Motivación por estímulo espiritual

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En mi opinión todas las motivaciones vienen o van hacia algún punto cardinal de la naturaleza humana: o son físicas, materiales, intelectuales, emocionales o espirituales. Siendo la motivación un incentivo que nos mueve a actuar, puede ser activada desde cualquiera de las fuentes arriba indicadas. Por ejemplo, durante milenios la humanidad ha reconocido su necesidad espiritual, y cada pueblo procuró satisfacerla como se le ocurrió.

Las inclinaciones espirituales innatas han afectado la vida de la gente de alguna manera en casi toda cultura. Por eso la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por las Naciones Unidas en 1948, defendió la 'libertad de pensamiento, conciencia y religión'.

De hecho, los estímulos espirituales son tan delicados que muchas personas dicen que preferirían hablar de cualquier cosa menos de política y religión. ¿Qué razones pudiera haber? Lo consideran un campo filosófico metafísico muy confuso. 

Últimamente muchos han reducido su concepto de espiritualidad a un ritual superficial consistente en agachar la cabeza, disculparse en su corazón y continuar con lo suyo... Algo muy personal.

Como todo en el universo tiene causa y reacción, el ser humano es básicamente un acusador y reaccionador, campo espiritual incluido. La enseñanza espiritual de un orador influye en la motivación de los creyentes hasta el punto de lograr que su conducta y su vida se conviertan en un reflejo de la enseñanza recibida (PENSAMIENTOS + ACTOS = CONSECUENCIAS). 

La conducta de la mayoría de los fieles se convierte así en una reacción global, y dicha reacción, en un respaldo de la doctrina. Entonces, es susceptible de ser examinada pragmáticamente, es decir, a la luz de los efectos que ha producido en la vida de los que practicaron la doctrina.

¿Hasta qué punto piensas que una motivación religiosa puede orientar a las personas? Aunque te parezca increíble, las guerras por motivos religiosos siempre han tendido a ser más cruentas, feroces y duraderas que las demás, porque cuando dos bandos o dos personas han peleado motivados por ganar territorio u obtener ventaja económica, lo han hecho solo hasta el punto en el que, según la relación costo/beneficio, la inversión deja de valer la pena. Uno de los dos termina cediendo.

Pero cuando la motivación es religiosa, es decir, cuando el asunto trata sobre diferencias en cuanto a moralidad y valores, cuando las fronteras políticas no interesan, ninguno de los bandos parece estar dispuesto a transigir ni reconciliarse. Ninguno cede ni tiende a ceder. Es como la mordida de un cocodrilo de agua. Ninguno suelta.

Se sabe que en ocasiones, algunos han preferido suicidarse [en algunos casos, primero asesinando a inocentes] que rendirse o buscar un acuerdo. Lo dicho coincide con la opinión de Roger Shinn, profesor de ética social de la Union Theological Seminary, de New York.

No que la motivación religiosa en sí lleve directamente a la guerra. Lo que queremos decir es que su poder de mordida es tan fuerte que puede producir resultados tremendos, ya sea en sentido positivo o negativo. Lamentablemente, el negativo es el que más preocupa, porque podría arrastrarnos a favor de la corriente hasta una catarata de problemas. En sentido positivo, se esperaría lo contrario: Paz y armonía perfectas. 

No sé a quién se le ocurrió el concepto de caos en el universo, porque hasta donde tengo entendido, todos los sistemas moleculares y energéticos reflejan un orden increíble. Hasta donde se sabe, el universo está perfectamente balanceado. Solo se esperaris que los estímulos espirituales armonizaran con todo el orden universal y produzcan lo contrario del caos.

Por ejemplo, los safaris generalmente consisten en observar la naturaleza y tomar fotografías. Se explica a los turistas que no es sabio trastornar el equilibrio natural. Hay que permitir que todo el ecosistema siga funcionando por sí solo. ¡Así es la naturaleza! Bueno, lo mismo aplica a todo el universo. No está desordenado. ¡Así es el universo!

Igualmente, no podemos cambiar el mundo. Es muy difícil, o casi imposible, cambiar a una persona, ¡cuánto más lo será cambiar a todo el mundo! 

