¿Qué es un líder?

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¿Tienen las hormigas un líder? Los hormigueros son estructuras complejas, y la organización de estos insectos es sencillamente increíble. Realizan tareas coordinadas de gran magnitud y no pierden el tiempo discutiendo quién tiene que hacer lo que tiene que hacer.

Cada hormiga sabe por instinto perfectamente lo que tiene que hacer según se requiera. Por ejemplo, si algo se derrumba, algunas dejan de cargar el alimento, cambian de actividad y se ponen a reparar el daño sin que nadie les dé una orden, tampoco se les asigna las tareas ni se les provee instrucción alguna. ¿Es que no hay una hormiga líder?

La pregunta, aunque pequeña, se justifica porque entre los humanos a veces reina el desconcierto. El célebre supervendedor Tom Hopkins solía decir a sus estudiantes que reconocía tres clases de persona: 1) La que hace lo que tiene que hacer sin que nadie la motive. 2) La que necesita que alguien tome asiento periódicamente con ella para motivarla y revisar sus logros y objetivos. 3) Y la que utiliza la motivación de manera negativa para justificar un proceder negativo.

Por eso merece una seria consideración el tema del liderazgo, sobre todo, cuando alguien murmura acerca de algún nuevo fracaso en los negocios o se entera, por las noticias, de que cierta organización está viniéndose abajo debido a una crisis de liderazgo.

Pero no hay nada que murmurar ni suponer. Las noticias lo destacan en primer plano vez tras vez. No sé trata de un secreto, chisme o exageración.

Ciertas organizaciones juveniles llevan a cabo jornadas de gritos y cantos, y algunas escuelas enseñan a los niños a preparar grandes carteles y exhibirlos por las calles del vecindario. Tampoco es un secreto. Dicen que es un entrenamiento para el liderazgo del futuro y para que aprendan a involucrarse activamente en política.

Pero surge una pregunta, ¿acaso se espera que un líder sea alguien que grita a los demás o los impresione con frases pomposas? ¿O alguien que se erige a sí mismo como jefe de otros a fuerza de su carácter y personalidad?

Sin duda que una persona observadora se preguntaría: “En realidad, ¿qué es un líder?”. No quisiera dejarse llevar por la definición simplista de que ‘un líder es alguien que dirige a otros’. Porque la verdad es que se puede dirigir a otros sin ser un líder; y es posible ser un líder sin saber dirigir a otros; y por supuesto, lo ideal es poder ser un líder y, al mismo tiempo, saber dirigir.

Por eso, no quise irme a los extremos y definirlo en una frase simplista, tampoco dar la impresión de estar dictando cátedra sobre el particular. Pero quiero compartir contigo el presente comentario para contribuir a aclarar un poco la idea que tengas de lo que significa ser un líder. 

Lo siguiente te ayudará a comprender mejor la diferencia entre alguien que dirige y un líder. Después podrás armar, en tus propias palabras, una frase propia que defina tu propio concepto, basado en una opinión cultivada, no en un cliché ni paradigma.

¿Qué significaba antes?

Originalmente se consideraba que un líder era un caudillo militar. Esa fue en esencia fue la primera definición que ofrecieron los diccionarios. Se lo asociaba con grandes campañas militares donde fluían ríos de sangre y los aspirantes al cargo se mostraban rudos, fríos y despiadados como prueba de competencia. En la antigüedad el líder era el más fuerte, aunque fuera el más bruto.

Con el paso del tiempo, el término fue diluyéndose y extendiéndose a otros campos, de modo que todo el que destacaba, dirigía a otros, ejercía la jefatura o iba delante de los demás era considerado el líder, ya fuera en las olimpíadas, en un partido político, en una orden religiosa, en un centro de estudios o en un negocio. Muchos empresarios llegaron a consultar El Arte de la Guerra, de Tsun Tsu, como si fuera la Biblia o el Corán.

Actualmente muchos consideran el liderazgo como una posición de superioridad y prestigio que conlleva el control de los demás, y se supone que estos deben convertirse en seguidores simplemente por respeto al cargo o posición jerárquica. Así ha funcionado en los grupos, equipos y organizaciones, y es un concepto que no dista mucho de la antigua noción de liderazgo.

Antes se suponía que todos se sometieran al líder, voluntaria o involuntariamente, so pena de unas represalias poco agradables, y hoy, en muchos lugares, muchos siguen suponiendo lo mismo, como cuando ‘la Tierra era plana’. Hay maestros que ejercen dominación férrea sobre sus estudiantes, y no pocos padres de familia crían a sus hijos al más puro estilo faraónico, y ni qué decir de muchos políticos y dirigentes empresariales que obtienen fama con una retórica dominante y carente de afecto.

