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Es increíble la concentración y el poder que se acumulan en el momento de la partida en una carrera de velocidad.
De una buena partida depende mucho el éxito del corredor. Tiene que pisar bien los estribos y salir disparado en un ángulo de unos 25 grados.
Igualmente, el comienzo de un discurso tiene el propósito de captar la atención y reunir los pensamientos dispersos de los oyentes para concentrarlos en un solo punto: el discurso.
Si el comienzo es excelente, el resto será pan comido. Pero no hay que descuidarse, de la misma manera como un atleta sale disparado pero no pierde la concentración durante el resto de la carrera.
Construye con mucho cuidado tus primeras cinco o diez palabras
Prepara el comienzo procurando presentar brevemente un detalle interesante que acapare la atención y despierte la curiosidad en lo que vas a exponer.
La ventaja de diseñar el comienzo del discurso hacia el final del proceso de preparación es que cuentas con todo el material necesario para pensar en cómo introducir el tema de la manera más eficaz. Por ejemplo, ¿compras el vestido para los botones, o los botones para el vestido? Bueno, el comienzo es como un botón, es decir, un detalle breve.
En vez de decirles: "¡Hey! ¡Presten atención!", di algo interesante, que tiene un mejor efecto. Por ejemplo:
Menciona algunos pormenores. Puedes decir cuándo, dónde, cómo, cuánto, cuántos, cuál, cuáles, qué, quién, quiénes, con quiénes y/o por qué o para qué sucedió algo. Por ejemplo: "Ayer un huracán asoló violentamente Florida arrancando la vida de 10 de personas. Hoy hablaremos de la previsión".
Con preguntas. Puedes hacer una o más preguntas interesantes. Por ejemplo: "¿Se ha preguntado por qué tenemos dos ojos, dos orejas, dos pulmones, dos riñones, dos brazos, y un solo corazón? Hoy hablaremos de una pregunta más importante: ¿Por qué parece que muchas veces la vida nos ofrece una sola oportunidad?".
Con imaginación. Puedes proponer una ilustración sencilla que haga pensar. Por ejemplo: "Imagine que usted pesa 300 kilos y ha llegado la hora de almorzar. Ahora imagine que está endeudado hasta el cogote. Hoy vamos a compartir un secreto para resolver problemas".
Con verdades irrefutables. Puedes decir cosas imposibles de contradecir. Por ejemplo: "¡Todos necesitamos respirar, comer, trabajar, divertirnos y descansar! Más que eso, necesitamos aprender a vivir. Hoy hablaremos de cómo tomar buenas decisiones".
Con cosas. Puedes exhibir un objeto o dibujo. Por ejemplo: "En esta mano tengo un reloj; y en la otra tengo el Acta de Defunción de mi padre, que dice que se le acabó su plazo. Murió de un infarto. En realidad murió de cólera, y de eso hablaremos hoy: Cómo controlar nuestro carácter".
La función del maestro de ceremonias o presidente de reunión
Las primeras palabras del discurso nada tienen que ver con el tratamiento o saludo que a veces se acostumbra mencionar antes de entrar en materia, el cual es opcional. Cuando me refiero a las primeras palabras del discurso quiero decir las primeras palabras del asunto que vas a tratar.
En la mayoría de los casos un saludo echa a perder el impacto que se necesita para conseguir un éxito rotundo. Los mejores discursos comienzan de lleno. Por eso las convenciones se valen de los servicios de un maestro de ceremonias o presidente de reunión, para que salude cordialmente al auditorio en nombre del organizador y de todos los expositores.
El propósito es que las personas que exponen puedan entrar en materia sin saludar, para que su discurso penetre directa y nítidamente en la mente y corazón de sus oyentes desde el principio, y para que ningún minuto se desperdicie con palabreo innecesario. El que cada orador salude al auditorio es una manera eficaz de echar a perder el impacto del discurso y de la sesión. ¡Aburre!
Por ejemplo, imagina una cena a la cual invitaste a unas 15 personas. De repente, uno de los invitados te saluda y agradece formalmente la invitación y hace referencia a cierta anécdota de la niñez. Después otro se anima y hace lo mismo, y otro, y otro, hasta que todos terminan. ¿Crees que les han prestado toda su atención? ¿De ninguna manera! El que menos ha estado pensando: "Mmm, qué rico se ve todo esto. ¿A qué hora terminarán de hablar? ¿Han venido a lucirse o a comer?" Lamentablemente, mucha gente piensa así. ¡Son 15 personas a razón de dos a cinco minutos por cabeza! ¿A qué hora van a comer? Para tu información, lo correcto es hacer eso en la sobremesa, después que todos han cenado.
La única excepción por la cual me parecería aceptable que algunos hablen antes de la cena sería querer tomar fotografías durante algunos de los discursos, porque la imagen de una sobremesa es muy pobre como escenografía en comparación con una mesa a punto de estrenarse.
Algo similar sucede en una convención. Realmente es muy aburrido escuchar el saludo de cada una de las personas que exponen, después que el maestro de ceremonias hizo lo propio. Además, el que cada una salude al auditorio y a los organizadores demuestra falta de tino y de conocimiento de la función del maestro de ceremonias, la cual es saludar, dar la bienvenida y las gracias en nombre de todos para evitar el consumo innecesario de tiempo.
La función del maestro de ceremonias o presidente de reunión es, al comienzo de la reunión, saludar y dar la bienvenida al auditorio y a los expositores; y al final de la reunión, agradecer su patrocinio, asistencia y participación.
Es absurdo que cada orador individual que participa en un simposio o panel haga un largo saludo al organizador y al auditorio. Por eso, el saludo es opcional y recomendable solo para los discursos de saludo o bienvenida.
Si se trata de un seminario en el que abrirá la reunión siempre el mismo presidente, este debe tener la precaución de no decir las mismas palabras ni usar los mismos tonos de voz al dar la bienvenida. ¡Tiene que variar! La razón es que, si los oyentes detectan que siempre usa las mismas palabras, no le prestarán la mínima atención ni se sentirán motivados por él. Sería como escuchar a un robot. Esta sugerencia no es necesariamente aplicable a un programa de rado o televisión en el que los oyentes o televidentes esperan ansiosamente la cortina de inicio.
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