Si le preguntaras a este mono cómo van sus relaciones animales, no te responderá inteligentemente. Simplemente te quedará mirando y reaccionará al estímulo que percibe, no al lenguaje humano.
Además, si entendiera, tal vez respondería: "¡A ti qué te importa! Están depredando nuestro hábitat. Debería darte vergüenza siquiera dirigirme la palabra y preguntarme cómo me va. ¿Cómo me va? ¡El problema eres tú! ¿Cómo van tus relaciones humanas? Por lo que veo en las noticias, ustedes no merecen gobernar este planeta ni ningún planeta. ¿Qué hacen yendo a la Luna, a Marte o a Saturno? ¿Están pensando depredarlos también? O como dicen algunos, aprovechar sus recursos naturales. Mejor analícense a sí mismos y déjennos vivir y morir en paz."
No te preocupes. Es solo una ilusión. No te va a responder así. Sin embargo, de hecho, entre los seres humanos hay a quienes les interesa mucho cómo van sus relaciones humanas.
¿Quién no quiere tener amigos y conservarlos? Pero ¿reflexionamos en el hecho de que necesitamos algo más que buenas intenciones, algo más que solo decir o responder: "¡Hola!"?
De hecho, el psiquiatra Eric Berne escribió el libro ¿Qué dice usted después de decir "¡Hola!" para explicar cómo veía las relaciones humanas después de que uno saludaba, ¡y cuánto más si no saludaba!
¿No te parece interesante que por Internet todo el mundo esté moviendo sus dedos desesperadamente, comunicándose intensamente y sin parar, hasta con perfectos desconocidos, pero que en persona ni se miren las caras al pasar cerca unos de otros cuando andan por la calle?
La variedad de personalidades no solo nos diferencia, sino nos asusta. Tememos que alguien nos conteste mal si lo saludamos, o los demás piensen que les haremos alguna clase de daño si nos expresamos con libertad o confianza personal. Porque la maldad se ha ramificado tanto que el concepto de relaciones humanas casi se ha congelado.
Reconozcámoslo: Tarde o temprano, por más que tratemos de evitarlo, de alguna manera haremos o diremos algo que herirá el amor propio de otra persona y se abrirá una brecha entre nosotros. O el veneno del resentimiento tal vez erosione el aprecio que sentía por nosotros hasta el punto de que la reconciliación se haga improbable.
Las relaciones humanas y la oratoria
La eficacia en la oratoria no solo es una cuestión de hablar fuerte, modular la voz, hacer ademanes, vestirse bien, presentar una buena idea y argumentar o negociar, sino de cultivar la personalidad, sentirse bien y promover relaciones humanas provechosas a fin de generar un clima agradable en el auditorio.
De hecho se ha dicho que los pilares de la Inteligencia Emocional se asientan en nuestra aptitud para tomar conciencia de nuestras propias emociones y las de los demás, y en nuestra habilidad para relacionarnos con las personas. Por eso, si crees que tienes pocos amigos, aquí te presento Las 5 Vocales, cinco razones contundentes, que son puntos de vista prácticos, para entender por qué y cómo mejorar la situación.
Por ejemplo, si crees que alguien no te aprecia lo suficiente, no te preguntes "¿Qué ha hecho alguna vez esa persona por mí", sino "¿He hecho yo alguna vez algo por esa persona de modo que despierte o cultive su aprecio por mí?".
En todas partes se promueve la filosofía del "yo primero", y muchos se han acostumbrado a vivir según dicho modo de pensar. Pero por alguna extraña razón, cuando se trata de saludar y tratar bien a las personas, cambian al modo "tú primero".
Cuando se trata de avanzar, adelantar, progresar, desarrollar o mejorar pocos están dispuestos a ceder el paso. La propaganda popular incentiva el pisoteo de los demás con el fin de llegar primero. De hecho, se menosprecia al que llega en segundo lugar, y se llama mediocre al que no destaca ni llama la atención.
Por eso, no es raro que, cuando se trata de ceder el paso, la mayoría se adelante al otro con vehemencia. ¡Ni siquiera están dispuestos a ceder el paso a la ambulancia o al matafuegos, y en caso de que se lo cedan, no suele ser por sentido de humanidad, comportamiento cívico ni amor al prójimo, sino para aprovechar el pánico y correr tras ellos, es decir, para que les abran paso y avanzar más rápido.
Por ejemplo, conducir en cremallera es un protocolo de conducción que facilita muchísimo el flujo vehicular en cualquier ciudad.
Una cremallera es un sistema o mecanismo del motor, semejante a dentadura, cuyos dientes encajan perfectamente uno después de otro en un carril.
