Procura receptividad

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Un principio fundamental de botánica es que la semilla crece mejor en tierra buena, una que esté aireada, abonada y preparada. La desperdiciarás si la siembras en terreno estéril. Las plantas crecen mejor cuando se las trata bien.

Igualmente sucede con las ideas. Te engañas si crees que un auditorio te prestará atención y cooperará contigo solo porque le digas las cosas claras.

La palabra o instrucción solo arraiga en oídos (y corazones) receptivos. Si una persona no está receptiva, no servirán de nada las palabras.

Algunos oradores gozan de una gran fluidez. Hablan y hablan sin tropiezos, Pero ¿realmente les entendieron? ¿Realmente lo que dijo arraigó en su corazón? ¿O por un oído les entró y por otro les salió?

Si los felicitas, te valorarán. Si los respetas, te respetarán. Si los motivas, aceptarán tus sugerencias. Si les caes bien, cooperarán.

Pero si los aburres, no te prestarán atención. Si los ofendes, no te harán caso. Si los menosprecias, no apreciarán lo que les digas. Si no los miras, se distraerán.

Por eso, siempre procura recepción, entonces te escucharán con mucha atención y se sentirán motivados a cooperar. Si los indispones y luego esperas que te escuchen y actúen, será como sembrar semillas en un desierto y esperar una buena cosecha.
  • Primero, colócate intelectual y afectivamente en el lugar de tus oyentes, orientando tu argumento hacia la modificación de cualquier estado de renuencia, persuadiendo por etapas como haría un vendedor y promoviendo la armonía. El tiempo no les importará (solo les importa cuando el orador es aburrido).
  • Segundo, implanta la idea o el punto de vista correcto mediante un razonamiento sencillo y contundente. Entonces arraigará y tendrás una buena cosecha.
Recuerda, si lo haces al revés, primero diciéndoles qué hacer, y después, argumentando, aumentarán tus probabilidades de fracasar en el intento de vender la idea. Nadie coopera cuando se le pide algo sin haber recibido una explicación motivadora.

Primero procura receptividad mediante ponerte en el lugar de la otra persona, buscando un terreno común, y luego implanta el punto de vista correcto.

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