Muchas cosas están cambiando

Hoy en día la fuerza de las circunstancias ha obligado a los académicos a investigar, entender y modificar ciertos conceptos, no solo porque la gente se está rebelando contra el liderazgo tradicional, sino porque los investigadores de las artes empresariales, la economía y las finanzas, entre ellos algunos renombrados ganadores del Premio Nobel de la Paz, dicen haber descubierto el por qué y han desarrollado algunas teorías revolucionarias basadas en estudios meticulosos de la trayectoria de la economía mundial.

La experiencia repleta de fracasos de muchos empresarios que durante años ejercieron una jefatura autoritaria, y, en algunos casos, cruel e inhumana, añadió argumentos para mejorar el entendimiento de lo que realmente debía ser un dirigente, y reajustar el entendimiento académico de lo que realmente significaba ser un líder de éxito, sobre todo, en tiempos de adversidad.

Horizontal vs. Vertical

Si antes se ensalzaba la dirección vertical (de arriba abajo), en que el jefe daba una orden y los demás la acataban inconcusamente (y al que no le gustaba, lo expectoraban), ahora el estilo se está moviendo horizontalmente para que todos formen parte del éxito. Es decir, se está dando más oportunidad a todos de involucrarse, compartir y asumir responsabilidades, decisiones y consecuencias, así como tener una participación en los beneficios y las ventajas.

El concepto de Recursos Humanos, que más solía referirse a elementos utilizables y desechables, está cediendo el paso en todas partes a la más acertada definición de Capital Humano, que implica el reconocimiento de que los empleados nunca fueron realmente empleados, sino inversores de Capital Humano, lo cual ha ayudado a los verdaderos líderes a reenfocar más eficientemente su labor. Lógicamente, este nuevo concepto movió el piso a los que se apoltronaban en la ineficiencia, adjudicándose el título en mérito al cargo y no a un liderazgo eficaz.

Por ilustrarlo: Juan se consideraba a sí mismo un empleado, y cuando lo ascendieron a jefe de departamento se sintió con derecho a que los demás lo consideraran como su nuevo líder. Pero le resultaba difícil entender por qué los sistemas no funcionaban. Y es que por falta de estudio y conocimiento de los descubrimientos en el campo del liderazgo, todavía sostenía la antigua creencia de que se había convertido en líder simplemente porque ostentaba un cargo superior. Fue un fracaso. No se movió al ritmo de los tiempos. 

Puede suceder en una carpintería, una tienda, un matrimonio, una escuela y cualquier lugar. Pero tener buenas herramientas no convierte a uno en un buen carpintero, ni casarse, en una buena pareja o padre de familia. Dar siempre las cosas por sentadas no es el mejor proceder.

La realidad es que, como afirman muchos estudiosos (historiadores, antropólogos, psiquiatras, sociólogos, filósofos, médicos, demógrafos), las guerras mundiales marcaron un profundo hito en la historia universal y dejaron cicatrices imposibles de obviar. La gente había cambiado. El teléfono, la radio, la televisión e Internet abrieron los ojos de todos a un sinfín de oportunidades y conocimientos que antes no estuvieron a su alcance. 

Nos hemos disparado hacia las estrellas y hacia las Fosas Marianas, aun el Pozo de Kola, y también  hemos descubierto nuevas facetas del microcosmos, abriendo la Caja de Pandora de la nanotecnología. Y cuando la Generación X se rebeló, pidió cuentas a sus mayores.

Hoy en día los científicos han aprendido que la vida no podría existir si las fuerzas nucleares fuerte y débil no estuvieran en perfecto equilibrio con las leyes de la termodinámica y de la gravedad; y los ingenieros informáticos han aprendido que el software no sirve para nada sin el hardware, ni el hardware sin el software. 

Nuestros conocimientos están llegando a un punto en que nos encaramos a la verdad como una sola, la cual no se contradice. Aunque proclamamos que la espontaneidad y el azar juegan un papel importante, reconocemos que básicamente estamos sujetos a leyes precisas. 

Por ejemplo, es cierto que todos los copos de nieve son diferentes. No hay uno igual a otro. Sin embargo, todos muestran un diseño exagonal. Por un lado, el azar les confiere la variedad, pero por otro, las leyes naturales los mantiene siempre hexagonales. Y nos preguntamos por qué cuando nos miramos en un espejo y guiñamos el ojo derecho, la imagen parece guiñar el ojo izquierdo.

El desarrollo se ha vuelto tan dinámico que una computadora de última generación, un teléfono celular o consola de sonido pueden quedar obsoletos tan pronto como salen de la fábrica, y no es diferente en el mundo de los negocios. 