Una versión simple, que algunos llaman cierre, solemos usarla todos los días en algunas prendas de vestir o accesorios. Un diente encaja después de otro, de manera que sin importar cuán rápido o despacio lo movamos, el sistema juntará o separará las piezas eficientemente.
¿En qué consiste conducir en cremallera? Es una actividad en equipo que consiste en conducir los vehículos de manera que uno cede el paso a otro vehículo, el otro conductor cede el paso a otro, y así sucesivamente.
De esta manera, uno después de otro, se impide que el tránsito se atasque, todos fluyen al mismo ritmo y avanzan.
Si bien esto funciona a las mil maravillas cuando se trata de ingresar a una autopista de alta velocidad y salir de ellas, incluso conduciendo a lo largo de la misma evitando accidentes de tránsito, también funciona a las mil maravillas cuando se trata de conducir lentamente en la hora de mayor congestión.
Cada vehículo representa el diente de la cremallera. Sin importar cuán rápido o lento se conduzca, el sistema resulta en gran fluidez. El problema es que hay que ser muy inteligente para entender el principio de cremallera. No todos los conductores tienen desarrollada su capacidad para entender que gritando, tocando bocina o procurando cerrar el paso se avanza más rápido. Hay que pensarlo y hacerlo, es decir, tomar conciencia de ello.
Las grandes congestiones resultan de la filosofía de "retroceder nunca, rendirse jamás", "yo primero, yo segundo, yo tercero", "hay que ser el número uno en todo", "los mediocres se quedan atrás", etc. Por eso los autos se atascan fuertemente de la misma manera como un cierre se atasca y se convierte en un gancho que impide juntar o separar las piezas. Nadie pasa. Todos demoran, todos pierden y comienzan a tocar bocina como locos, como si gritándole a una cremallera o forzándola con todo nuestro poder fuésemos a repararla.
Cuando todos quieren pasar primero, se forman verdaderos atolladeros. Todos quieren sacarle el jugo al semáforo hasta acelerando en luz ámbar, cuando deberían disminuir y, de ser posible, detenerse.
Eso nos ayuda a entender que el prejuicio, los malentendidos, chismes, calumnias, resentimiento, impaciencia, incomprensión, diferencias personales, frustración y temor al rechazo son solo algunos males que afectan negativamente la manera como tratamos a los demás y el trato que ellos nos devuelven, sobre todo si dirigimos un negocio. Si todos se quejan y acaban murmurando del jefe por ser demasiado exigente, y los jefes se quejan de los empleados por ser demasiado lentos o descuidados, nadie avanza, el negocio se atasca y la inversión se va por la red de alcantarillado.
¿Qué podemos hacer para minimizar el efecto y disfrutar de relaciones más significativas y duraderas? No hablo de automóviles en una carretera. ¿Cómo aplicar todos los beneficios a la oratoria a fin de hacerla más efectiva y dinámica? Aquí hallarás respuestas satisfactorias a esas y muchas otras preguntas inquietantes.
¡Gana amigos!
El 90% de lo que hacemos (ya sea aconsejar, vender o arreglar cosas) tiene que ver con las relaciones interpersonales, según Tom Peters, coautor de En Busca De La Excelencia.
Las relaciones humanas son conexiones que se forman entre las personas. Si quieres tener amigos y explotar tu potencial, debes autoanalizarte, conectarte y dar mantenimiento a los lazos que te unen con las personas. No es cuestión de decirles peyorativamente a los demás: "¡Mírate en un espejo!".
Si no reflexionas en tus actitudes, no te abres cuando otros quieren llegar a ti y nunca preguntas por ellos, no tienes derecho a quejarte de la soledad.
Miyata Ryôhei, Presidente de la Universidad National de Bellas Artes y Musica de Tokio (Tokyo Geijutsu Daigaku), dice:"Para evaluar apropiadamente lo que vemos, debemos tener un ojo discernidor. Las circunstancias que nos rodean cambian rápidamente. A menos que nos reflejemos incesantemente en nosotros mismos y en lo que nos rodea, y nutramos nuestro ojo discernidor mediante el diálogo continuo con los demás, dejarán de brotar los capullos de nuestra creatividad y nunca explotaremos todo nuestro potencial." Ese no es un comentario de una persona que habla bonito y nada más, sino de alguien que entiende la estrecha relación que tienen las relaciones humanas con la explotación del potencial creativo.
