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¿Qué te inspira más confianza? ¿Un enchufe, o unos alambres pelados? Sin duda que un enchufe. Unos alambres pelados despiertan excesiva cautela. Uno se pone nervioso de solo pensar que puede quedarse pegado. Sabemos por experiencia que con la electricidad no se juega. Es mejor ponerle un enchufe.
Ambos alambres conducen electricidad, pero uno es más seguro que el otro. Los alambres pelados pueden introducirse con cuidado en el tomacorriente y encender cualquier equipo que necesitemos. Pero con un enchufe podemos hacerlo más rápido, seguro y eficiente porque canalizamos la electricidad de manera que no pone en riesgo nuestra salud.
Algo parecido sucede en la oratoria con nuestros nervios y nuestras cualidades. Sin Técnicas Dinámicas que nos ayuden a canalizarlos eficientemente, corremos el riesgo de inspirar nerviosismo e inseguridad en nuestros oyentes. ¿Con qué consecuencias?
Uno no tiene que agarrar con las manos un par de alambres pelados para sentir nervios y temor. Basta con verlos. Hasta una simple fotografía dispara una señal de alerta. Sabemos que una imagen no nos electrizará. ¡Es solo una fotografía! Pero el mensaje es el mismo. Nos pone los pelos de punta.
Así como el enchufe recubre los alambres y canaliza la electricidad sin causar daño, las Técnicas Dinámicas recubren nuestros nervios y los canaliza para que les saquemos el mayor provecho. Si nos ponemos tensos y no sabemos qué hacer con nuestros nervios, nos sentiremos totalmente desprotegidos, inspirando desconfianza e inseguridad en nuestros oyentes.
El auditorio espera que un orador sea instructivo, motivador, memorable y entretenido. Pero si comunica tensión, estrés, ansiedad e incomodidad por medio de sus cualidades físicas, será semejante a hacerles ver una fotografía o una película de suspenso o terror. Se darán cuenta de que se siente tenso, estresado, ansioso e incómodo, y ellos se sentirán tensos, estresados, ansiosos e incómodos.
Lo que nos regresa del estímulo que damos al público se conoce como feedback o retroalimentación. Si nos mostramos tensos y nerviosos, ellos verán una imagen de tensión y nerviosidad y nosotros notaremos su tensión y nerviosidad. ¡Ellos se convierten en la fotografía que ahora nos pone aún más tensos a nosotros mismos! Y al retroalimentarnos de la imagen de su tensión, se genera un ciclo vicioso que va en aumento. Comenzamos a sudar y a sentirnos culpables de que todos se hayan percatado de nuestra incompetencia en oratoria.
Algunos oradores suponen que si juntan y soban sus manos y no miran a sus oyentes (o si miran los asientos vacíos, o miran al fondo), se sentirán mejor. Pero lo único que harían es mostrar a las claras que se sienten muy incómodos de estar ahí hablando con las paredes. En realidad, ya ni siquiera miran a nadie. El estímulo negativo que ofrecen es tan desagradable que no se atreven a mirar a sus oyentes. Pero ¿quién inició ese ciclo vicioso de feedback negativo?
Lo mejor es estudiar Técnicas Dinámicas y aprender a canalizar las cualidades físicas de manera que actúen como el enchufe que recubre los alambres pelados de nuestros nervios.
Sabiendo qué hacer, no solo inspiraremos confianza en nuestros oyentes, sino que iniciamos un ciclo de feedback positivo que aumentará y aumentará. Entonces miraremos a nuestros oyentes al rostro, y ellos nos mirarán con gusto. Nuestra presentación resultará muy agradable para todos.
Recuerda: No es cuestión de esconder los alambres pelados. Tampoco es cuestión de ponerlos a un lado. Mucho menos sobarlos unos con otros. La electricidad no desaparecerá, y podría causar un corto circuito. ¡Hay que canalizarlos con un enchufe! Las Técnicas Dinámicas Para Hablar en Público, Ganar Confianza y Relacionarse con los Demás actúan como un enchufe que encaja perfectamente en el tomacorriente y enciende tu equipo audiovisual de ortoria.
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