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En este contexto, y teniendo en cuenta que puede ser constructiva o destructiva, considero motivación física al estímulo que consiste en tocar de alguna manera a las personas, ya sea estrechando las manos, abrazándolas, dándoles palmadas en la espalda, saludándolas con un beso, acariciándolas, bailando muy pegados, dándoles un empujón, pellizcándolas, golpeándolas o agrediéndolas.
Dependiendo de las costumbres y tradiciones locales, desde un punto de vista correcto, aunque pienses que tu intención sea buena, te sugiero nunca tocar a las personas sin su consentimiento, o a menos que exista una razón que lo justifique. Es mejor respetar una distancia. La confianza debe crecer mutuamente y edificarse poco a poco.
Por instinto el ser humano conserva una distancia prudente con otros seres humanos. Si un extraño se acerca mucho a ti, seguramente darás un paso atrás para conservar dicha distancia. Si se trata de tu pareja, seguramente le permitirás un mayor acercamiento a medida que crece la confianza. Los padres abrazan a sus hijos, y los hijos a sus padres, y se sienten bien por ello. En cambio, si un extraño intenta abrazarte, pensarás que es un aprovechado, un loco o que te ha confundido con alguien de su confianza. Tocar a las personas es una motivación muy fuerte.
Desde un punto de vista incorrecto, las personas que juegan de manos sin el consentimiento de otras, o que acostumbran agredir a otros justificando su proceder echándoles la culpa ("¡Tú haces que me enfurezca!") o diciendo que 'están haciendo catarsis', en realidad están pisoteando sus derechos. Seguramente están necesitando urgentemente algún tipo de terapia. La agresión física que adquiere ribetes de abuso, por inocente que parezca, es un claro indicio de que la persona ha perdido el respeto por su víctima.
Por otro lado, tal vez el acto de agresión sea perpetrado contra una puerta, una mesa o una pared (con puñetazos, cabezasos, arrojando cuchillos, platos u otras cosas). La pregunta es: ¿En quién pensaba cuando lo hizo? Aunque haya golpeado la pared, en verdad estaba agrediéndola en su imaginación, lo que significa que en cualquier momento, dependiendo de su capacidad de autodominio, podría cambiar la pared por la persona misma.
De modo que el contacto físico puede resultar en estímulos positivos o negativos. Procura siempre los positivos, manteniendo tu distancia para evitar malentendidos.
Algunos políticos y clérigos, ¡aun Santa Claus!, se toman la atribución de cargar y abrazar a los niños y tomarse fotos con ellos. Otros esperan o hasta exigen que se les bese la mano o hasta se arrodillen ante ellos. Un ritual tradicional que la mayoría apoya y festeja.
Mi consejo es que guardes tus distancias y de ninguna manera te tomes confianzas que nadie te dio. Y si decides tocar a un extraño, por ejemplo, estrechando su mano, deja que sea él quien tome la iniciativa.
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