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En mi opinión, la motivación viene o va hacia algún punto cardinal de la naturaleza humana:
o es física o es material, intelectual, emocional o espiritual.
Motivación es un incentivo que nos mueve a actuar, y puede ser activada desde cualquiera de las fuentes arriba indicadas. Por ejemplo, es imposible que un estímulo físico pueda afectar a una persona cuyo miembro ha perdido permanentemente toda sensibilidad, o que un estímulo espiritual conmueva a una persona puramente carnal, es decir, que esté más allá de todo sentido moral. O el receptor es sensible al estímulo, o el estímulo necesita una intensidad o cualidad capaz de afectar al receptor.
Por ejemplo, imagínate una persona que acaba de ahogarse y unos rescatistas la han sacado a la orilla, le practican los primeros auxilios, que incluyen poderosos estímulos físicos al corazón, y la hacen reaccionar. Si hubiera transcurrido demasiado tiempo sin ayuda, hubiese muerto. ¿Podría alguien revivirla? En tal caso, ¿cuán grande sería el estímulo que necesitaría? ¡Se necesitaría un verdadero milagro!
Por eso, cuando hablamos de motivación, estamos hablando de estímulos capaces de sintonizar con el receptor. Los seres humanos somos susceptibles a diferentes clases de estímulo. En el ejemplo anterior, el estímulo físico fue la clave para resolver el problema. Aquí nos referimos a la motivación física como al incentivo que resulta de tocar o hacer contacto físico con algo o alguien.
Los médicos reconocen que muchos ancianos visitan los hospitales por diversos problemas de salud, pero que en el fondo lo que necesitan es contacto con otras personas, que los toquen, les pregunten cómo están, los atiendan y les muestren cariño de otras maneras. Muchos ancianos también van a la tienda de la esquina no porque necesiten el producto que compran, sino por hablar con alguien e intercambiar algunas emociones. Los médicos también reconocen que algunas personas recuperan su salud cuando les dan un placebo en vez de medicina, por el efecto emocional positivo que les causa. De modo que la motivación por contacto físico es fundamental para las relaciones humanas, ya sea un apretón de manos, un abrazo, una palmadita en la espalda, un beso o tomarse de las manos.
Por otro lado, aunque el ejemplo del rescatista es interesante para ilustrar la importancia de un estímulo físico, la motivación física que impulsa a la acción va más allá de simplemente el contacto físico. ¿Acaso el que el corazón de alguien vuelva a latir hará que mejore su actitud o sienta más amor por la vida? Depende, porque si lo que deseaba era ahogarse (suicidarse), tal vez aprecie poco todo el esfuerzo que significó impedirle llevar a cabo su intención y vuelva a intentarlo en el futuro.
Cuando me refiero al estímulo físico en este contexto estoy hablando de un contacto que resulta en mover a la persona en cierta dirección u objetivo. Por ejemplo, aunque a algunos incautos les parezca exagerado, cuando una persona se enamora, un roce de la mano de la persona amada podría encender la chispa que desencadene en su interior una crema batida de hormonas que la haga descollar de entusiasmo, ponerse en acción y hacer y decir toda clase de sandeces. Ciertos estudios descritos en el libro 'La química del amor' demostraron que las hormonas que segrega el cuerpo de un paracaidista antes de saltar de un avión son las mismas que produce el de una persona cuando se enamorada y se enciende la llama del deseo.
También es un hecho documentado y reconocido entre los especialistas que los recién nacidos necesitan que se les acaricie para sobrevivir emocionalmente, aunque eso no necesariamente los impulse conscientemente para alcanzar una meta u objetivo. En cambio, un adulto podría reaccionar violentamente si alguien le da una bofetada. El contacto físico puede manifestarse de muchas maneras y producir diferentes reacciones.
Un abrazo fraterno puede ser más que suficiente para simbolizar o estrechar los lazos de amistad entre dos amigos que se ven al cabo de diez años. En cambio, podría chocarle a un desconocido. Igualmente, aunque una amiga podría aceptar un beso en la mejilla, a una extraña o una amiga que fuera obsesivo compulsiva podría afectarle negativamente. Hay gente que detesta ser tocada.
Un apretón de manos, una palmada en la espalda, poner una mano en el hombro, acariciar el rostro o la cabeza, rozar la piel, poner una inyección, pellizcar, golpear y otras maneras de hacer contacto físico pueden resultar estimulantes o detestables dependiendo de muchos factores. De modo que cuando hablamos de motivarnos o motivar a otros mediante un contacto físico, ten en cuenta a la persona y cuándo, cuánto, dónde, cómo, por qué y para qué lo haces, para que tu estímulo sea bien recibido y nunca malinterpretado.
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