Motivación por estímulo intelectual

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Se suele asociar lo intelectual con fórmulas matemáticas. Pero no necesariamente tiene que ver con las matemáticas.

Una persona intelectual es simplemente alguien que acostumbra usar su inteligencia más que sus emociones para resolver problemas, idear nuevos métodos o crear cosas. De hecho, la Inteligencia Emocional es un concepto que revolucionó el estudio del carácter y la personalidad.

No significa que la persona no tenga ni use ni sienta emociones. Simplemente tiende a sacar conclusiones atando cabos sueltos y aplicando el razonamiento lógico, no un ciego ímpetu emotivo ni apasionado. Toma en cuenta sus emociones e instintos, pero no necesariamente se dejará llevar por sus impulsos. Lo hará si conviene o no.

La persona de inclinación emocional generalmente reacciona impulsivamente y llega a conclusiones completamente diferentes, basadas enteramente en lo que siente, en sus impulsos y sensaciones, en lo que le gusta o disgusta.

Si la persona emocional quiere un perrito, seguramente pensará en su compañía y cariño, en salir a pasear y en acariciarlo, también en que le moverá la cola y saltará a su alrededor cuando regrese a casa, etc. La persona intelectual quizás se detenga a pensar en las consecuencias, en las responsabilidades asociadas con su cuidado, en el costo de la atención médica, en los cachorros que probablemente tenga, quién lo sacará a pasear un mínimo de tres veces diarias por el resto de su vida, quién cuidará de él, quién le dará de comer, quién lo bañará, etc.

Por ejemplo, se ensalza a la institución de la universidad como el lugar donde bullen todos los conocimientos, y se condiciona a los jóvenes a creer que 'si quieren ser algo en la vida' tienen que graduarse con honores en una carrera universitaria. ¿El resultado? Ansiedad sobre ansiedad hasta alcanzar el objetivo de satisfacer a los demás.

Cierto pintor con más de 30 años de experiencia me contaba de cómo atravesó diferentes crisis económicas en su país. Los profesionales sufrían mucho para conseguir empleo, pero los pintores seguían llevando el pan a su casa sin muchos inconvenientes. De hecho, él era un profesional, pero gracias a su habilidad para pintar pudo sobrevivir mejor que muchos de su nivel económico.

De cierto país latinoamericano se decía que tenía los taxistas más cultos del mundo: abogados, economistas, administradores, ingenieros, periodistas y de otras especialidades, que se cansaban de presentar solicitudes de empleo en la mar de empresas que nunca les contestaban, ni siquiera les explicaban por qué rechazaban sus solicitudes a fin de mejorar y calificar en el futuro.

Entonces ¿por qué estudia la gente, ya sea en la universidad o en otra parte? En realidad, todos tienen una meta diferente. Lo que resalta es que adquirir conocimiento es muy necesario, ya sea que uno se dedique a taxista o asuma el poder de una prestigiosa empresa de taxis.

El Dr. Wayne D. Dyer tiene una explicación interesante, matizada con una ilustración oriental que alguna vez escuchó.

Cuentan que un joven solicitó TRABAJO al capataz de una obra de construcción. El hombre, conocido por su rudeza, le contestó: "¿Quieres trabajar? Mmm, rueda esa enorme piedra de aquí para allá. Eso te mantendrá ocupado", y se fue.

El joven, confundido, va e insiste, explicándole que lo que realmente necesita es DINERO. Entonces, el capataz saca un billete del bolsillo y le dice: "Toma, acarícialo, huélelo y me lo devuelves". A lo que el muchacho insiste explicándole que lo que realmente quiere es COMPRAR COMIDA. A esto el capataz le da la orden: "¿Ves esa tienda, en esa calle? Si quieres comprar comida, anda, cómprame un emparedado y me traes el cambio".  El capataz mordió el emparedado y se fue.

Entonces, cuando el muchacho insistió, el capataz le dijo: "Dijiste que querías trabajar y te dije lo que podía hacer para mantenerte ocupado. Luego me dijiste que querías dinero y te di dinero. Después me dijiste que querías comprar comida y compraste comida. ¿Qué es lo que quieres? ¿Realmente sabes lo que quieres?".

El Dr. Dyer explicó que le costó mucho esfuerzo comprender la moraleja. ¿Realmente buscaba trabajo aquel muchacho? ¿Realmente quería dinero? ¿Realmente quería comprar comida? Si así hubiese sido, se hubiera satisfecho con lo que le el capataz le dio. Pero de ninguna manera le bastaba. Entonces, "¿qué era lo que realmente quería?", pregunta Dyer. Lo que quería era la paz y seguridad de sentir que alguien o algo se hiciera cargo de su vida, que alguien lo sostuviera.