Seamos objetivos y locales y pensemos en nosotros. Al margen de si creemos en una religión o seamos ateos, preguntémonos: "¿Cómo sé si tengo inclinación espiritual? Respuesta: Uno refleja inclinación espiritual cuando le interesan cosas que a los animales inferiores no. Por ejemplo, cuando uno se pregunta: "¿Quiénes somos? ¿De dónde vinimos? ¿Qué hacemos aquí? ¿A dónde vamos? ¿Quién vino primero, el huevo o la gallina?". Un simio no se pregunta esas cosas.

Cuando uno medita y reflexiona en el pasado, presente y futuro, surgen muchas preguntas, uno está buscando un incentivo espiritual, porque necesita respuestas que van más allá de una mera motivación emocional. Un mono prefiere comerse una banana. No medita ni discute por esas cosas. 

¡Al ser humano le interesa sondear sus orígenes más remotos, reconectarse con la causa de todo! Los delfines no se preguntan de dónde vinieron. Se ha dicho que lo único que diferencia al ser humano de los demás seres vivos es 1) el entendimiento y 2) controlar el fuego. Pero hay algo más que se les escapa, y que es la diferencia más significativa: la espiritualidad.

Por eso, cuando hables en público, evita confundir la motivación emocional con la motivación espiritual. Porque no son lo mismo. La motivación emocional tiene el propósito de despertar emociones que alegren o entristezcan, que hagan sentir bien o mal. Por ejemplo, el entusiasmo. Si vas a una reunión de amigos donde todos cantan, saltan, bailan, ríen a carcajadas y gritan al ritmo de canciones que les mueven el corazón, estás ante un estímulo emocional; o si llegas a casa y alguien te habla de manera que te sientes culpable, estás ante un clavo emocional hincado en tu corazón.

En cambio, la motivación espiritual es superior. Tiene el propósito de iniciar, mantener, profundizar o enriquecer la relación de uno con su Creador, lo cual consigue con información y conocimiento que le ayuda a entender mejor dicha relación. 

Muchos concuerdan en que un ambiente espiritual generalmente se caracteriza en todo sentido por su tranquilidad y apacibilidad, porque solo así se puede inducir, promover y facilitar la reflexión y el entendimiento con palabras y hechos afectuosos. Cierta definición indica que la semilla del equilibrio divino se siembra en un ambiente tranquilo para los que buscan la paz del espíritu. Los gritos y ruidos estridentes y ensordecedores no fomentan ninguna tranquilidad, ¿verdad?

Una persona con inclinación espiritual aprecia los mensajes que percibe tácitamente mediante la observación cuidadosa de la naturaleza, o explícitamente, mediante una comunicación espiritual profunda con quien la diseñó, lo que consecuentemente se traduciría en una conducta que reflejara los sentimientos de tranquilidad y autocontrol propios de una persona espiritual, la cual asimismo desbordaría del intenso deseo de compartir lo que aprende. No reacciona egoístamente guardándose todo para sí, y mucho menos bloquearía la espiritualidad de otra persona siendo cruel o haciéndole daño intencionalmente, especialmente a los niños.

Siendo que la motivación espiritual se relaciona con los valores más elevados, un aspecto de la motivación espiritual es la motivación por hacer lo que es correcto. Cuando la persona hace lo que es correcto, se siente satisfecha y realizada y obtiene un fuerte estímulo al ver los resultados. Por eso, uno de los incentivos más poderosos es hacer siempre lo que es correcto. La persona no teme que la critiquen por actuar rectamente ni por mantenerse firme en su convicción de proceder bien.

Sin embargo, es vital que sus valores realmente sean espirituales y elevados, porque, de lo contrario, le servirían tanto como una brújula malograda. No le proveerían un resultado gratificante. Por otro lado, ten en cuenta que no es lo mismo "hacer lo correcto" y "hacer lo que uno cree que es correcto". Porque muchas personas suelen decir "estoy seguro", y "creo que", cuando en realidad solo están suponiendo, especulando, malinterpretando o imaginando algo.