Los conocimientos y procedimientos son perfeccionados tan a menudo que las organizaciones de entrenamiento y capacitación más avanzadas convocan a sus miembros clave una o dos veces al año para una actualización en su central, porque solo así pueden asegurarse de seguir siendo competentes al brindar un asesoramiento de alto nivel.

Ahora todos participan

Las personas están cada vez menos dispuestas a aceptar un liderazgo que sigue el arcaico concepto de la dominación por el más fuerte. Las piernas del autoritarismo se quebraron cuando la Unión Soviética fue disuelta y después fue derribada la Cortina de Hierro. Los ciudadanos no soportaron más las barreras que los mantenían aislados y relegados. 

La supremacía del antiguo liderazgo comenzó a doblegarse ante los reiterados clamores por justicia. Entonces, como nunca antes, el antiguo concepto de liderazgo fue sometido a intensas presiones. Si antes los líderes cortaban la cabeza a todo el que se les cruzaba en el camino, hoy las noticias nos muestran en cambio a muchos líderes corruptos o incompetentes que son decapitados (figuradamente) por sus seguidores, y no pocos con largas condenas de prisión. Muchos se preguntan: "¿Qué está pasando?".

Ahora la gente exige participar y ejercer un mayor control sobre su vida y futuro. Quieren que se tomen en cuenta sus deseos y opiniones y que se eliminen lo antes posible las fronteras que separan la ignorancia de la sabiduría. Quieren que se vean y oigan sus inventos y ocurrencias; quieren acelerar las modificaciones e innovaciones y producir más en beneficio de sí mismos y de los demás. Diariamente, Internet recibe una avalancha de información proveniente de gente de toda la Tierra, gente que produce cosas, programas y sistemas, gente que quiere compartir lo que sabe.

La interactividad y el trabajo a distancia y las oficinas remotas están cubriendo cada vez más áreas del desempeño humano, y los especialistas en marketing están echando mano de novedosas herramientas disponibles para reenfocar la creación de nuevos productos y servicios, nuevos modelos de publicidad y propaganda y nuevos e interesantes puestos de trabajo.

La tecnología no solo está sirviendo para fabricar productos y servicios, sino para toda clase de actividad. Los procedimientos se modifican rápidamente y dejan obsoletos los modelos anteriores. La Agenda, de Michael Hammer, está reemplazando a sus otrora famosos conceptos de Reingeniería

Por lo mismo, el liderazgo ya no se puede ejercer como antes sin que genere grandes dificultades. Sobre todo desde comienzos de 2020, con la pandemia del COVID-19. Hay que reconocer que el concepto de liderazgo ha cambiado y se está adaptando a una nueva modernidad. 

Ahora los directivos respetan y aprecian como nunca antes a sus Inversores de Capital Humano (antes llamados empleados), porque finalmente están aceptando que vivimos en una Economía de Cliente, en que el cliente dicta a los empresarios cómo quiere ser tratado, y si no escuchan, simplemente se van a la competencia. Así de simple. Parece mentira. Ahora los clientes verdaderamente controlan las empresas.

Por otro lado, y esto es lo que queremos resaltar, no solo los clientes pueden decir “me voy a otra parte”, ¡sino los empleados! Entre ellos, los más valiosos. Todos sabemos que cada vez más empleados trabajan por contrato. Si al dueño de la viña no le agradaba tu trabajo, llegaba el lunes y simplemente te decía: “Te vas”. Eso dolía.

Pero eso está cambiando. Ahora el empleado clave, el más importante de la compañía, el que capacitaron durante tantos años para la producción y comercialización de los productos, también puede sorprendernos un lunes por la mañana con una carta de renuncia irrevocable y retirarse con toda su experiencia acumulada para ponerse a las órdenes del competidor, ya sea porque le ofreció más dinero o porque quería disfrutar de un ambiente de trabajo más agradable, por recibir un mejor trato, gozar de más autonomía o de un justo reconocimiento. En una palabra: Satisfacción.

Es cierto que habrá quienes me digan: "¡Exageras! Los tiempos son difíciles. La pandemia nos ha reventado. No podemos renunciar así  nomás. Volver a encontrar trabajo no es fácil". Pero los más competentes no piensan así. La realidad es que muchas empresas se quedan con los menos capacitados y deben invertir nuevamente [o, mejor dicho, gastar] en capacitarlos, reciclando al equipo vez tras vez, reconociendo que igualmente podrían retirarse cuando otro les ofrezca algo mejor.

En realidad, no conviene dejar que la gente se vaya. Sale más barato y más sencillo apreciarla y tratarla bien. ¿Ahora ves por qué se negocian los aumentos y se exige un ambiente más agradable, un mejor trato y más autonomía y reconocimiento? Quieren lo mismo que los clientes: ¡Más satisfacción!

