Motivación por estímulo material

(Ver otros artículos)


Siendo la motivación un incentivo que nos mueve a actuar, puede ser activada desde cualquiera de las fuentes arriba indicadas. Por ejemplo, en muchos lugares del mundo los niños esperan con ansiedad el día del cumpleaños o de la Navidad porque se les ha condicionado a esperar un regalo en aquellos días. Es común oír decir a los padres: "Si sacas buenas calificaciones (o te portas bien o dejas de fastidiar), te compraré una bicicleta en Navidad (o en tu cumpleaños)". Privarlos del regalo en esos días, o darles un regalo que está por debajo de sus expectativas, los deprime y enferma de ansiedad.

Por otro lado, si un niño recibe regalos en cualquier momento del año reaccionará de otra manera. Si sus padres le explican que les será difícil regalarle algo en cierta ocasión, pueden comprenderlo o esperar con calma que lo hagan en otra ocasión.

Unas personas son más sensibles que otras al estímulo material. Mientras que unas podrían prescindir casi por completo de un regalo y continuar con su vida normalmente, otras se ofenderían profundamente y entrarían en crisis si nadie les da uno, como a veces sucede con los niños caprichosos. ¿Cuán grande o cuán costoso sería el estímulo material que necesitaran para calmar su ego? Esa es la ansiedad que sufren los que se dejan manipular por tales personas. Ten presente que los regalos rara vez alcanzan las expectativas de esta clase de receptores.

Por eso, como en el caso de los estímulos físicos, cuando hablamos de motivación por estímulo material, estamos hablando de obsequios capaces de sintonizar con el receptor. Los seres humanos somos susceptibles a diferentes clases de regalo.

"La manera de dar vale más que lo que se da"


Esta frase de Peter Corneille, del siglo XV, ha perdurado hasta nuestros días porque encierra una verdad sublime. Sin importar cuán grande o pequeño sea el regalo, el receptor lo evaluará con su corazón. Lo que le importa es la intención con que se lo das o el sentimiento que simboliza.

Después de un desacuerdo que terminó por incomunicarnos por un breve tiempo, mi esposa escribió de puño y letra y colgó una pequeña nota sobre mi lado de la cama, que decía: "A pesar de la incompatibilidad, te quiero mucho". Un gesto que siempre aprecié, más que muchos regalos. Me recordaba que la incompatibilidad es irrelevante cuando se ama de verdad. Porque la humanidad es imperfecta. Lo importante es buscar la armonía en los desacuerdos y ser lo suficientemente flexibles y adaptables como para ceder posiciones cuando la meta es ser felices.

Por eso, cuando me refiero a un estímulo material en este contexto, estoy hablando de un regalo que resulte en mover a la otra persona en una dirección específica. Por ejemplo, si tu actitud es hipócrita, tu regalo terminará en un basurero. De ninguna manera moverá a la persona en dirección alguna, aparte de la mencionada.

Los niños necesitan regalos, los adultos también. La diferencia está en que un niño es inocente y puede recibir cualquier cosa con humildad; la mayoría de los adultos miden las cosas con una vara exigente que rara vez colma su medida. Por ejemplo, ¿crees que la gente verá con buenos ojos que regales muchas cosas a la pareja de otra persona, o que sobornes a tus nietos para que te quieran y obedezcan a ti más que a sus padres? ¿Crees que tus empleados te apreciarán más solo por tirarles unas monedas para que se reúnan y cenen a fin de año entre ellos? De hecho, te apreciarán más por cenar con ellos y decirles unas palabras de encomio por el esfuerzo y la ayuda que te prestan para sacar adelante tu empresa.

Por lo tanto, al pensar en regalar algo a otra persona, piensa también en ti: 1) ¿Cuándo es la última vez que compraste algo para ti, 2) cuán flexible eres para aceptar un regalo o gesto amable sin importar su tamaño o costo, simplemente por la intención de la(s) otra(s) persona(s), y 3) va tu corazón en tus regalos?

ARRIBA