Reacciona con cuidado

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¡Qué desagradable seguir una senda y encontrarse uno, de repente, con un muro imposible de atravesar!

Algo similar sucede con tus oyentes si reaccionan inadecuadamente. Sencillamente se cierran y no permiten que ningún argumento los convenza de nada en absoluto. Tal vez dijiste algo que no debías o que no entendieron.¿Cómo resolver el problema?

Pon al oyente de tu lado

Reacciona como quisieras que reaccionen contigo. Algunas personas son muy susceptibles y se ponen a la defensiva cuando ven u oyen algunas actitudes o frases que tal vez te convendría evitar cuando la situación se pone de color de hormiga, tales como:

"Sin embargo" y "Pero..."

Usualmente se usa "Pero", "Sin embargo" y "No obstante" para contraatacar con un argumento. Por lo tanto, al escuchar tales expresiones, el oyente se pone siempre a la defensiva. Si el ambiente está cargado, no las uses.

Si vas a decir: "Estoy de acuerdo, pero me parece que", mejor di: "Estoy de acuerdo. ¿Has pensado en [di lo que querías decir, sin usar "pero"]?"

Recuerda: Si sube la temperatura de la conversación, NO USES PEROS NI SIN EMBARGOS.

Si la situación se pone muy tensa, di 'aunque' en vez de 'pero'

Cuando la situación se ponga tensa, di 'aunque', 'solo que' o 'a pesar de que' en vez de 'pero'. Como se dijo más arriba, la palabra 'pero' puede activar las defensas de la otra persona (lo opuesto de motivar), porque, al igual que la frase 'sin embargo' , usualmente indica que opondrás un argumento, tacha u oposición, lo que podría convertirse en una barrera u obstáculo.

Por eso, te sugiero anteponer cortésmente la frase 'solo que', 'a pesar de que' o 'aunque', (dependiendo del caso) en vez de insertar un doloroso 'pero' a mitad de respuesta.

Por ejemplo, en vez de decir: "Sinceramente desearía tener mucho gusto de responder ampliamente su pregunta, pero debo concentrarme en el punto central", invierte el orden así: "Aunque deseo sinceramente tener mucho gusto de responder ampliamente su pregunta en este momento, ¿le parece si nos tomamos un café al terminar la reunión? Porque aunque se trata de un asunto importante para usted, sería mejor concentrarnos en el punto central de la exposición. Agradezco su gentileza. Búsqueme tan pronto como termine la reunión".

¡Sin 'peros'! Una persona bienintencionada aceptará el gesto con expectativa y buen ánimo, pues deseará pasar un rato en privado contigo (¡qué privilegio!). Le comunicaste mucha seguridad (aunque después olvide del café). La ausencia de 'pero' facilita la comunicación.

Usted tiene que comprender que...

La gente se pone muy dura cuando escucha la frase "tiene que". Suena a imposición, a orden o mandato. Lo peor de todo es que los más susceptibles podrían interpretarlo como "¿Es usted 'torpe', 'burro' o 'imbécil'?".

¿Sabe usted lo que está diciendo?...


Esto podría interpretarse ofensivamente como: "Usted es un ignorante, está mal parado o es un desorientado, no está al día".

Su intervención es impertinente...


Esto podría interpretarse como 'solo lo que yo digo es pertinente, yo estoy bien, usted está mal (ver artículo Las 4 Posiciones Existenciales)

Me está desviando del tema, señor...

Esto podría interpretarse como 'aquí mando yo', una postura arrogante que podría generar mucho desprecio.

¡Bájeme la voz! (o "¡Cállese y siéntese!")

Esto podría alentar una confrontación abierta y retar al interlocutor a poner a prueba sus agallas, a ver quién gana. Aunque esta fórmula tal vez funcione en algunos casos con pusilánimes, causa un efecto contrario en una persona segura de sí misma. Además, 100 pusilánimes se podrían unir y convertir en un toro de 500 kilos. Alguien va a salir herido?

Apuntar severamente con el dedo índice

No tiene nada de malo apuntar con el dedo índice de vez en cuando, sobre todo cuando se felicita alguien. Pero puede resultar muy desagradable si se usa a cada rato para condenar o señalar faltas, convirtiéndose en una señal de hostilidad y desprecio. Es mejor no hacerlo, sobre todo si el ambiente está movido y no llevas las de ganar.

¿Cuál es su problema, señor?

Esto generalmente se considera un acto máximo de agresión o declaración de guerra. Atrae muchas dificultades. Confrontar a un oyente con esas palabras solo logra que todos se pongan de parte del oyente a quien se ha ofensivo, encendiendo la chispa que faltaba para causar un gran alboroto. Nunca desafíes a un oyente. Se te podrían ir encima todos los que estuvieran de acuerdo con ese señor.

¡Con usted no se puede hablar!

