Cuida tu postura de pie

(Ver otros artículos)

Seguridad ante todo. Si vas a subir por una escalera, primero te aseguras de contar con todos los accesorios de seguridad y que esté muy bien anclada. Caer desde una gran altura podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

En oratoria es exactamente igual. Seguridad ante todo. No solo tienes que sentir seguridad, sino inspirar seguridad en tus oyentes. Si no inspiras respeto, difícilmente confiarán en tu palabra.

Mira otra vez la figura de arriba. ¿Te parece una persona pusilánime o tímida? ¡De ninguna manera! Todo lo contrario. Uno piensa: "¡Qué valiente!".

En oratoria nadie dirá: "¡Qué valiente!", pero piensa: "¡Qué aplomo!", y eso te conviene mucho. Porque sentirán que pueden confiar en lo que les dirás. Claro, la postura no lo es todo. Pero dice mucho sin palabras.

Es una de las cosas que más respeto y seguridad inspiran aunque todavía no hayas empezado a hablar. No que te claves en el piso como un puñal, pero sí que te mantengas lo suficientemente estable para comunicar madurez, estabilidad y equilibrio.

Como todo otro rasgo de tu personalidad, tus oyentes se fijarán en tu manera de ponerte de pie, porque refleja muchas cosas sobre un orador, especialmente su seguridad interna.

Por eso, mantén tus piernas seguras y estables frente al auditorio. Sea que estés de pie, sentándote o andando. Busca una ubicación apropiada en el escenario y la mejor iluminación, a fin de comunicar confianza a tus oyentes. El concepto de Dale Carnegie respecto a la postura era que los hombres debían reflejar distinción, y las mujeres, encanto.

Siente firmeza de la cintura hacia abajo

Si eres hombre y decides hablar de pie, endereza las rodillas, sintiendo tus piernas como si fueran dos enormes columnas de fierro y el peso del cuerpo sobre ambos talones, los cuales mantendrás ligeramente separados, en línea con las clavículas. Evita asumir una pose afectada.

Si eres mujer, descansa sobre tus piernas con flexibilidad al asumir una pose femenina. Por ejemplo, una postura encantadora resulta de dibujar la forma de una "V" con ambos pies, y después, acerca el talón de un pie al arco del pie contrario y endereza por lo menos una de las rodillas. Si decides enderezar ambas rodillas y mantener ambas piernas rectas (que es la postura más formal para una mujer), en vez de hacer la forma de una "V", es mejor pegar las puntas de los pies, la una a la otra, hacer lo mismo con los talones.

Lógicamente, analiza, de acuerdo a la ocasión, cuál postura te conviene más. Un espejo puede ayudarte a ver todas tus opciones en cuanto a tu postura y manera de andar.

¿Y las manos?

En el artículo sobre los gestos y ademanes se trata este asunto ampliamente, pero si nos referimos a la postura en general, te sugerimos que si no usas las manos, las dejes caer con naturalidad a los lados (de pie) o las dejes sobre los muslos (sentado). Si prefieres juntarlas, y eres varón, sugerimos hacerlo por detrás (de pie); si eres mujer, por delante (de pie). Sin embargo, manténlas sueltas, no tensas sobre el nivel de la cintura como un cura o una monja. La razón es que los codos permanentemente doblados, indican tensión, y la tensión comunica nerviosismo, falta de aplomo o inseguridad. Si tomas asiento tras una mesa, sugerimos mantener las manos sobre la mesa.

Suelta el atril

Evita considerar el atril como si fuera el burladero de una plaza de toros. Es solo una mesa para colocar tu bosquejo. Si te aferras a él a cada rato o por mucho tiempo, perderás presencia e inspirarás falta de confianza interior. Aunque puedes apoyarte muy suavemente sobre él de vez en cuando para realzar tu imagen, evita aferrarte nerviosa y permanentemente.

Evita crear la común ilusión óptica del péndulo hipnótico

A menos que desees llevar a cabo una escena de relajamiento, desplázate de aquí para allá solo durante cortos períodos y de modo variado. Evita bambolearte sobre el sitio como un péndulo, porque podrías inducir a dormir a aquellos oyentes que estén cansados, sobre todo, después de almorzar o cenar. Desplázate con entusiasmo, para impedir la ilusión óptica de péndulo hipnótico o la sensación del movimiento de un bote en el mar.

Cuando caminas o te bamboleas rítmica y constantemente de un lado a otro, las cosas, desde el punto de vista del espectador, se ven así: Mientras vas hacia la izquierda, el escenario parece moverse hacia la derecha, y cuando vas hacia la derecha, el escenario parece moverse hacia la izquierda. Esa combinación de movimiento constante puede marear y originar una respuesta defensiva como estas:

    Que sitúen su mirada en un punto fijo y den la impresión de estar distraídos.

    Que bajen la mirada baja y comiencen a dibujar flores, lo cual interpretarás como falta de interés o de respeto.

    Que cabeceen y se suman en un sueño profundo, lo cual te sacará de quicio.


Evita dar la espalda al auditorio

Una debilidad de algunos consiste en exponer dando la espalda constantemente a cierto sector del auditorio. Nada recomendable. Necesitas ver la reacción de todo el auditorio constantemente.

Dar la espalda durante mucho rato a un sector podría interpretarse como una muestra de menosprecio hacia los individuos de dicho sector. Eso sería muy inconveniente, sobre todo, si quieres persuadir.

Gira de cara al auditorio


Cuando escribas en la pizarra, señales con el puntero o quieras cambiar de un lado al otro del escenario, gira siempre de espaldas a la pizarra o de cara al escenario. La próxima vez que veas una obra de teatro, tómate la molestia de observar cómo giran los actores.

¿Aplomo o encanto?

Los estereotipos y condicionamientos sociales en el trato causan diferentes reacciones ante la postura del orador cuando camina, se pone de pie o toma asiento.

Por eso siempre sugerimos a los varones esforzarse por comunicar el aplomo de un árbol, y a las mujeres, el encanto de las flores.

Tanto los árboles como las flores comunican gran estabilidad, pero despiertan diferentes emociones y sensaciones.

Por ejemplo, los niños se sienten intimidados por los árboles, pero se conmueven ante las flores; instintivamente miran a los árboles con respeto y quieren trepar por sus ramas, pero toman las flores en sus manos con delicadeza, sonríen y quieren entregársela a alguien.

Si un varon comunica el encanto de una flor, o una mujer comunica el aplomo de un árbol, debe asumir su responsabilidad por el efecto que su postura pudiera causar en sus oyentes.

ARRIBA