Por ejemplo, Amelia Earhart llegó a ser famosa por ser la primera mujer piloto que cruzó sola el Océano Atlántico y por otras proezas sobresalientes en el campo de la aviación. Pero no dominaba el Código Morse ni la radiocomunicación. Sin embargo, con tal de saber que estaba haciendo lo que para ella era correcto, no le importaba 'el qué dirán' acerca de su eficiencia. Hacer lo que creía que era correcto la motivaba, y eso le bastaba. Además, ninguna de sus proezas anteriores había dependido de dominar el Código Morse ni la radiocomunicación.

Su vuelo final fue un intento de dar la vuelta al mundo siguiendo la línea ecuatorial. Corría 1937. De repente, en cierto momento en que se le terminaba el combustible, quedó rodeada de nubes espesas y trató de comunicarse. En el aeropuerto la escuchaban claramente y le daban instrucciones, pero por no saber definir apropiadamente la frecuencia de la radio del avión, Amelia no escuchó ninguna de las respuestas que solicitó. Nunca hallaron sus restos.

Por eso, recuerda que aunque los resultados de "hacer lo que uno cree que es correcto" pudiera considerarse un magnífico incentivo, no es lo mismo que "hacer lo correcto". Tienes que asegurarte de que realmente sea lo correcto. Así, aunque otros consideren que fracasaste, sabrás que hiciste lo correcto, es decir, que no confiaste en una idea equivocada.

Muchos seres humanos que pasaron por experiencias especialmente dolorosas en sentido físico o emocional confesaron haber sentido una tendencia innata hacia la espiritualidad, que les sirvió de apoyo. Por ejemplo, cuando Ingrid Betancourt fue liberada al cabo de casi siete años de cautiverio en las montañas, le preguntaron: "¿De dónde sacó sus fuerzas?", y ella sencillamente respondió: "Dios fue quien me mantuvo viva".

Por otro lado, aunque muchos ateos no cuentan con tal clase de estímulo, algunos sin embargo han declarado que modificaron tal postura cuando sintieron en su interior una mecha humeante de espiritualidad. ¿Y cómo lograron adquirir tal sentimiento? Algunos dijeron que tomaron conciencia de aspectos que, según opinaban, nunca habían tenido en cuenta. Adquirieron conocimiento, discernimiento, perspicacia, disciplina y otras cualidades interiores que despertaron su meditación y reflexión en asuntos en los que antes no se habían detenido a pensar. No me refiero a una toma de conciencia nada más que por hacerse preguntas a sí mismos, sino por hallar respuestas satisfactorias a sus preguntas. El resultado es un estímulo espiritual.

Por otro lado ten presente que existen diferencias entre la espiritualidad y el espiritismo. Esto último tiene sus propias definiciones, claramente redactadas y publicadas por sus cultores en revistas, libros y periódicos especializados, y en algunos sentidos podrían confundirse con la espiritualidad. Y finalmente, ten en cuenta la existencia de la superstición.

Hay personas que temblarían con solo oler, gustar, tocar, oír o ver ciertos olores, sabores, objetos, palabras, formas, animales, números, días y colores, cosas que en otros lugares se considerarían normales. Por ejemplo, ¿no es verdad que en ciertos lugares se dice que trae mala suerte algo que en otro lugar es considerado de buena suerte? Paradójicamente, unos temen a los gatos negros, pero otros aman a todos los gatos; unos consideran ciertos números como de mala suerte, mientras que otros, de buena suerte? No me refiero a fobias, compulsiones ni manías, sino a creencias basadas en tradiciones familiares o comunales, creencias fuertemente arraigadas en las costumbres de la localidad.

Por lo tanto, cuando hables en público y quieras motivar espiritualmente, es decir, cuando respondas o hables acerca de preguntas profundas del auditorio acerca de la vida y la muerte, o de su relación con el Creador, recuerda evitar ofender su susceptibilidad innecesariamente. Y si no tienes más remedio que explicar algo que pudiera ofender, comienza desde un plano que todos entiendan, relacionen y asimilen con facilidad. Busca razonamientos que armonicen con su inclinación espiritual natural, pero sin entrar en detalle. Luego edifica sobre ello a medida que te hagan preguntas pertinentes y bienintencionadas. De otro modo, terminarás discutiendo, peleando o iniciando una guerra 'santa' interminable.

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