La perseverancia, ya sea para subir o bajar de peso, aprender un idioma, realizar cálculos matemáticos o memorizar fórmulas físicas o químicas, es una cualidad difícil de desarrollar porque no nos es posible alcanzar ningún éxito sin arriesgarnos. Sabemos que todo riesgo implica sufrir uno o más fracasos, y a veces hay fracasos que generan desconfianza.
A nadie le agrada la desconfianza. Hace que la persona se sienta vulnerable, débil e indecisa. ¡Sin embargo, todos desean alcanzar alguna clase de éxito! De modo que asociamos el riesgo con un conflicto en nuestra percepción de del éxito y el fracaso. Nos sentimos inestables, perdemos el equilibrio. No quisiéramos desconfiar ni que desconfíen de nosotros.
Por un lado, queremos tener éxito, pero por otro, rehusamos exponernos a cualquier cosa que pudiera generar desconfianza. Y siendo que el temor al fracaso nos asusta, tal vez el primer fracaso sea suficiente para desalentarnos de seguir adelante. En otras palabras, dejar de perseverar.
¿Cuán fuertes son tus sueños?
Por lo tanto, tus sueños tienen que ser lo suficientemente fuertes como para que el éxito valga la pena. En otras palabras, para que el fracaso no te importe o no tenga sobre ti la influencia que suele tener. Entonces, en vez de generarte desconfianza, te dará coraje e impulsará a seguir adelante, procurando dar en el clavo la próxima vez. Finalmente, cuando alcanzas el éxito, también experimentas la confianza que genera más confianza.
Es así como logras que el fracaso deje de inspirarte desconfianza y se transforme en una fuerza que te impulse hacia el éxito. Porque reconoces que el fracaso ya no es para ti un sinónimo de desconfianza, sino de haber corrido un riesgo que valió la pena, y por tanto, un símbolo de valor y coraje.
Las personas perseverantes entienden el verdadero significado del riesgo y el fracaso y por qué son factores tan valiosos al ir tras sus metas en la vida. Ven más allá del fracaso y más allá del riesgo, más allá de la desconfianza y más allá de la cobardía, porque sienten que, más allá del dolor y de las lágrimas, sus sueños pueden hacerse realidad.
Por eso, persevera y no cejes hasta alcanzar tus objetivos loables. Porque al final verás que tus éxitos son el mejor incentivo para retroalimentar tu perseverancia y continuar adelante, tras nuevas y emocionantes metas.
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A nadie le agrada la desconfianza. Hace que la persona se sienta vulnerable, débil e indecisa. ¡Sin embargo, todos desean alcanzar alguna clase de éxito! De modo que asociamos el riesgo con un conflicto en nuestra percepción de del éxito y el fracaso. Nos sentimos inestables, perdemos el equilibrio. No quisiéramos desconfiar ni que desconfíen de nosotros.
Por un lado, queremos tener éxito, pero por otro, rehusamos exponernos a cualquier cosa que pudiera generar desconfianza. Y siendo que el temor al fracaso nos asusta, tal vez el primer fracaso sea suficiente para desalentarnos de seguir adelante. En otras palabras, dejar de perseverar.
¿Cuán fuertes son tus sueños?
Por lo tanto, tus sueños tienen que ser lo suficientemente fuertes como para que el éxito valga la pena. En otras palabras, para que el fracaso no te importe o no tenga sobre ti la influencia que suele tener. Entonces, en vez de generarte desconfianza, te dará coraje e impulsará a seguir adelante, procurando dar en el clavo la próxima vez. Finalmente, cuando alcanzas el éxito, también experimentas la confianza que genera más confianza.
Es así como logras que el fracaso deje de inspirarte desconfianza y se transforme en una fuerza que te impulse hacia el éxito. Porque reconoces que el fracaso ya no es para ti un sinónimo de desconfianza, sino de haber corrido un riesgo que valió la pena, y por tanto, un símbolo de valor y coraje.
Las personas perseverantes entienden el verdadero significado del riesgo y el fracaso y por qué son factores tan valiosos al ir tras sus metas en la vida. Ven más allá del fracaso y más allá del riesgo, más allá de la desconfianza y más allá de la cobardía, porque sienten que, más allá del dolor y de las lágrimas, sus sueños pueden hacerse realidad.
Por eso, persevera y no cejes hasta alcanzar tus objetivos loables. Porque al final verás que tus éxitos son el mejor incentivo para retroalimentar tu perseverancia y continuar adelante, tras nuevas y emocionantes metas.
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