porque, aun sin saberlo, se despierta su inclinación espiritual.
También es posible ayudar al auditorio más directamente a iniciar, entender, fortalecer o profundizar su relación con el Creador enfocando discretamente sus inquietudes básicas relacionadas con la vida: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿A dónde vamos? ¿Qué son los valores? ¿Qué es la moralidad? ¿Qué es la ética? ¿Cómo deberíamos vivir la vida? ¿Armonizará con el resto del universo nuestra forma de vivir?
De todos los estímulos, el estímulo espiritual es el más fascinante, completo, abarcador, profundo y potente, porque las respuestas adecuadas a las preguntas e inquietudes mencionadas en el párrafo anterior llenan vacíos espirituales muy profundos y fortalecen cualquier escala de valores basada en una lógica natural.
De hecho, cierto experto afirmó que la clave para que la gente se involucre más en sus estudios y en su trabajo, y alcance elevados niveles de productividad, radica en tener un propósito noble, lo cual se relaciona directamente con la espiritualidad porque es un valor trascendente, lleno de aprecio.
La persona que alguna vez ha sentido que necesita una orientación en su relación con el Creador, se siente beneficiada y agradecida, y por tanto, muy comprometida y productiva. ¡Da mucho en qué pensar!
Por eso, nunca confundas un estímulo espiritual con un estímulo emocional o intelectual, porque no son lo mismo ni apuntan al mismo objetivo.
Un estímulo emocional puede invitarte a cantar, regocijarte y orar, pero el estímulo espiritual satisface principalmente la necesidad de conocer las respuestas a las preguntas más difíciles acerca de la identidad humana.
Desde tiempos y lugares remotos se han encontrado antiguos registros que muestran que el ser humano siempre sintió inclinación por la naturaleza, por establecer normas, códigos de valores y rituales a partir de respuestas que conseguía para las preguntas más elementales: ¿De dónde vine? ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy? ¿Qué propósito tiene mi existencia? ¿Por qué siento la necesidad de trascender a la muerte?
Pregúntate: ¿Por qué a veces siento un vacío en el alma? ¡Se trata de inquietudes naturales, presentes en casi toda cultura! A un mono no le interesa saber por qué está aquí ni de dónde vino ni adónde va. Dale un plátano y se irá contento. No se pondrá a pensar en el pasado, presente y futuro del plátano.
Por supuesto, aunque de ninguna manera el oyente esperaría que tengas todas las respuestas, por lo menos responderás a su pregunta: "¿Qué hago aquí, sentado, escuchándote?" La información que le des puede ayudarlo a sentir que tiene un propósito, una meta y un ideal.
Por ejemplo, una de las cosas que contribuye a sumirse en depresión a muchas personas es la profunda sensación de vacío causada por la falta de propósito, falta de metas, falta de objetivos, falta de ilusiones y falta de sueños. Algo trunca su ilusión, interponiéndose entre sus esfuerzos y su satisfacción. Pero cuando redescubren un propósito, una meta, un objetivo, una ilusión o un sueño, su depresión se desvanece.
Cierto día alguien contó a un amigo ingeniero acerca de la dificultad que sentía para entender las matemáticas. Le desagradaban mucho. Su amigo le recomendó leer el libro El hombre que calculaba, de Malba Tahan. Cuando lo leyó, su concepto de las matemáticas habían cambiado radicalmente. ¡Le fascinaron! Se dio cuenta de que se trataba de una ciencia maravillosa.
¿Cómo pudo cambiar tan radicalmente alguien que antes pensaba tan diferente! ¡La epignosis: conocimiento exacto! Detestaba las matemáticas porque no entendía para qué servían ni cómo podía aplicarlas en su vida cotidiana. Pero tan pronto como alguien se las explicó de manera entendible, conectó los cabos sueltos y se puso en línea con la perspectiva de Aquel que creó las matemáticas.
¿Y qué son las matemáticas? Una ciencia que se basa en la exposición breve de un problema y sigue una línea de razonamiento lógico para ver sus propiedades y la relación que hay entre los números, las figuras geométricas y los símbolos.
Al comenzar a reflexionar en el universo con un punto de vista renovado, llena su vacío espiritual dando un paso adelante en su entendimiento de su conexión con el resto del cosmos. ¡El detalle que le faltaba!
Más que eso, su sed de conocimiento lo lleva a descubrir cosas como, por ejemplo, los Nanoarchaeum equitans. Son unos microorganismos que viven a altísimas temperaturas en el lecho marino volcánico, un ambiente donde no hay oxígeno. Son tan pequeños que 6'000.000 de ellos caben en la punta de un alfiler.
Se pregunta qué propósito podrían tener seres tan diminutos, cada uno perfectamente diseñado para ese hostil hábitat. ¿Quién pudo activarlos con energía propia a una escala tan pequeña? Y relaciona las matemáticas y la biología con su propia existencia en el marco de un ecosistema universal mucho mayor.
Al ver tan asombrosos efectos naturales, toma conciencia de su espiritualidad, es decir, de todo aquello que lo hace consciente de su relación con Aquel que causó todo aquello, procurando relacionarse de alguna manera con Él.
