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¿Será la solución tomar un relajante? ¿Beber un poco de alcohol? ¿Practicar yoga? ¿Mentir diciendo que enfermaste? ¿Solicitar que alguien te reemplace? ¿Asignarle el discurso a un subordinado más capacitado? ¿Viajar urgentemente a cualquier otro lugar?
Muchas personas se retraen cuando se les pide que expongan en público; otras lo aceptan con mucho gusto. ¿A qué se debe la diferencia? ¿Por qué unos disfrutan de algo que a otros les sienta tan mal?
Una clave está en su punto de vista. Tienen en cuenta las necesidades del auditorio y exponen dentro de un marco de responsabilidad y consideración por las necesidades de los demás. Reconocen que el contacto directo es uno de los medios más apropiados de contribuir al desarrollo.
Muchos se jactan de sus conquistas amorosas, de la cantidad de dinero que ganan o del elevado puesto que ocupan en su compañía. Pero cuando se trata de ponerse de pie y decir unas palabras, se van corriendo al baño, se toman un trago o se comen una píldora relajante. ¿Adónde se les va la bravura?
Por eso iré directamente al grano. Las siguientes sugerencias te ayudarán a asumir un mejor punto de vista, y si ya tienes experiencia exponiendo, te servirán de estímulo para hacerlo más plenamente.
Si alguna vez pensaste que carecías de cualidades para exponer, cesa de centrar tu atención en dolores de cabeza o de estómago, deja de abrigar sentimientos de terror, de sudar, de tocarte de nervios o pensar en desmayarte. Eso solo conduce al fracaso de cualquier intento. Esfuérzate genuinamente por evitar que un sentimiento negativo controle tu personalidad. ¿Estoy sugiriéndote que te vuelvas inmune? ¡Nada de eso! La nerviosidad es natural, solo que unos han aprendido a sacarle provecho, y otros, a correrle.
Por ejemplo, el Dr. Michael Leibowits, Director de la Clínica de Desórdenes de la Ansiedad, de Nueva York, citando resultados de exámenes relacionados con la atracción entre los sexos, declaró que el organismo de una persona enamorada segrega feniletilamina, norepinefrina, luliberina, serotonina, oxitocina, dopamina y feromona, poderosas hormonas capaces de hacer que la pasión tome el control. Lo interesante es que se hallaron estas mismas hormonas presentes en el organismo de los paracaidistas justo antes de saltar al vacío. ¿Qué relación tiene esto con el punto que estamos tratando?
Bueno, que una diferencia entre la persona que se lanza en paracaídas y otra que se retrae de hacerlo radica en que la primera disfruta de la experiencia aunque tal vez ignore que está segregando las mencionadas hormonas; en cambio, la otra se queda sentada y se muere de miedo. Tal vez crea que es cobarde, cuando lo que en realidad sucede es que la falta de experiencia le está impidiendo disfrutar de la oportunidad. Algo similar ocurre con el asunto de exponer en público.
Unas personas aprovechan la ocasión usando su facultad creadora, realizan su mejor esfuerzo, dicen lo que tienen pensado decir y salen airosas; en cambio, otras se echan atrás engañándose a sí mismas, creyendo que la tensión es una señal de incompetencia.
¿Creen eso los paracaidistas expertos? ¡De ninguna manera! Es solo que algunos retos de la vida exigen un mayor sentido de responsabilidad y generan más tensión que otros, porque la naturaleza prepara así a las personas para que respondan a la altura de las circunstancias.
Vale la aclaración de que no estamos diciendo que uno debería aprovechar cuanta oportunidad la saliera al paso, como si lanzarse en paracaídas, hablar en público o tener una aventura romántica fuese lo mismo.
El sentido de responsabilidad nos guía por conciencia en cada situación de la vida dependiendo del grado al que lo hayamos desarrollado. Tan solo hicimos una comparación con el paracaidismo para comentar sobre la relación que existe entre diferentes clases de experiencia, y para explicarte que tras la tensión y el estrés que uno siente antes de salir a dar un discurso hay hormonas que lo preparan para dar lo mejor de sí.
Por ejemplo, si tengo que salir corriendo debido a una emergencia, mi cerebro captará la señal inmediatamente, ciertas glándulas liberarán en un instante poderosas hormonas que acelerarán mi corazón, activando mi musculatura, y mis pulmones y otros órganos harán lo suyo orquestadamente para enfrentar la situación.
En otras palabras, mi corazón se encargará de la situación por medio de latir más rápido para oxigenar mi cuerpo. En vez de tener miedo, me sentiré más seguro, sabiendo que mi cuerpo y mi mente están listos para que mi boca se abra y diga de la mejor manera todo lo que tenía pensado decir.
Cierta cantidad de tensión puede ser muy útil para muchas cosas, como lo ilustran las cuerdas de una guitarra, un violín, un arpa, un piano o hasta el cuero de un tambor. Todas estas cosas necesitan la tensión adecuada para armonizar entre sí y convertirse en música. De lo contrario solo producirán un sonido carente de sentido. La clave está en comprender la razón por la que se requiere cierta tensión en cada instrumento y en saber cómo aplicarla.
Por ejemplo, para sonar bien, cada cuerda del violín requiere una resistencia específica, entonces produce una determinada frecuencia musical. Hasta las cuerdas vocales se tensan y relajan para producir la voz.
Como sabemos, ciertas voces chillan y desagradan, y otras, comunican tranquilidad y hasta pueden arrullar y adormecer a uno. Son diferentes grados de tensión y resonancia. Asimismo, unas personas cantan empíricamente, y otras, por estudio y disciplina, como los tenores y las sopranos profesionales.
