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El Dr. Maxwell Maltz compara la frustración con un hoyo profundo y, al mismo tiempo, con un trampolín al éxito.
Lo compara con un hoyo profundo en el sentido de que uno puede caer y perder toda esperanza de poder salir. Cuando cae, su primera reacción es como si gritara en silencio: "¿Hay alguien allí afuera que me tienda una cuerda o traiga una escalera!", hasta que se agota y se da cuenta de que nadie lo va a ayudar. Entonces, su segunda reacción es comenzar a pensar en una manera de salir, hasta que realmente halla la manera de salir. Tom Hanks ganó un Oscar en la película "Náufrago", en la que se entiende bien ese punto.
En otras palabras, cuándo los niños que acaban de aprender a caminar tropiezan y caen aparatosamente, mamá o papá vienen pronto en su auxilio con una exclamación de horror y los levantan, consolándolos y hablándoles como si, en realidad, jamás debiera suceder. Los niños, desconcertados, aceptan la ayuda y siguen andando. El día que caen y nadie los levanta, permanecen tirados por un buen rato, llorando y clamando desconsoladamente, sin saber qué hacer. Después se percatan de que tienen la capacidad de alzarse por sí mismos, lo intentan, se plantan sobre sus pies y siguen andando.
Ese es el aspecto positivo de caer en un hoyo de esa clase, despertar al hecho de que fuimos capaces de soportar la situación y salir de ella. Una victoria que fortalece mucho el amor propio, la autoestima o autovaloración. Es la cualidad de la resiliencia.
Algunos adultos tienen la mentalidad de los niños. Cuando todo les sale mal y sienten que las circunstancias los arrojan en el hoyo profundo de la frustración, se dejan arrastrar por la corriente del desaliento durante mucho tiempo, diciendo cosas como: "He presentado mi registro de trabajo en cuanta empresa se me ha ocurrido y nadie me ha llamado", o se enfrascan con los amigos en largas conversaciones sobre el tema: "Nadie me da trabajo" o "No hay trabajo", hasta que se dan cuenta de que en realidad nadie las ayudará como ellos esperan.
Cuando finalmente sucede que alguien los llama, el tema cambia a "la paga es insuficiente", "las condiciones son terribles", "la distancia es muy grande", "los horarios son matadores", "las comisiones son muy bajas", "en cualquier otro sitio consigo algo mejor", "¿acaso he estudiado en la universidad para terminar lavando platos?". Entonces comienzan a sacar conclusiones y a pensar en alguna manera de hacer algo por sí mismas, para salir adelante, ¡y salen afuera del hueco!
No podemos experimentar ningún proceso de cambio sin que al mismo tiempo asome la frustración. "Todo cambio genera una crisis", solía decir Carlos Van Der Veen.
Por lo general, la realidad siempre resulta diferente, mejor o peor a como la calculamos; y nos desilusionamos y frustramos ante sus aspectos desagradables. Pero ¿no es la cuota que tenemos que pagar por vivir en la realidad?
El libro Go team! (Trabajo en equipo), de Blanchard, Randolph y Grazier, nos da a entender que la frustración conlleva una fuerza poderosa que puede utilizarse eficazmente si uno la focaliza para acelerar la modificación de cualquier asunto o circunstancia.
Una equivocación, una demora, un exabrupto, aprender una nueva habilidad (como montar bicicleta, cocinar o aprender un idioma o a hablar en público) puede generar frustración. El citado libro menciona como ejemplo varias fuentes de frustración:
- Las cosas no salieron como pensaste
- Crees que la manera como se decidió proceder no va a funcionar en absoluto
- Interpretaste mal algunas cosas, o ciertas actitudes
- Crees que la orientación o preparación que recibiste no es la más adecuada
- Temes fallar por no estar a la altura de lo que se te exige, de no poder cumplir con la tarea
Y podríamos añadir los cuatro temores que tipifica Kerry L. Johnson en su libro "Cómo lograr la excelencia en ventas": Temor a hacer el ridículo, temor al rechazo, temor al fracaso y temor al éxito.
Una clave para contrarrestar la frustración, entender mejor los asuntos, estar en mejor condición de acometer la tarea y lograr la satisfacción que deseas es adquirir, recopilar, analizar y compartir más información relacionada con el problema.
Como afirma Grace Murray Hopper: "[...] en muchos casos, la información es más valiosa que la maquinaria que la procesa".
La frustración te nubla la visión temporalmente; pero la satisfacción que obtienes ajustando tus conocimientos, la aclara.
Por eso Maltz comparaba la frustración con un trampolín, porque a pesar del profundo y prolongado malestar que a veces pueda causarte, hasta sumirte en depresión, puedes acabar sintiendo el aguijonazo necesario para hallar una fórmula personal, mejorada y honrada de hacer frente a tus circunstancias, ¡y la hallarás! Entonces mirarás atrás al día en que, gracias a la frustración, aprendiste a triunfar sobre el desaliento y la desesperación.
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