Si le dices a alguien: "¡Con usted no se puede hablar!", ¿qué mensaje le estarías enviando? ¿Qué crees que entendería? Correcto: "Fin de la conversación", "No me interesa seguir hablando con usted", "Su idea no me importa en lo mínimo", "Pierdo el tiempo hablando con usted". ¿Y qué crees que hará?

Si es una persona con baja autoestima, se esforzará por conseguir tu aprobación y hará todo lo posible por no volver a contradecirte. Pero si tiene una fuerte autoestima, hará todo lo posible por no volver a cruzar palabra contigo. Ambas posiciones son inconvenientes al propósito de la comunicación. Porque en ambos casos se bloquea la fluidez del diálogo y de la relacion. En el primero la ofendes, y en el segundo, la ofendes.

Evita predisponer negativamente

A veces, las frases de apariencia hostil indisponen al auditorio y pueden acarrear efectos lamentables. Esta es una de las razones por las que muchos entrevistadores novatos consiguen pedradas verbales en vez de respuestas útiles de parte de sus entrevistados, porque en vez de aplicar procedimientos de comunicación eficaz, atacan brutal e innecesariamente la autoestima del entrevistado con preguntas incómodas y directas que se asemejan a esputos que mancillan su dignidad. Se pierde tanto la entrevista como todas las horas invertidas en conseguirla. En un clima de prepotencia y egotismo, por naturaleza las personas razonables tienden a endurecerse y cooperar poco o negarse a cooperar por completo. Por eso, usa expresiones positivas y respeta la autoestima del oyente.

A veces conviene evitar las expresiones tajantes

A veces puedes usar expresiones tajantes con precaución en un marco de circunstancias apropiado, como cuando dices cosas acerca de las cuales nadie discutiría, como: "¡Quién no quiere que le hagan justicia!", o "¡A todos nos indigna que nos roben!". Pero cuando las cosas se ponen difíciles es mejor evitarlas porque tienden a crear y reforzar un ambiente tenso y de rechazo.

En tal caso, es mejor evitar decir: Nadie, ninguno, seguro, eres, es, eres, debes, deberías, tienes que, siempre, nunca, todos son iguales, y similares. Mejor di: Alguien, alguno, parece que, se recomienda, a veces, muy parecido...

Usar expresiones absolutas al comienzo del discurso es especialmente inadecuado cuando se trata de asuntos controvertidos o sujetos a discusión, porque proyecta una imagen dogmática. Por ejemplo, estaría bien decir: "Nadie quiere pasar hambre", "Todos desean tener lo necesario para vivir", "Debemos imaginar mejores soluciones", porque aunque son ideas tajantes, también son muy razonables. En cambio, suena dogmático decir: "Los caballos dan miedo", "Todas las mujeres son iguales", "Los hombres y las mujeres somos distintos", "Debemos arrasar con nuestros detractores", pues radican en un temor ("temo morir de hambre"), resentimiento ("es injusto tener menos que los demás") o prejuicio ("todos los políticos son unos corruptos").

De seguro que ni hombres ni mujeres estarían de acuerdo con el argumento de que "todas las mujeres son iguales" o que "todos los hombres son iguales". Porque como en todo orden de cosas, hay diferencias repletas de variables que nos distinguen a unos de otros. No todos los políticos son unos corruptos ni todas las mujeres fingen lo que verdaderamente sienten.

Sería admisible hablar de tendencias o predisposiciones génicas, incluso sociales, pero nada más falso, dogmático ni prejuicioso que hablar en función de que "todos somos así" o "todas sienten asá". Si alguien piensa que las mujeres aprecian las incidencias de un viaje mientras que los hombres prefieren llegar cuanto antes a su destino, está prejuzgando y creando una dicotomía que no existe. Hay hombres que se toman todo el tiempo del mundo y gozan con el paisaje disfrutando mucho de las aventuras del viaje en sí, y mujeres que no ven la hora de llegar cuanto antes al hotel y meterse en la piscina.

No es correcto ser tajantes cuando se deben enfocar ciertos asuntos de manera relativa o probable. Respetamos la ley de promedios y consideramos que pudiera existir una gran probabilidad de que algo resulte como imaginamos cuando tenemos base o indicios claros de que algo podría ser como pensamos. Pero no es saludable crear dicotomías donde no existen realmente.

Usa frases de protección

Las frases de protección o expresiones indefinidas son muy apropiadas para reaccionar cuando alguien del auditorio comienza a expresarse con demasiada firmeza, es decir, con expresiones tajantes, definitivas, inapelables, terminantes e irrevocables. Trátala con pinzas. Podría convertirse en una trampa.

