Motivación emocional

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Motivación emocional es un estímulo que activa las emociones y hace sentir emocionalmente bien o mal a las personas.

A fin de que puedas tener una idea de la diferencia entre una emoción y un sentimiento, la siguiente ilustración te ayudará a comprenderlo. Una emoción es comparable en el tiempo a una chispa. En cambio, un sentimiento es comparable a una fogata que puede seguir ardiendo por largo tiempo.

Por ejemplo, cuando ríes o lloras estás reaccionando a una motivación emocional. Por supuesto, a veces la motivación espiritual puede confundirse con la emocional.

Muchos grupos de motivación emocional cautivan a millones de personas con cantos y causas de aplauso. Los que presentan discursos solo dicen lo que el auditorio quisiera escuchar, ya sea para sentirse profundamente heridos y recapacitar por algún comportamiento, o tal vez descollar de regocijo por alguna esperanza o sentimiento de conciliación.

En otras palabras, les regalan los oídos. El problema es que aunque los oyentes se van muy agradecidos por la inspiración del momento, o ya sea que formen una chusma embravecida capaz de arremeter con todo con tal de establecer sus decisiones, en realidad ha sido una motivación puramente emocional.

Es una energía se desvanecerá cuando caduque el estímulo, o cuando el caudillo sea sorprendido in fraganti haciendo cosas dignas de un titular en las noticias; o cuando el receptor del estímulo se enfrente a la realidad y carezca de los elementos de juicio y puntos de vista suficientes como para hacer frente por sí mismo a sus verdaderos problemas.

Es una motivación que puede arder como un fogonazo por un tiempo, pero después desaparece con la misma facilidad, dejando a la persona nuevamente donde estaba antes, o peor.

No negamos que la motivación emocional constructiva es en sí misma necesaria e indispensable, pero tienes que estar acompañada con información de utilidad práctica que permita a uno continuar automotivándose después de terminado el discurso. En otras palabras, si el estímulo solo está presente cuando te estimulan, no durará; pero si lo haces tuyo gracias a un razonamiento bien estructurado, perdurará.

Ilustrémoslo con unos hijos a quienes sus padres engríen, es decir, satisfacen todos sus caprichos. Cuando hacen cosas dignas de una reprensión o censura, estos hacen la vista gorda y les permiten continuar en 'lo suyo', diciendo: "¡Déjalos que hagan lo que quieran! ¡Tienen que divertirse!".

Cuando son jóvenes y se meten en problemas, sus padres pagan las fianzas, tapan los huecos, es decir, los cubren protectoramente y contratan a los mejores abogados, aun a costa de todo su patrimonio, quedándose en la indigencia. Pero después, cuando alcancen la edad adulta, probablemente tiendan a comportarse de manera desagradecida porque terminan dándose cuenta de que muchas de sus desgracias personales se debieron a que fueron criados mal. Nadie les enseñó a forjar los instrumentos y recursos humanos necesarios para causar buenos resultados.

Entonces sobrevienen los efectos a largo plazo (comienzan a recordar el engaño del gordito que entra por las chimeneas cargado de regalos, el ratoncito que cambia los dientes por monedas, el cuco que se lleva a los niños que no terminan su comida). Los niños han crecido y se dan cuenta de que mucho de lo que les dijeron fueron mentiras. Y reaCcionan.

La verdad es que si mentimos a los niños, tarde o temprano nos lo demandarán con hechos. Un niño mal criado suele acabar mal, y suele culpar a sus padres. No es justo, pero es muy real.

Por eso decimos que la motivación emocional es momentánea y pasajera, y, como hemos visto, ren algunos casos puede ser hasta peligrosa.

Por eso, si quieres que tus estímulos emocionales sean profundos, duraderos y beneficiosos, acompáñalos con información que sea capaz de soportar las tormentas de la realidad y ayudar a tus oyentes a producir una automotivación constructiva, una retroalimentación positiva.

Entonces, más que encender una simple chispa que se apaga en poco tiempo, encenderás una fogata que seguirá ardiendo por mucho tiempo. No solo recordarán el punto principal de tu discurso por un momento ni por unos cuantos días, sino por toda la vida. ¿No sería eso fascinante?



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