Luego pasó a explicar que, muchas veces, uno no se da cuenta de que ya cuenta con muchas cualidades que le permitirían hacerse cargo de sí mismo. Pero se enfrasca en ilusiones que le nublan el la inteligencia, hasta que finalmente abre su mente y se da cuenta de que tiene todo lo que aparentemente necesita.

Como en el caso de cualquier otra clase de estímulo, cuando hablamos de motivación por estímulo intelectual, estamos hablando de excitar los pensamientos y razonamientos para que las personas sientan que aprenden algo nuevo, para ayudarles a tomar mejores decisiones y disfrutar de un mejor modo de vivir.

Muchas personas viven estancadas porque se han acostumbrado a pensar en función de que otros se hagan cargo de su vida, cuando en realidad pueden hacerse cargo por sí mismas. ¡Pero no se dan cuenta de que tienen todos los recursos necesarios ahora mismo!

Estoy seguro de que Colón tuvo mucho menos recursos que muchos taxistas de nuestro tiempo. Cartógrafo profesional instruido en la universidad, Colón caminó cientos de kilómetros por caminos áridos de una corte a otra: Portugal, Génova, España, Francia, Inglaterra y nuevamente España, lugares a los que llegaba sucio y sin dinero en el bolsillo. Tenía hijos que mantener. Había enviudado dos veces. Casi nadie le hacía caso, los peritos e intelectuales se burlaban de su proyecto. ¡Hasta que dio en el clavo, sacó adelante su idea y convirtió a España en la nación más rica y poderosa del mundo! A pesar de todo, siendo ya viejo y cansado, exhibía en una de las paredes de la sala de su casa los grilletes con los que un tal Bobadilla lo trajo sujeto a España por orden de la reina. Cuando alguien que lo visitaba en casa le preguntaba: "¿Qué significan esas cadenas?", el genovés contestaba con voz entrecortada y apuntando con firmeza hacia las cadenas: "¡¡Así pagan a los servidores públicos!!".

Pero con todo, aunque la historia personifica en Colón la victoria sobre la adversidad, enfrentémoslo: Si él hubiera creído que lo hubiese logrado solo, no hubiera tardado en hacerse a la mar en un bote de remos.

Él sabía que para tener probabilidades de ir y volver tenía que trabajar en equipo. Hasta en esos tiempos los más inteligentes reconocían que el éxito no se conseguía solo. Se requería un trabajo cooperativo, es decir, la ayuda de otras personas.

Si lo piensas mejor, te darás cuenta de que la mayoría de aquellos que llegaron a ser famosos por haber logrado algo por sí mismos, en realidad siempre tuvieron el apoyo de alguien que creyó en ellos. No lo hicieron absolutamente solos.

El aislamiento nunca es parte de un proceso que lleva al éxito, a no ser para breves períodos de reflexión profunda.

La soledad sirve a un propósito definido que no es generalmente el éxito. El éxito siempre ha sido de todos los que estuvieron envueltos directa o indirectamente en su consecución.

¿Alguien llegó al pico más alto? ¿Y el que hizo el mapa y el equipo que usó? ¿Alguien sobrevivió a un naufragio? ¿Y el barco y los que lo rescataron? ¿Alguien atravesó el desierto? ¿Y el equipo GPS que lo guió en su travesía? ¿No lo fabricó él, verdad?

Por eso, la próxima vez que digas: "No tengo a nadie. Me invade una profunda soledad", piénsalo mejor. ¿No será que estás aislándote por iniciativa propia, olvidando que hay otros cerca de ti que pueden asistirte?

No pocas veces la soledad resulta de que uno rechace la ayuda de otras personas por creerse autosuficiente.

Pero en un mundo en que el ser humano está despertando al hecho de que somos más interdependientes de lo que pensábamos, ¿no es extraño que todavía haya quienes piensen que pueden salir adelante solos, o que no pueden salir adelante porque están solos?

¿Te pareció interesante todo lo que acabas de leer? Eso se llama motivar por estímulo intelectual.

Por eso, cuando en este contexto me refiero a un estímulo intelectual, estoy hablando de ideas que resulten en mover a la otra persona en una dirección específica.

Por ejemplo, tal vez sentiste el deseo de salir adelante contra viento y marea con algún nuevo proyecto alucinante, como hizo Colón, y hacerte cargo de tu propia vida sin esperar que los demás se hagan cargo de ti. ¿No te hizo pensar?

Por lo tanto, al automotivarte o motivar a otra persona, piensa en explicaciones, razonamientos, puntos de vista, significados, traducciones, ilustraciones y preguntas interesantes y sencillas que enriquezcan, impresionen, conmuevan y deleiten el intelecto, para que tus oyentes sientan que hiciste algo por ellos, que les diste un empujoncito intelectual, un aliciente para seguir guerreando.

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