Actualmente, los empleados están tomando conciencia de que poseen un Capital Humano que simplemente no tienen por qué desperdiciar yendo tras un líder despiadado. Ya no tienen miedo, como antes. Ahora negocian, y si no les ofrecen un buen rendimiento por su inversión, se van a otra parte. Punto. Ya no es un camino de una sola vía en que el líder pisoteaba a todo el mundo. Ahora, si el líder no los reconoce ni les ofrece un buen rendimiento por su inversión [de Capital Humano], menospreciarán la oferta.

Está frito el líder que no tiene capacidad intelectual ni la inteligencia emocional suficiente como para entender esas cosas. Le convendría poner las barbas en remojo y quitarse la corona antes de que sus empleados lo echen a los cocodrilos. No es broma. 

Tratar mal a la gente socava la inversión del Capital Humano, genera murmuraciones y quejas, la calidad del trabajo disminuye y, con ello, el valor para el cliente; y si disminuye el valor para el cliente, ¿no se irán los accionistas contra los directivos, por haber descuidado los intereses de la compañía?

La importancia de una definición adecuada

Por eso, la manera de entender el liderazgo afecta directamente la manera de ejercerlo, y eso a su vez afecta la reacción de quienes invierten su capital humano. De modo que no basta con pensar que un líder es alguien que está a la cabeza de un proyecto, equipo, movimiento u organización. Hay que meditar constantemente en la manera como se entiende, es decir, lo mucho que entraña ser un verdadero líder.

Hay quienes dicen que enseñan liderazgo por medio de reunir a unas cuantas personas y hacerlas gritar lemas del tipo “¡yo puedo!”, como si el liderazgo fuese tan simple como creer en uno mismo, esbozar una gran sonrisa, gritar un par de frases, impartir órdenes o saber hablar en público y nada más.

En primer lugar, un líder es alguien que se esmera sinceramente por adquirir conocimientos sólidos de carácter general y también  específico, no solo respecto a tecnología, sino al entendimiento del ser humano como tal y como miembro de la comunidad, lo cual le ayuda a acopiar experiencias enriquecedoras que le permiten completar su aprendizaje y comisión de líder.

En segundo lugar, un líder es alguien que reconoce que también tiene un líder al que rendir cuentas y que no puede tomarse más libertades de las que le corresponden para llevar a cabo con éxito su trabajo específico. Así comprende que el secreto no radica en ser duro, sino maleable. Los tiempos son críticos. Por eso, si verdaderamente quieres saber qué es un líder, tienes que pensar en función de:

No ser rígido ni terco, sino flexible y adaptable

No ser estrecho de miras, sino estar dispuesto a conversar y llegar al fondo de los asuntos

No ser un analfabeto tecnológico, sino un curioso estudiante de los sistemas y procesos

No ser portador de problemas, sino de soluciones

No ser un buscador de culpables, sino de talento

No ser un evasor de la realidad, sino alguien que enfrenta la adversidad

No ser desleal a los principios, sino fiel

No ser temeroso de la impopularidad que despierte una buena idea o decisión, sino valiente

No ser un levantador de muros, sino alguien que derriba fronteras a fin de globalizarse

No ser negativo, sino positivo ante el fracaso y los reveses

No ser un patán, sino una persona respetuosa que destaca por su decencia

Por ejemplo, ¿cuál es un valor más cotizado, la honradez o la puntualidad? Es innegable que la puntualidad y la habilidad para administrar el tiempo es un requisito fundamental para el desarrollo, pero aunque disciplináramos a los empleados para que sean más puntuales, ¿a cuántos podríamos capacitar para que sean más honrados? Las puntualidad es a veces una cuestión de salvar las apariencias, pasar a tiempo por el control de asistencia y evitar un descuento a fin de mes; pero la honradez es un asunto del corazón, de la crianza y la auto disciplina, y por tanto, más difícil de conseguir.

Si un empleado muy trabajador que destaca por su honradez y por realizar un trabajo de calidad nos pide con la debida anticipación 1 ó 2 días libres a cuenta de vacaciones para invertirlo en su vida familiar o en alguna capacitación de carácter personal que le animará a ser más honrado, ¿seremos tan estrechos de miras para presionarlo y amenazarlo con despedirlo, sabiendo que en el fondo su desempeño supera el de sus compañeros? ¿Es eso entender lo que significa ser un líder?

De ninguna manera. ¡Eso haría un tonto! Porque desde un punto de vista económico estaríamos estimulando a uno de nuestros mejores inversores de capital humano a buscar una mejor fuente de rendimiento, es decir, buscarse otro empleo y llevarse su honradez a otra parte, uno de los valores que más necesitamos. Que no nos sorprenda si después descubrimos que por despedir a aquel honrado trabajador, otros empleados comenzaron a robar en el almacén. 