Por eso, la imagen de arriba no representa la relación de uno con sus amigos, sino la relación de uno con Dios.
No que Dios haga causa común con uno, sino que uno se involucre con la causa de Dios, procurando la armonía que Él busca entre sus amigos.
Él es como todos nuestros amigos juntos. Uno no se siente solo cuando está con sus amigos. Pero uno se acerca o aleja de él en la medida en que reconoce o rehúsa reconocer que todas las fuentes del conocimiento y de la sabiduría emanan de él.
Él debe ser primero, no porque sea orgulloso, sino porque nosotros no podemos anteponernos a Él. Toda la creación le debe su existencia. Es magnífico en sabiduría.
Sí. La amistad y la cooperación es la mejor manera de ilustrar la verdadera espiritualidad. Porque no existe nada más profundo para el ser humano que cultivar una relación estrecha con el Diseñador de todas las leyes del universo, tanto físicas como morales.
Por eso, si incluyes un estímulo espiritual, puedes dar por sentado que todos te prestarán atención con especial dedicación. No caerá en saco roto.
ARRIBA
Por supuesto, aunque de ninguna manera el oyente esperaría que tengas todas las respuestas, por lo menos responderás a su pregunta: "¿Qué hago aquí, sentado, escuchándote?" La información que le des puede ayudarlo a sentir que tiene un propósito, una meta y un ideal.
Por ejemplo, una de las cosas que contribuye a sumirse en depresión a muchas personas es la profunda sensación de vacío causada por la falta de propósito, falta de metas, falta de objetivos, falta de ilusiones y falta de sueños. Algo trunca su ilusión, interponiéndose entre sus esfuerzos y su satisfacción. Pero cuando redescubren un propósito, una meta, un objetivo, una ilusión o un sueño, su depresión se desvanece.
Cierto día alguien contó a un amigo ingeniero acerca de la dificultad que sentía para entender las matemáticas. Le desagradaban mucho. Su amigo le recomendó leer el libro El hombre que calculaba, de Malba Tahan. Cuando lo leyó, su concepto de las matemáticas habían cambiado radicalmente. ¡Le fascinaron! Se dio cuenta de que se trataba de una ciencia maravillosa.
¿Cómo pudo cambiar tan radicalmente alguien que antes pensaba tan diferente! ¡La epignosis: conocimiento exacto! Detestaba las matemáticas porque no entendía para qué servían ni cómo podía aplicarlas en su vida cotidiana. Pero tan pronto como alguien se las explicó de manera entendible, conectó los cabos sueltos y se puso en línea con la perspectiva de Aquel que creó las matemáticas.
¿Y qué son las matemáticas? Una ciencia que se basa en la exposición breve de un problema y sigue una línea de razonamiento lógico para ver sus propiedades y la relación que hay entre los números, las figuras geométricas y los símbolos.
Al comenzar a reflexionar en el universo con un punto de vista renovado, llena su vacío espiritual dando un paso adelante en su entendimiento de su conexión con el resto del cosmos. ¡El detalle que le faltaba!
Más que eso, su sed de conocimiento lo lleva a descubrir cosas como, por ejemplo, los Nanoarchaeum equitans. Son unos microorganismos que viven a altísimas temperaturas en el lecho marino volcánico, un ambiente donde no hay oxígeno. Son tan pequeños que 6'000.000 de ellos caben en la punta de un alfiler.
Se pregunta qué propósito podrían tener seres tan diminutos, cada uno perfectamente diseñado para ese hostil hábitat. ¿Quién pudo activarlos con energía propia a una escala tan pequeña? Y relaciona las matemáticas y la biología con su propia existencia en el marco de un ecosistema universal mucho mayor.
Al ver tan asombrosos efectos naturales, toma conciencia de su espiritualidad, es decir, de todo aquello que lo hace consciente de su relación con Aquel que causó todo aquello, procurando relacionarse de alguna manera con Él.
Por eso, la imagen de arriba no representa la relación de uno con sus amigos, sino la relación de uno con Dios.
No que Dios haga causa común con uno, sino que uno se involucre con la causa de Dios, procurando la armonía que Él busca entre sus amigos.
Él es como todos nuestros amigos juntos. Uno no se siente solo cuando está con sus amigos. Pero uno se acerca o aleja de él en la medida en que reconoce o rehúsa reconocer que todas las fuentes del conocimiento y de la sabiduría emanan de él.
Él debe ser primero, no porque sea orgulloso, sino porque nosotros no podemos anteponernos a Él. Toda la creación le debe su existencia. Es magnífico en sabiduría.
Sí. La amistad y la cooperación es la mejor manera de ilustrar la verdadera espiritualidad. Porque no existe nada más profundo para el ser humano que cultivar una relación estrecha con el Diseñador de todas las leyes del universo, tanto físicas como morales.
Por eso, si incluyes un estímulo espiritual, puedes dar por sentado que todos te prestarán atención con especial dedicación. No caerá en saco roto.
ARRIBA