Bueno, aunque nadie te prometa que desarrollarás una voz maravillosa, ¿imaginas cómo potenciaría tu personalidad si desarrollaras la habilidad para exponer con eficacia? Tu campo de acción se ensancharía automáticamente y se te abriría un horizonte de posibilidades que de otro modo permanecería cerrado para ti.
Por ejemplo, usualmente, un vendedor es el resultado de una primera oportunidad que aprovechó lo mejor posible. Luego le gustó, o la necesidad lo fortaleció, y se dedicó a vender a tiempo completo. Algo parecido sucede con muchas personas que exponen. Primero se aventuran sin conocer los procedimientos, luego aplican algunas sugerencias y finalmente pulen su estilo. En otras palabras, ahora saben qué hacer con sus nervios.
Aunque al principio tal vez la tarea te parezca abrumadora y te preguntes cómo podrás tener en cuenta tantos detalles. Tómalo con calma.
Primero tal vez solo asimiles unos cuantos puntos, después, poco a poco, incrementarás tu experiencia. Recuerda que al aprender la tabla de multiplicar, el abecedario, a dividir, a sacar la raíz cuadrada, a jugar ajedrez o a usar una computadora, triunfaste poco a poco sobre la ignorancia a pesar de lo difícil que parecía.
Somos imperfectos, rara vez alcanzamos un nivel de comunicación que deje plenamente satisfecho al 100% del auditorio -porque esa es una realidad de la vida-.
Por eso, conténtate con desarrollar la costumbre de hacer un pequeño progreso cada día. De hecho, si aplicas tan solo una sugerencia de vez en cuando ya estarás progresando. ¡Cualquier avance te resultará beneficioso!
Este web site contiene solo unos cuantos de mis recursos. Algunos se me ocurrieron, y otros los deduje con la experiencia. Complementé mis estudios de oratoria con un curso de locución radial a cargo de un connotado maestro a comienzos de la década del 80, y también leí muchos consejos prácticos en libros de grandes maestros del arte de la comunicación, los interpreté y adapté a mi estilo, tal como tú también harás a partir de hoy. Y conozco hombres y mujeres de éxito que se dedicaron a exponer a tiempo completo a raíz de algunas de mis sugerencias, y espero que tú también sepas aprovecharlas para tu beneficio y el de tu comunidad.
Evita pensar: "¡Esto es demasiado para mí!". En realidad, a medida que vayas asimilando nuevos puntos de vista te sentirás mejor. Es tan simple como si instalaras un nuevo software o programa en la computadora que tienes bajo el cráneo. ¡Tómalo deportivamente, como un pasatiempo! Exígete poco a poco.
Muchos conferenciantes, médicos, científicos, vendedores, entrevistadores, maestros de ceremonias, presidentes y dirigentes de clubes y asociaciones, supervisores, gerentes, ejecutivos, secretarias, representantes del gobierno, locutores, periodistas, relatores de noticias, anfitriones, chefs, padres de familia, tutores, maestros y estudiantes de todas las especialidades necesitan aplicar procedimientos para exponer. Quisieran poder contar con asesoramiento personal para dar en el clavo de la persuasión más a menudo. Por eso, ten presente que, si ese es tu sentir, es lo más normal.
Por tanto, ¡rompe tus ataduras mentales y emocionales! Empieza por donde te plazca y aplica aquellas sugerencias que más te atraigan. A medida que las instales en tu personalidad serán un haber para ti. Aplícalas por tu cuenta o para organizar sesiones de práctica en tu casa, oficina, fábrica, tienda, colegio, escuela, academia, campo minero, colonia, club, asociación, o donde prefieras, y adáptalas a las circunstancias, normas, costumbres o tradiciones de tu localidad. Permíteme ayudarte a sacarles el jugo para que llegues a disfrutar el placer de tomar la palabra en cualquier ocasión.
¿Y los nervios? Como el paracaidista, ¡aprenderás a canalizarlos! Por ejemplo, si los comparas con la electricidad, ¿qué harías si los técnicos de la empresa de electricidad dejaran suelto un cable de alta tensión? ¡Seguramente te quejarías inmediatamente, porque podría ocurrir una desgracia! ¿Y qué hacen los ingenieros cuando cae a tierra una torre de alta tensión? Se apresuran hasta el lugar con una cuadrilla de expertos para restablecer el fluido. ¿Qué quiero ilustrar? Que la única manera como la electricidad puede ser útil es conectándola y canalizándola adecuadamente. Primero conectas tu computadora o equipo de sonido, luego te sirven.
Con los nervios ocurre algo similar. Si los dejas 'sueltos', imaginarás toda clase de desgracias. En cambio, si aprendes a canalizarlos mediante la aplicación de algunas sugerencias aprenderás a utilizarlos a tu entera satisfacción y tus miedos se desvanecerán por completo.
Tu imaginación, gestos y palabras funcionarán mejor. ¡Qué te parece! Todo es cuestión de regular el voltaje, enchufarlas apropiadamente y lanzarte al ruedo de una vez por todas.
Y si careces por completo de experiencia y tienes que exponer ante varios cientos o miles de personas, y si a pesar de haberte preparado meticulosamente te sobreviniera algún malestar pasajero, como sudoración, dolor de estómago o de cabeza, lagunas, mareos o sed, considéralo como una cuota de ingreso, el precio de tu graduación. Imagina que tu palabra es como un arco templado, a punto de disparar la flecha del éxito.
Dicho sea de paso, el Dr. Maxwell Maltz, autor de la psicocibernética (1958) comparó la forma de pensar con un paracaídas. Maltz decía: "A menos que se abra, de nada te servirá".
Simplemente abre tu mente, toma tus precauciones y haz lo que tengas que hacer. Luego te sentirás mejor. ¡Te saldrá mucho mejor de lo que pensabas!
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