¡Tarde no solo descubriremos que su honradez se traducía en un menor costo, sino que su presencia era una buena influencia para los demás! ¿Y ahora qué? ¿Daremos cursos de ética y honradez para que no sigan robando? Vamos, ¡la honradez se aprende en el hogar! Es un entrenamiento que toma años de crianza y es parte de la escala de valores del individuo. No se enseña en una academia. Tener un empleado honrado vale mucho más que cien que llegan puntualmente solo por evitar un descuento a fin de mes.

Ahuyentar la Inversión de Capital Humano de un trabajador honrado que siempre fue un ejemplo para el resto y demostró ser leal a los intereses de la empresa, nada más porque nos pidió 1 ó 2 días a cuenta de sus vacaciones para invertirlo en la familia o en una capacitación de carácter personal, es ser nada menos que despiadado. 

Sinceramente me quedaría corto respecto a lo mucho que opino acerca de la personalidad de un líder de éxito, como el ser equilibrado, entusiasta, ético, talentoso y mucho más. Alcanzar un alto cargo no es sinónimo de líder, ni andar gritando frases del tipo: “¡Yo puedo!”. Eso motiva por un tiempo, pero no define el liderazgo.

Por lo tanto, pedir una frase corta que defina lo que realmente significa ser un líder es tan absurdo como creer que despidiendo a los empleados se resolverán todos los problemas de costos.

En términos generales, ser un líder es asumir una responsabilidad de peso en todo sentido y trabajar duro hasta las últimas consecuencias. No consiste en ostentar un título o cargo, o apoltronarse y bostezar y dormitar mientras los demás trabajan. Es el resultado de una manera de ser ejemplar que se construye con esfuerzo y dedicación, que no siempre requiere de estudios superiores. 

Muchos líderes de éxito lograron su misión a partir de un conocimiento tácito, no especializado. De hecho, no pocos líderes de las más exitosas compañías del mundo reconocen que muchos de sus empleados saben más que ellos; y hay autodidactas que lo hacen muy bien. Estos son los que se esfuerzan por generar un clima de confianza y satisfacción.

¿Cualquiera puede ser líder?

Dependiendo del trabajo implicado, de los objetivos trazados y los métodos que se aplicarán para alcanzarlos y de a quiénes se tiene que liderar, hasta niños se han convertido en líderes de cambios e innovaciones importantes aunque al principio no se percataron de su trascendencia. 

Soñar con un mundo mejor parece una fantasía, pero muchos terminan formando equipos o poniéndose de acuerdo y, de repente, hallaron que todo se convirtió en un proyecto extraordinario. Ana Frank escribió un libro que llegó a ser famoso e histórico. Melissa Poe y Tara Church fundaron organizaciones que llegaron a tener miles de miembros que beneficiaron a la humanidad. Y ojo que estoy refiriéndome a niños que no lo lograron cuando se convirtieron en adultos, sino aún siendo niños.

Cada vez más académicos del campo empresarial y económico reconocen que, dadas las circunstancias, casi cualquiera podría aprender a ser un líder [sobre todo si tiene predisposición genética] mediante el fuego del entusiasmo más el estudio y la experiencia. 

El conocimiento tácito o inherente puede llevar a una metamorfosis que capitalice y produzca conocimiento explícito y específico incrementando el Capital Humano y, por ende, el rendimiento de la inversión de una compañía, escuela, academia, organización, club, país o como quieras llamarlo.

Uno no solo envejece, sino que -por decirlo así- experimenta cambios estructurales en su comportamiento que lo hacen más eficiente en su desempeño, y/o por lo menos en su manera de dirigir el desempeño de otros, hasta el punto de convertirlos en hacedores de líderes, pasando la posta a otros que participarán en la expansión del conocimiento, la experiencia, los resultados y la sinergia.

Cualquiera podría dibujar un paisaje espontáneamente o tocar guitarra de oído, pero tendría que adquirir conocimientos sofisticados para diseñar un rascacielos o escribir una sinfonía, porque, si no, el rascacielos se derrumbaría o los músicos no sabrían cómo interpretar la partitura. 

Igualmente, cuanto más complicada la empresa, más sofisticados los conocimientos y la experiencia que se necesitan para sacarla adelante. Si no los tienes, tendrías que convocar a otros que sí los tienen, porque, de lo contrario, la quebrarías y perderías todo tu dinero. 

Lo que quiero decir es que cualquiera puede vender limonada en una calle del vecindario, pero se necesita más que entusiasmo para sacar adelante un gran proyecto. Un gran empresario es un gran estudioso; y si no es un gran estudioso, difícilmente soportará los cambios ni sobrevivirá como tal cuando las papas quemen.