Por ejemplo, las chicas Mana, Tomoca y Chie del grupo japonés Rin' no son unas improvisadas, sino egresadas de la mencionada universidad. ¿Por qué no las escuchas un momento y te formas una idea pragmática de lo que el Sr. Miyata está diciendo? Ve lo que ellas lograron con su creatividad al cabo de estudiar bajo la dirección de docentes universitarios que se esmeraron por su desarrollo. Una de ellas toca un instrumento parecido a guitarra, la otra toca un instrumento de viento, y la otra un harpa especial semejante a piano. Se relacionaron entre sí, formaron un equipo y juntas desarrollaron una mente maestra musical capaz de realizar arreglos fantásticos. No estoy haciendo apología de su trabajo, pero solo mostrándote cómo las relaciones humanas están ligadas al éxito de cualquier empresa.
Es irónico que habiendo tantas personas a su alrededor muchos prefieran Internet como un medio para ampliar su círculo de amistades. Porque aunque por un lado se pudiera decir que la red ofrece cierta ventaja al no ver físicamente a la(s) otra(s) persona(s) envuelta(s) en la conexión, y que la(s) otra(s) persona(s) no puede(n) ver a uno, y que antes de conocer a la otra persona uno puede sondear el terreno (sobre todo, los tímidos, a quienes suele satisfacerles el anonimato), por otro lado también es cierto que no pocas veces, cuando finalmente se conocen en persona, muchos se desilusionan, descubriendo que solo se trataba de un engaño, es decir, que la otra persona había estado mintiendo descaradamente sobre su perfil, sus actividades y sus metas en la vida.
Eso puede generar demasiados problemas, algunos de los cuales pudieran complicarse de maneras asombrosas para perjuicio del interesado.
Por lo tanto, es arriesgado pensar que Internet sea un medio recomendable para asegurar relaciones confiables y duraderas.
Algunos especialistas y asesores sugieren que mejor que tener mucho cuidado con las salas de chat con desconocidos, es evitarlas por completo y aprender a cultivar relaciones humanas por el método natural de hablar con las personas cara a cara desde el primer momento. Pero ¿cómo hacerlo?
Confianza devaluada
Generalmente, las personas que en su fuero interno se quejan de tener pocos amigos piensan que "la confianza se ha devaluado", "nadie puede guardar un secreto", "todos son unos chismosos", "a nadie le gusta lo que a mí me gusta", "hay que andarse con cuidado", "no soporto a esa persona", rodeando su corazón de excusas que funcionan como un cerco alrededor de su vida que impide la fluidez y el desarrollo de sus relaciones.
Conflictivas, difíciles de tratar, exigentes y orgullosas, viven un aislamiento triste que solo mitigan rodeándose de gente, pero sin llegar a establecer lazos afectivos reales y duraderos. Si alguien se atreve a darles un consejo, o a expresar disconformidad, casi lo convierten en un enemigo o en alguien a quien sencillamente no pueden tolerar. Para estas, el único médico acertado es el que les dice lo que querían oír, no el que les dice lo que tenían que oír.
Es verdad que la confianza se ha devaluado y que debemos ser cautelosos, pero no es cierto que todas las personas sean mentirosas, chismosas o egoístas. Y es cierto que todos necesitamos consejos de vez en cuando, pero no avanzaremos mucho si solo escuchamos lo que queremos escuchar.
Lamentablemente, algunas personas son perfeccionistas empedernidas que colocan sin empatía demasiado alto la barra de salto en lo que a objetivos se refiere, de modo que rara vez logran cubrir sus expectativas o llenar sus caprichosos requisitos de lo que significa ser un verdadero amigo.
Para estos, todos tienen por lo menos un defecto lo suficientemente grande como para merecer su rechazo total. Son demasiado estrictas consigo mismas y con cualquiera que se les acerque. Se colocan a sí mismas y a sus metas personales conquistadas como si fuera la norma de lo que es correcto. Piensan que los que no armonicen con sus medidas, "no están bien".
No decimos que todos los que tienen una mascota cuadran en el ejemplo, sino que algunas de esas personas no tienen más alternativa que juntarse con nadie. Porque nadie las aguanta. ¿No sería mejor que hicieran un pequeño esfuerzo cada día por extender sus niveles de tolerancia, paciencia y comprensión? Poco a poco irían ganándose la mismísima confianza que sentían que se había estado devaluando. No existe amistad cuando la tolerancia es como una frágil galleta que se quiebra a cada rato.
El problema es que para estos eternos resentidos que miran a todos con sospecha y para quienes en el colmo de la presunción y la inmodestia, el único que llena los requisitos del verdadero amigo es nada menos que Dios ("si no eres como Dios, no puedes ser mi amigo") el orgullo les bloquea la sonrisa, y el semblante se les decae. