Lamentablemente, la mayoría motiva destructivamente mediante inspirar sentimientos de culpa, inferioridad, preocupación, temor y ansiedad. Por una extraña razón, aparentemente muchas personas usan esta clase de motivación para aliviar sus propias faltas y sentimientos de culpa ("En lo que te culpo a ti me exculpo a mí)". Solo que le pega de rebote y les resulta en su propia infelicidad.
Por eso, cuando pienses en motivar a otros, usa ideas constructivas para fortalecer su autoestima y obtener mejores resultados.
Solo cuídate para evitar caer en el juego de los que parecen necesitar motivación negativa para funcionar. No promuevas el maltrato a las personas.
Por ejemplo, si alguien tiene un sistema de apoyo mental negativo, difícilmente rendirá un trabajo de calidad si lo felicitas, porque no espera que se le diga algo positivo. Probablemente realizará mal la tarea o cometido hasta que alguien le recalque su supuesta ineptitud. Entonces pensará que lo malo lo hizo bien. Irónico pero sucede.
Cuando uno trata bien a las personas, se siente bien y vives más feliz, porque todos le devuelven el trato diciéndole cosas positivas, deseándole bendiciones. Uno sabe que lo aprecian. En cambio, si trata despóticamente a los demás, sabe que lo detestarán y que a tus espaldas lo maldecirán todo el día, y será imposible que sea feliz aunque diga que todo le resbala.
Premios y castigos
La motivación externa, la que viene de los demás, se basa en premios y castigos. Si haces lo que la gente espera de ti, te darán premios en la forma de felicitaciones, aplausos o regalos. Si intencionalmente obras contrario a lo que esperan de ti, te menospreciarán, te restringirán algún privilegio o algo peor.
Por ejemplo, cuando un niño termina su comida, suelen darle un postre. Si come a regañadientes o no quiere comer, suelen reprenderlo amenazándolo con no dárselo, o hasta le aplican un castigo. Si una persona siempre llega temprano al trabajo, tal vez la feliciten o hablen bien de ella. En cambio, si siempre llega tarde, la amenazarán con aplicarle una multa o despedirla.
La motivación externa también tiene mucho que ver con tres posturas sociales muy comunes: Ser víctima de alguien, perseguir a alguien o salvar a alguien.
Es más saludable evitar dichas posturas, evitando involucrarse demasiado. Es mejor mantener una actitud equilibrada.
Procura no dejarte encerrar en una cárcel emocional por las manipulaciones de otros, tampoco manipules a otros por medio de hacerles sentirse permanentemente culpables o preocupados por algo.
No te involucres. En todo caso, enseña a la gente a defenderse por sí misma y a resolver sus propios problemas.
Por ejemplo, en vez de andar prestándole dinero a cada rato, dale ideas para que aprenda a administrar su propio dinero. Sentirá una nueva satisfacción y dejará de pedirte prestado, o se irá a pedirle a alguien que caiga en su juego.
En pocas palabras, es mejor estimular a las personas a producir su propia motivación interna constructiva.
La verdad es que vivimos en un mundo que nos aleja cada vez más de la bondad y el amor, aunque por dentro seguimos anhelando amor y bondad. Si no la conseguimos afuera, podemos aprender a conseguirla dentro.
La violencia y la maldad exacerban el resentimiento, y cuando el resentimiento se vuelve perenne, echando raíces en el alma, se convierte en un veneno capaz de destruir hasta el más leve rastro de bondad y misericordia que tal vez hubo en la persona, enfriándola hasta el punto de congelar sus sentimientos.
De todos modos, mientras exista esperanza de superación, en vez de castigar emocionalmente a los demás por medio de hacerles sentir culpables por cada pequeño error que cometen, es mejor sintonizar con sus buenas cualidades y alabarlos más a menudo. Eso los motivará de manera externa pero constructiva. Les producirá satisfacción y contrarrestará el resentimiento.
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