Por supuesto, siendo que el liderazgo es una gran responsabilidad y una opción, no la ostentación de un cargo, también debemos respetar la decisión de quienes por circunstancias personales preferirían no asumir la dirección de cierto proyecto, equipo, movimiento u organización. Es una decisión personal que nadie tiene derecho de forzar ni reconvenir.

Cualidades de oratoria asociadas con un liderazgo moderno

Como ya hemos ofrecido nuestra opinión en otros comentarios, no creemos que sea necesario ser un líder para cultivar la oratoria; sin embargo, creemos que la oratoria sí es una competencia esencial para el liderazgo. En ese contexto, creemos que las siguientes son cualidades asociadas con un liderazgo moderno.

Informar con claridad y sustancia

Un líder debe ser un ávido lector y disfrutar de la investigación con el fin de mejorar el enfoque se sus ideas, de modo que cuando tenga que presentar información mediante un discurso lo haga de manera clara y sin ambigüedades. Es un cazador de dichos, refranes y proverbios, experiencias, anécdotas y biografías, estadísticas y resultados de estudios, ilustraciones, historias, fábulas y cuentos, diagramas, esquemas y bosquejos. 

A un líder le gusta reflexionar cuidadosamente en preguntas que pueda formular al auditorio, para que la respuesta contribuya a aclarar y reenfocar el punto principal. Procura ir directamente al punto, pero tiene en cuenta la conveniencia de hacer un rodeo cuando las circunstancias lo exigen. Mantiene enfocado el objetivo desde el comienzo hasta el final de su exposición.

Impactar para que recuerden la información

Un líder habla de modo que atrae la atención sobre los puntos principales y el objetivo del discurso, no sobre su persona, porque sabe que lo que el auditorio debe recordar no es como hablaba, sino el mensaje. Se caracteriza por saber concentrar la atención en la información y grabar las ideas en la memoria de sus oyentes. Evita los manerismos (ademanes flojos, repetitivos y aburridos), procurando hacer gestos específicos que pinten verdaderos cuadros en el aire. Sus manos se convierten en poderosas herramientas que construyen apoyos visuales invisibles para permitir que el oyente imagine lo que quiere decirle.

Conmueve el corazón para motivar, persuadir y mover a acción

Un líder es muy consciente de que toda persona tiene un Capital Humano disponible, pero que no moverá un dedo a menos que tenga una fuerte motivación, y que no hay mejor incentivo para que alguien invierta su capital en la empresa que saber que recibirá un excelente rendimiento por su inversión. Por eso habla con aprecio y empatía, para que sientan que el mensaje es tan sincero como el reconocimiento del trato que ofrece, y sobre todo, respetando la dignidad de sus inversores.

Entretiene para que nadie se aburra

Una cualidad que caracteriza al líder es que habla con entusiasmo, pero con pasión controlada, y todo lo ilustra eficazmente, ya sea con videos o apoyos visuales, y hace participar a sus oyentes para que se sientan involucrados en la conferencia y no solo espectadores.

Sin embargo, muchas veces nos preguntamos por qué algunos líderes hablan de una manera que resulta exasperantemente aburrida, preguntándonos: "¿Son verdaderamente representativos de lo que significa ser un líder?". Su falta de enfoque nos hace dudar de su competencia. Y es que a veces se trata de personas que no son realmente líderes o no han entendido la relación que tiene el liderazgo con la oratoria eficaz, de manera que no han dedicado tiempo ni esfuerzo a estudiar una técnica apropiada de oratoria. Descuidar este asunto puede pasarnos una factura inolvidable.

¿Por qué la gente soporta a los malos líderes?

Jean Lipman-Blumen, doctora en sociología, en su artículo "Las razones por las que toleramos a los malos líderes", del libro Las Claves del Liderazgo, alista varias razones, justificaciones y mitos por los que mucha gente tolera a líderes incompetentes y, a pesar de todo, siguen en sus puestos. La siguiente relación está basada, en otras palabras, en la mayoría de asuntos considerados en dicho artículo. Soportamos a los malos líderes porque:

Destituirlos nos costaría tanto que no podríamos pagarlo

No contamos con apoyo; solos no podemos

Cuestionarlos e intentar derrocarlos entraña un gran peligro

Hay otras prioridades, ahora no podemos dedicarnos a eso

Más vale viejo conocido que nuevo por conocer

Mal que bien, están más capacitados que la mayoría

Dios los asiste, ¡cómo dudar de su liderazgo!

Ellos son quienes deciden, no es nuestro problema

Ellos siempre nos han defendido

Si los ayudamos, nos beneficiaremos cuando repartan el pastel

Siempre han sido así y seguirá siendo así. Es parte de nuestra cultura

Tienen nuestro estereotipo de líder; debemos obedecerles ciegamente

Tienen suerte, el destino está de su parte

Si todos gritan de júblo y los aplauden, supongo que es porque lo están haciendo bien

Al lado de ellos nos sentimos superiores a los que consideramos inferiores

Si los derrocamos y fracasamos, nos fastidiamos. Es más fácil ayudar a empujar el coche

También es interesante que Lipman dé a entender que básicamente se tolera a los malos líderes solo porque la gente no se atreve a enfrentar sus propias ansiedades. Y establece un contraste con el héroe, cuya esencia es el valor de arriesgarse y encarar sus miedos y titubeos, especialmente cuando hay que enfrentar algún mito, tradición o leyenda. 

En otras palabras, dice que la gente admira a los malos líderes porque calman dichos temores y personifican el sueño imposible de muchos de llegar a ser líderes. Bien dijo alguien en un lugar que para volar sobre la tradición se requiere un par de alas muy grandes.

El liderazgo puede ser asumido por una persona, un equipo o un comité

Compartir las responsabilidades directivas del liderazgo se hace realidad en cada vez más empresas de éxito. Esto es especialmente cierto porque los conocimientos, los mercados,  las especialidades y la diversidad de productos y servicios requieren competencias cada vez más sofisticadas. 

Una sola persona ya no puede abarcarlo todo. Necesita ayuda de gente competente. La aldea global es un hecho irreversible y exigente, y los líderes de éxito tienen que ser más flexibles y bajar la cabeza en reconocimiento de que necesitan de otros que, en ciertos campos, están más capacitados que ellos.

Últimamente, se promueve en todas partes el trabajo de equipo o de comité con la finalidad de provocar una sinergia y lograr mejores resultados. Pero ten en cuenta que, por definición, la tarea de un comité es analizar y estudiar los problemas con el fin de hallar soluciones y dictar las medidas del caso, mientras que la de un equipo de trabajo es actuar y llevar a cabo las tareas pertinentes.

Además, muchas empresas están coordinando o fusionándose a un ritmo vertiginoso, lo cual exige que cada vez más directivos se pongan de acuerdo para un liderazgo compartido. La Agenda, de M. Hammer contiene todo un estudio al respecto. Pero ¿sabías que la ‘simplificación de procedimientos, ‘delegación de responsabilidades’ y ‘liderazgo compartido’ no son conceptos modernos, como muchos académicos creen? ¡Son procedimientos que ya se practicaban nada menos que hace 3500 años! Moisés los implantó por sugerencia de su suegro, lo que dinamizó su liderazgo a través del desierto con una población de millones de miembros que emigraron de egipto. (Biblia, Éxodo 18, vers. 21 al 23).

Es cierto que entonces Moisés personificó un liderazgo teocrático, pero el contexto muestra que resultó ser un verdadero promotor del subliderazgo compartido, la simplificación de procedimientos y la delegación de responsabilidades, sistemas antiguos que hoy se destacan como si fueran descubrimientos de la administración moderna. Si fueron considerados como descubrimientos de la administración moderna, fue porque tal vez ningún académico tomó en cuenta dicho pasaje de la Escritura. 

Son descubrimientos solo en el sentido de que los académicos los descubrieron gracias a una investigación cuidadosa de los procedimientos y resultados empresariales. Pero vemos que, aunque el ser humano tienda a concentrar el poder en una sola persona, al parecer la comunidad termina prefiriendo el liderazgo que se adapta a las circunstancias, tal como ahora se está haciendo en muchas empresas de éxito.

Es un hecho demostrado que gran parte de la humanidad está hartándose del liderazgo empresarial vertical y absoluto que se deposita en las manos de un solo líder que, en no pocas ocasiones, termina dando la impresión de que el poder se le sube a la cabeza.

Las noticias de la noche ya casi no nos sorprenden cuando nos muestran a líderes (directivos, ex presidentes, generales, sacerdotes, pastores, maestros y padres de familia) con grilletes en las manos, rumbo a la cárcel debido a la comisión de faltas graves.

Los seres humanos no somos leones ni perros salvajes que acatamos las órdenes del instinto sin más, sino seres pensantes que no nos sentimos a gusto cuando otros seres humanos coartan nuestra legítima autonomía o nos dominan egoístamente. Por eso la coerción de la libertad de expresión es tan difícil de tolerar en todas partes.

Al ser humano le gusta estudiar y que el conocimiento se expanda. Pero también entiende que necesita cotejar sus conocimientos inherentes con los explícitos para profundizar, y, de ser necesario, redescubrir su verdadera naturaleza, contrastando las tradiciones y costumbres con dicho conocimiento y experiencia. El liderazgo empresarial es materia de dicho estudio.

