La motivación interior es más productiva y poderosa que la exterior

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¿Qué es la motivación?

Solo por decirlo en pocas palabras, la motivación es aquello que nos orienta en una dirección y nos mueve o impulsa a actuar en armonía con ello.

¿Qué es la motivación interior?

Motivación interior es la causa, el motivo, el beneficio, el incentivo o la influencia que brota dentro de nosotros a partir de los puntos de vista que sembramos, cultivamos y cosechamos en nuestra mente y corazón.

Es el motor que potencia todos nuestros actos. Es un motor de puntos de vista.

Sin embargo, vale mencionar que aparte de todas las formas de motivación en que podríamos pensar, hay una motivación correcta y una motivación incorrecta. Por eso los resultados finales de la mayoría de nuestras obras tiene como punto de partida una motivación correcta o incorrecta, y para que las consecuencias sean buenas, debemos cultivar la motivación correcta.

¿Qué es una persona productiva?


Persona productiva es la que obtiene o provee beneficios de lo que hace, dice, piensa o siente. Produce fruto a partir de la motivación que abriga.

Más poderosa que la exterior

La motivación interior es más productiva y poderosa que la exterior porque, en vez de depender del estímulo de otras personas, la persona hace lo que hace por el placer mismo del resultado de su labor. Su obra y terminarla con un alto grado de calidad es su propio incentivo. Aquí es donde se entiende cabalmente el refrán: "Haz el bien sin mirar a quién", es decir, 'lleva a cabo un trabajo de calidad sin importar quién te lo encargue'. La persona automotivada se deleita en rendir un servicio excelente por el placer que le da el buen resultado de su labor.

La motivación exterior, o que proviene de otras personas, de ciertos sucesos y circunstancias, le es importante, porque confirma su utilidad como persona, aunque lo que verdaderamente la motiva es su propia satisfacción, el saber que se ha desempeñado eficazmente. Por eso es casi innecesario supervisarla constantemente, porque trabaja a conciencia y es feliz haciendo lo que hace. Rinde un trabajo de mayor calidad y produce más.

Ahora bien, Tom Hopkins, extraordinario maestro de venta profesional, sucesor del Padre de las Ventas de Estados Unidos, reconoce tres clases de persona: La que aprende a motivarse a sí misma y a rendir al máximo buscando en su interior el incentivo que necesita para tener éxito ("sé que puedo salir adelante"); las que siempre necesitan que otra persona las motive, es decir, que se siente con ellas, revise sus metas y escala de valores y las anime a salir adelante ("la verdad es que no sé qué hubiera sido de mí si no me hubieras ayudado"); y las que no suelen agradecer la motivación que se les ofrece, sino que por el contrario usan toda su energía para oponerse con firmeza al estímulo que alguien quiera darles ("así soy yo, siempre he sido así y no pienso cambiar, y al que no le guste, que se largue de aquí").

Las primeras suelen alcanzar un grado razonable de autosuficiencia emocional; las segundas suelen volverse emocionalmente dependientes; y las terceras suelen seguir metiendo la pata en los mismos huecos vez tras vez... para su propia frustración, amargura y soledad.

Por eso, cualquier sentimiento de temor al fracaso, al éxito, al rechazo, al ridículo, al qué dirán, a la pobreza, a la crítica negativa, a la enfermedad, a la vejez o a la muerte, siempre considéralo pasajero y contrarréstalo con la fuerza de puntos de vista constructivos.

El temor de ninguna manera hará presa de ti si cultivas la motivación interior, porque siempre hallarás un incentivo que te permitirá recuperar el tono y equilibrio mental, aun en medio de las circunstancias más difíciles.

Evita castigarte o automutilarte por tus errores. En vez de autorecriminarte y rumiar la culpa o la preocupación por lo inadecuado de tu desempeño, sé optimista en cuanto al futuro, saca una lección de tus errores y tira palante. Después lo harás mejor. Piensa que eres de la clase de persona que tiene la buena disposición de reconstruir aquello que fue demolido, y de hacerlo cuantas veces sea necesario solo por el placer de ver el trabajo bien hecho. Recuerda: Si solo resbalaste tres escalones de una escalera de veinte, no tienes que bajar y empezar a subir nuevamente desde el primero. Comienza desde donde te quedaste y continúa desde allí valiéndote de toda la experiencia acumulada.

Mira las hormigas. Si las desordenas, se confunden un rato, pero pronto se reorganizan y siguen adelante como si nada hubiera pasado. Así también ocurre con la persona que se motiva internamente. No esperes a que otro te motive, ¡motívate interiormente! Sigue adelante pase lo que pase... mientras tu meta sea loable y tenga sentido para ti.

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