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Una buena definición te permite enfocar con precisión y exactitud el significado de una palabra o frase, para poder reflexionar en ella, entenderla a fondo y luego utilizarla al hablar o escribir.
Definir los términos es vital no solo en los contratos, para que no queden dudas, vacíos ni lagunas que posteriormente puedan interpretarse ambiguamente, sino definir las actitudes, intenciones y naturaleza de las cosas en cualquier clase de comunicación, a fin de evitar malentendidos, prejuicios y murmuraciones.
¿Qué quiso decir?
Las personas poco discernidoras suelen apresurarse a sacar conclusiones a partir de unos cuantos indicios. Pero las que reflexionan en profundidad esperan hasta tener un cuadro completo y definir bien los asuntos.
Cuando una palabra, frase o hecho puede ser interpretado de varias maneras, siempre es mejor buscar más información, tal vez investigando, entrevistando a personas entendidas o recogiendo evidencia hasta precisar el significado correcto. Y si a pesar de todo no parece completarse el cuadro, siempre es una buena opción ceder el paso al beneficio de la duda para evitar que el prejuicio nos ciegue.
Cuando las personas hablamos, lo hacemos por diferentes canales. No solo hablamos con palabras, sino con gestos y entonación. No es lo mismo preguntar: "¿De dónde vienes?" en un tono agradable que en un tono cortante. En el primer caso, se expresa una curiosidad, pero en el segundo, una queja. Las palabras pueden ser las mismas, pero la manera de decirlas modifica sustancialmente su significado. Más aún, la intención puede reorientar de otro modo el sentido, como sería el caso de un actor que finge un estado de ánimo en una obra de teatro. Aunque se expresara en son de queja, sabríamos que no lo siente realmente, sino que está actuando.
Un problema que resulta de no obtener el mejor enfoque ni una definición correcta es que podríamos originar un árbol de malentendidos y comenzar a vivir una mentira, tal vez condenando a los inculpables. Eso no nos permitiría seguir con nuestra vida, sino nos atascaría en un tropiezo.
Por eso, cuando tengas alguna duda respecto a lo que pudo significar cierta actitud, palabra o acción, concédele el beneficio de la duda y reflexiona hasta obtener un enfoque claro. Porque una interpretación contundente, cuando no tiene asidero, suele originarse en un prejuicio; en cambio, la consideración meditativa lleva a una definición clara de lo que realmente se quiso decir o hacer.
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