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Usualmente, las personas que se dejan llevar por la emoción tienden a ubicarse mental o emocionalmente en posición de víctimas, defensoras o atacantes de alguien. ¿Alguna vez has hecho eso?
El llamado Triángulo de Karpman se entiende con una ilustración sencilla. Estás caminando por una calle oscura y un ladrón te asalta. Te conviertes en su víctima. Entonces aparece un policía. Se convierte en tu salvador, inicia la persecución, lo arresta y lleva a la dependencia policial. Sientas una denuncia y ahora te conviertes en el perseguidor. Ahora el ladrón es tu víctima. Pero llega su abogado, que es su salvador y se convierte en tu perseguidor, y cada quien continúa intercambiando papeles según como cambian las circunstancias.
No solo ocurre con un ladrón. Sucede a menudo en las relaciones humanas.
Por eso, si vas a exponer eficazmente, lo ideal es evitar cualquiera de las mencionadas actitudes. Más bien, busca y mantén un terreno neutral, razonable y equilibrado.
Evita dejarte arrastrar por la emoción ubicándote mental o emocionalmente en posición de víctima, defensor o atacante de los demás. Ponte a favor de los principios inmutables en vez de girar en torno a individuos o reglas cuestionables.
Un terreno neutral te permitirá una perspectiva más segura y amplia. No te involucres con las personas, sino con las ideas.
Cuando se trate de un discurso, evítate problemas. No te conviertas en perseguidor, víctima ni salvador de nadie.
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