Es mejor usar frases de protección, pues contribuyen a aliviar la tensión y estimular la apertura. Algunas de estas son: Pocos, algunos, generalmente, desde mi punto de vista, desde este punto de vista, en algunos casos, a veces, muchos, casi, la mayoría, la minoría, podría ser, tal vez, sería, improbable, probablemente, parece, me da la impresión, presuntamente, sugiero que, dicen que.

Por ejemplo, en vez de decir: "Lo que siempre se debería hacer es [...]", di, en cambio: "Como yo lo veo, y basado en el parecer de muchos, el procedimiento que se sugiere en estos casos generalmente es mostrar amabilidad en vez de hostilidad".

Habla decentemente

Actúa como persona que afirma comunicarse con eficacia y esfuérzate por derribar las barreras. Por ejemplo, supongamos que en un auditorio de 100 personas la mitad es gente decente, la otra, indecente. Si dices frases soeces, solo llegarás a un sector y perderás la atención y anuencia del resto, que sentirá repulsión hacia ti y tu exposición.

Además, podría murmurar despectivamente del organizador, retirarse del lugar y hasta rehusar asistir cada vez que oiga el anuncio de que tú harás la exposición. En cambio, si te conduces con moralidad, llegarás al 100%, es decir, a cultos e incultos (a menos que, intencionalmente, por algún motivo, quieras sintonizar solo con gente que tolere la indecencia).

Usa frases de cortesía

Cuando un momento se caldea, algunas personas que exponen piensan que la respuesta rotunda y despiadada resolverá el problema. En realidad, la mayoría de las veces les saldrá el tiro por la culata, porque aunque superficialmente crean salir airosas, se engañan a sí mismas. Un auditorio rara vez, si alguna, se solidariza con alguien que expone con aspereza. Además, ¿qué hay del carácter del oyente? Si es persona hostil, podría tomar venganza y ocasionar un incendio emocional.

En cambio, si sonríes discretamente y usas frases de cortesía (Tenga la amabilidad, por favor, si me lo permite, con mucho gusto, encantado, es un placer, su pregunta es muy importante, usted, muy gentil de su parte, gracias, muy agradecido), aliviarás su tensión. Por eso, apela a su entendimiento y generosidad innatos, sazonando tu reacción con una modulación agradable.

Respeta con ética la conciencia de tu auditorio

Si descuidas esta sugerencia, podrías despertar un rechazo completo. Ilustrémoslo así: Si un conductor se detiene en la luz roja porque su conciencia le dice que espere la verde, y el que viene detrás comienza a apremiarlo para que avance, en realidad está presionándolo a violar su conciencia y soslayar el reglamento de tránsito. Si la conciencia de aquél es fuerte, resistirá; si es débil, se dejará manipular, acelerará y pisoteará la prohibición aunque después se resienta consigo mismo por haber cedido.

De igual manera, y solo por ilustrarlo, si la mayoría que está en el auditorio considera que la virginidad es una buena opción, y tú te burlas de ello, perderás su apoyo. La ética te dicta tener en consideración la conciencia del oyente y abordar los asuntos con respeto y consideración hacia todo el auditorio. Esto significa expresarte con respeto de cosas que les afecte directa o indirectamente.

Mantén al margen la superstición

Por lo común, en todo auditorio hay gente supersticiosa que siente rechazo y se pone a la defensiva cuando oye números, palabras, frases o actos que consideran de mal agüero. En este sentido, si usas esas expresiones, puedes perder emocionalmente a dicho sector; en cambio, a menos que quieras espantar a las personas supersticiosas, evita decirlas y sintonizarás con casi todo el auditorio.

Ten en cuenta que se trata de costumbres y tradiciones hasta cierto grado solapadas porque aunque muchos la consideran una tontería, pocos oyentes se atreverían a decir: "¡Soy supersticioso!".

Respeta al oyente exigente

A pesar de que es cierto que en raras ocasiones surgirá entre el auditorio alguna persona extremadamente exigente, ¿por qué confundir a los preguntones o extrovertidos con gente desordenada o malintencionada? ¡Tómalo deportivamente! A veces solo se trata de gente muy inteligente que quiere poner a prueba la calidad de tu enseñanza.

Una respuesta inteligente les bastará. Simplemente considéralas como personas 'más exigentes', teniendo presente que, irónicamente, muchas veces estos son los que realmente te están prestando atención. Por eso, tómalos en cuenta.

Si reaccionar negativamente se ha vuelto un tropiezo constante en tu comunicacion interpersonal y de motu proprio has llegado al punto de pensar en consultar a un psiquiatra, tal vez primero te convenga leer un poco sobre el Análisis Transaccional, llamado también Análisis Conciliatorio, del Dr. Eric Berne. Te ayudará a entender mejor cómo estás reaccionando a los estímulos.

Si te obligas a reaccionar con más cuidado, impedirás que tus oyentes te cierren su corazón y lograrás comunicaciones mucho más provechosas.




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