Conviene usar un bosquejo

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Un bosquejo es un mapa o sistema de navegación que te ayuda a orientarte paso a paso desde la introducción hasta la conclusión del discurso.

Siendo el cielo tan espacioso, ¿cómo puede llegar a su destino una nave espacial? Posee un sofisticado sistema de navegación que la ayuda a mantener el rumbo. Una vez fijado el objetivo, los equipos reaccionan ante la más leve desviación y llevan la contraria constantemente, arriba abajo, derecha izquierda, corrigiendo el rumbo.

Algo similar puede suceder con una persona que expone en público. Por momentos podría apasionarse con algún detalle y desviarse momentáneamente del tema, ya sea porque saltó algún punto, entró en una laguna mental pasajera o alguien le hizo una pregunta que estaba fuera de lugar. Anotaciones breves en su bosquejo o ayuda-memoria le sirven igual a un sistema de navegación para volver al curso correcto hacia la conclusión correcta. Le impide irse por las ramas u olvidar alguna idea importante.

Por supuesto, la ventaja de hacerte hábil diseñando bosquejos reducidos es que desarrollas la habilidad de exponer en público a partir de la idea que hay en tu mente, no de las palabras específicas. Puedes prescindir del papel porque puedes visualizar claramente el bosquejo en tu memoria.

Hay actores y oradores que son hábiles para memorizar todo un discurso palabra por palabra y exponerlo sin olvidar parte alguna, porque tienen una gran habilidad para encadenar las diferentes porciones y concentrarse de tal modo que recuerdan cada detalle. Hacen un gran trabajo. El libro de Jack Valenti, "Cómo hablar en público" contiene mucha información práctica al respecto. Pero ese no es el caso de la mayoría. No todos hemos ejercitado tanto nuestra memoria.

Aprender a hablar a partir de un bosquejo te concede la libertad de no tener que ceñirte estrictamente a un tenor preparado de antemano.

Algunos dirán: "¿Libertad? ¿Acaso no será más probable que me olvide de todo?". Mi respuesta es "no". Al pensar en la idea, tu cerebro automáticamente te enviará a la boca las palabras más adecuadas para convertirlas en habla. Tal vez no sean exactamente las que hubieras deseado decir, pero te mantendrá en el curso.

Por ejemplo, si pensabas decir: "Todos esperábamos la respuesta del Alcalde", tal vez tu cerebro decida que es mejor decir: "El aire estaba cargado de emoción mientras la gente esperaba la respuesta de la autoridad edil", o "Todos nos quedamos parados como un solo hombre, a la expectativa de lo que diría el Alcalde", o "Nadie se movió, esperando ansiosos lo que resultaría de la decisión de las autoridades", o "Nunca vi tanta tensión en el ambiente, mientras el Alcalde se decidía a salir y encarar al pueblo para darnos una respuesta definitiva".  Lo importante es la idea. Las palabras no tienen que ser exactamente las que habíamos escrito. Es mejor que salgan espontáneamente.

En caso de que quieras decir cierta frase exactamente como la habías pensando, tienes que ensayarla hasta el cansancio, a fin de no fallar. Es mejor fallar y equivocarte 500,000 veces durante el ensayo que equivocarte frente a tus oyentes.

En oratoria, la clave no consiste en forzar las palabras, ni memorizarlas ni repetirlas como un actor. Lo importante es que la idea esté clara en tu mente. En el ejemplo anterior, la idea es que: 1) un representante de la municipalidad  o ayuntamiento hablará de lo que se decidió, y 2) que todos están esperando que hable.

Si lees de un escrito, o procuras repetir de memoria algo que habías escrito, te esclavizarás a dicho escrito y el estrés se te dispará por temor de que los ojos te traicionen y salten unas líneas. Y buscar con la mirada la línea o frase que te saltaste puede acrecentar aún más tu tensión. En cambio, si hablas a partir de un bosquejo sencillo, no solo te sentirás más libre para hablar, sino que darás rienda suelta a tu imaginación y las palabras saldrán solas. Te sentirás más feliz de saber que no tienes nada que envidiarle a los mejores oradores.

Cualquiera puede hablar a partir de un pequeño bosquejo de ideas. Lógicamente, tu discurso estará a la altura de tu educación y respaldo cultural. No puedes hablar con la boca de otra persona. Pero habrás dicho lo que pensabas y sentías con sinceridad. Poco a poco, con el tiempo, si decides estudiar más a fondo la oratoria, podrás corregir tus defectos gramaticales y ortográficos poniendo por escrito tus discursos. Pero la tarea de salir, abrir la boca y decir lo que tengas que decir, puedes hacerlo humildemente desde ahora mismo.

Solo hay una circunstancia en la que debes leer de un escrito, y no hay escapatoria: Cuando el organizador te lo exige. A veces lo exige la ley. Por ejemplo, hay Estados que requieren que el gobernante electo ponga su primer discurso por escrito y le dé lectura ante la Nación en la fecha de inauguración. En tal caso, no puede darse el lujo de usar simplemente un bosquejo. Y si bien otros podrían prepararle el discurso, de todos modos tendrá que poner al descubierto, como mínimo, su competencia para la lectura pública.

Por eso, en toda otra circunstancia, es decir, las que dependan de tu decisión, te recomiendo siempre dividir tu exposición en dos o tres partes troncales y anotar sucintamente los títulos y subtítulos con palabras, frases, códigos, claves, dibujos o colores. Por ejemplo, si el discurso es el siguiente:

Tal vez las palabras clave del bosquejo para el discurso arriba indicado serían:




La ventaja de usar pocas palabras es que todo entra en la parte posterior de una tarjeta de negocios.



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