El conocimiento inherente o tácito nos obliga a aceptar por tradición, condicionamiento o presión social, que "el líder [dirigente, presidente, secretario, maestro, catedrático, pastor, sacerdote, papá, mamá, abuelo, suegro] debe mandar con absolutismo y los demás deben obedecer sin chistar", pero el conocimiento explícito, que luego adquirimos por estudio y experiencia, nos está diciendo que esa forma de liderazgo ya ha causado demasiados problemas y por eso va condenada al fracaso.

La historia universal nos muestra un panorama amplio y claro. A la luz de los últimos descubrimientos sobre el liderazgo, vemos que no se trata de un juego de ajedrez. Hay vidas envueltas. El mismísimo futuro de la humanidad ha sido puesto en peligro muchas veces.

Piénsalo bien

Por eso, si buscas ahondar tu entendimiento de lo que significa ser un verdadero líder, piénsalo bien, porque no se trata de satisfacer ansias ególatras de poder [para dominar a otros] ni de tomar el timón de algún proyecto empresarial solo para acumular riqueza. 

Ten presente que, en nuestros tiempos, muchas empresas que son dirigidas con un criterio avanzado están dejando de considerar como empleados a sus empleados. Ahora se los respeta como colaboradores e inversores de Capital Humano, lo cual es parte de la modernidad.

Muchos ya no piensan en función de contratar empleados y pagarles un salario a cambio de su trabajo. Ahora negocian el Capital Humano respecto de cosas que antes se daban por sentadas (tiempo, esfuerzo, compromiso, dedicación, habilidad, destreza, conocimiento, talento, experiencia, comportamiento, diligencia, economía, deseos de superación, honradez, higiene, orden, puntualidad, sentido de responsabilidad, respeto a los reglamentos y al derecho de los demás)... y no a cambio de un pago solamente, sino de otras cosas que antes también se daban por sentadas, como satisfacción, oportunidades de desarrollo, recompensas, incentivos, gratitud y reconocimiento.

Ya no es como antes, que había unas cuantas empresas que proveían unos pocos productos y servicios exclusivos, cuando los clientes tenían que agachar la cabeza y aceptar lo que fuera. Ha habido una explosión de variedad de compañías, productos y servicios. 

En todas partes se ha tenido que aceptar el hecho de que ahora es más fácil que un cliente se pase al competidor en cualquier momento. Y tampoco es como antes en el sentido de que solo había unas cuantas empresas que contrataban a unos cuantos empleados, sino que las opciones para los diversos tipos de oficios y profesiones se han multiplicado. 

Por eso, también en todas partes se está aceptando el hecho de que un empleado competente también podría pasarse al competidor en cualquier momento, trasladando su Capital Humano (talentos, conocimientos, habilidades, destrezas, experiencias, sentido de responsabilidad, compromiso, dedicación...).

¿Y qué hará el empresario cuando se quede sin los mejores? Lo usual. Buscar entre los que quedan en la compañía, para capacitarlos de modo que con los años desarrollen sus aptitudes para aprender; o bien convocar a nuevos que tengan el talento suficiente como para reemplazar a los que salieron. ¿Y la experiencia? Logicamente, tratarán de retenerlos mediante ofrecerles un rendimiento justo por su inversión. ¡Nada menos que lo que en principio pudieron hacer con los anteriores para que no se fueran a la competencia! ¿Hay mérito en facilitarle las cosas al competidor? La cosa saldría muy cara.

Beneficia a los demás

El liderazgo autoritario en el mundo empresarial actual tiene los días contados, no porque algunas personas se hayan rebelado, sino porque la humanidad ha crecido, se ha expandido y ha explotado sus conocimientos. 

Cada vez más personas están transformando el conocimiento tácito en explícito y acumulando experiencia y habilidad, dándose cuenta de que todas quieren y pueden mejorar su calidad de vida por medio de buscar un mejor rendimiento a su inversión de Capital Humano.

De modo que, para entender lo que verdaderamente significa ser un líder, no basta con armar una definición arcaica resumida en una bonita frase que se entienda como “¡Aquí mando yo, y punto!”. Tienes que reflexionar detenidamente y desarrollar un concepto amplio y moderno que ponga de relieve tu entendimiento de lo que verdaderamente significa.

En la llamada Economía del Cliente, ahora todo se piensa en función de beneficiar y satisfacer a las personas, tanto clientes como empleados. Donde no hay satisfacción tampoco hay motivación.

Nunca olvides que todos deben salir ganando (cliente, empleados [colaboradores], directivos y accionistas) o en cualquier momento pueden decirte: “¡Hasta hoy nomás te aguanto! ¡Hasta la vista, baby!".

Por eso, hablando figuradamente podemos decir que un líder es aquel que da en el blanco del propósito para el cual fue nombrado.

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