Aplica procedimientos para prepararte y exponer

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Tal como un arquitecto diseña cuidadosamente los planos del edificio que quiere construir, un orador debe pensar cuidadosamente en los detalles del discurso que quiere presentar, así como en el efecto que pueden tener sus palabras.

No solo es cuestión de ponerlo por escrito palabra por palabra a fin de memorizarlo y luego repetirlo tal cual ante el auditorio, sino de asegurarse de que todas las ideas vayan en el orden más apropiado, y que las primeras y últimas palabras den en el blanco.

Prepara un bosquejo de ideas

Estudia procedimientos. Estudia permanentemente los procedimientos que utilizas para mejorar tu habilidad de apelar adecuadamente a la nobleza e inteligencia del auditorio. Hablar por hablar, o hacerlo creyendo que todo lo que se necesita es un poco de entusiasmo, ponerse de pie y hablar claro, es a veces nada menos que un disparate. Un procedimiento te permite incrementar las probabilidades de que te oigan, te escuchen y hagan lo que recomiendas. 

Pule tu discurso

Pulir un discurso implica aplicar un procedimiento para exponer teniendo en cuenta un solo objetivo: Beneficiar al auditorio en conjunto. Acábalo enteramente, es decir, dale el mayor grado de corrección que te sea posible, llenando los requisitos de Las 4 Leyes. Darás en el blanco del propósito que persigues.

Acopia respaldo cultural


Procura mantenerte al día en cultura general (una forma práctica y entretenida de hacerlo si no te gusta leer o el cansancio no te deja abrir un libro, es con las conferencias y entrevistas del "BBVA, aprendemos juntos" y "TEDx Talks").

Porque si te piden que hables improvisadamente, es decir, sin haberte preparado, podrás recurrir a tu cultura general y tus recuerdos acumulados en el baúl de la memoria. 

Diseña un hilo de ideas que sea fácil para ti y te lleve cómodamente desde el punto A al D sin problemas.

Siempre ordena tus ideas con una lógica natural, con mucho sentido común, decidiéndote por UNO de los estilos que te muestro a continuación.

Según el valor de la idea

Significa que dirás las ideas más importantes o valiosas primero, y las menos, después (o viceversa). Por ejemplo, "Tener un buen horario nos ayuda a progresar", "Una persona responsable se adapta sabiamente a un horario", "Un buen horario es como un tesoro", "La oportunidad es vida".

Según el grado de dificultad

Significa que primero dirás cuál es el problema o la dificultad, y después, cómo sugieres remediarla (o viceversa). Por ejemplo, "¿Por qué algunas personas parecen tener dificultades para adaptarse a un horario de trabajo (escuela, academia, universidad, aeropuerto)?", "La organización personal y la adaptación a un horario", "¿Cómo algunas personas se las arreglan para cumplir con sus horarios?", "Algunos obstáculos que nos impiden cumplir con el horario de nuestros compromisos".

Según su relación con el orden de los acontecimientos

Significa que dirás en qué orden cronológico o de tiempo sucedieron (o van a suceder) las cosas (fechas, épocas, horarios, plazos). Por ejemplo, "Fechas que marcaron historia", "Personas que se caracterizaron por cumplir con un horario establecido", "Del reloj de sol al reloj atómico".

Según sus consecuencias o efectos

Significa que dirás cuáles son (fueron o serán) sus orígenes y, luego, cuáles son (fueron o serán) sus consecuencias. De causa a efecto. Por ejemplo, "Causas y efectos de un accidente (aéreo, carretera, ferrocarril)", "Por qué los bomberos están listos y estratégicamente ubicados", "Problemas por llegar tarde al banco", "Médicos que llegaron muy tarde".

Según un contraste

Significa que dirás cómo unas ideas contrastan con otras (caro/barato, alto/bajo, cerca/distante, ventajas/desventajas). Por ejemplo: "Los pros y contras de la puntualidad", "Días útiles y días calendarios", "Lo bueno, lo malo y lo feo". Esta técnica es una de las más eficaces del arte de enseñar, porque permite mostrar las diferencias entre dos cosas o asuntos, destacando sus particularidades. Johann Amos Comenius, pedagogo del siglo 17, solía decir que enseñar no tenía otro sentido que mostrar cómo diferían las cosas en sus diferentes propósitos, formas y orígenes. […] Por lo tanto, quien diferenciaba bien enseñaba bien.

Según el lugar que ocupan en el universo

Significa que resaltarás su relación con sus similares en el cosmos (oro, plata, cobre. Mar, cielo, tierra. Minerales, plantas, animales. Protones, electrones, neutrones). Por ejemplo, "Relojes biológicos que nos instruyen", "La asombrosa puntualidad de las aves migratorias", "Relojes de sol, de arena, de manillas y digitales".

Según una combinación de estilos

Combinar estilos significa que, si bien es cierto debes decidirte por UN estilo para organizar tus ideas, puedes combinar estilos compatibles. 

Por ejemplo, podrías combinar el valor de la idea con sus consecuencias, o el grado de dificultad con las discrepancias.

"La irresponsabilidad de un piloto ocasiona un grave accidente aéreo", también podría ser: "Un reloj de baja calidad marca la diferencia entre un trabajo llevado a cabo puntualmente y uno atrasado".

"¿En Primer lugar...?"

¿Es conveniente decir: "En primer lugar...", en vez de decir, "Ante todo..." o "Es muy importante que..."? Depende.

Innegablemente es muy eficaz indicar el orden de los puntos principales del discurso según se desarrolla el argumento. Por ejemplo: "En primer lugar, veremos la relación que tienen entre sí las dos fuerzas nucleares. En segundo lugar, hablaremos del equilibrio que dichas fuerzas mantienen con la gravedad y la termodinámica. Y en tercer lugar consideraremos por qué es esencial todo este equilibrio para la existencia de la vida."

Pero sería absurdo e inapropiado decir: "En segundo lugar..." si primero no dijiste "En primer lugar...", porque eso sometería al auditorio a una terrible confusión y resultaría en una irremediable pérdida de tiempo para los interesados que perderán el hilo tratando de relacionarlo con un supuesto "primer lugar" que creen que se les escapó pero nunca mencionaste. 

Por razones similares, tampoco es inteligente decir: "En primer lugar..." o "Primeramente..." si después no dirás: "En segundo lugar...". Porque tus oyentes quedarán a la expectativa de que digas "En segundo lugar...", que nunca mencionarás. Sentirán que lo olvidaste.

En ambos casos, el auditorio se queda pensando que diste una explicación incompleta. Proyectarás una imagen de desordenado e incompetente en oratoria. 

Es eficaz decir: "En primer lugar" o "En segundo lugar", solo si lo relacionas correspondientemente.

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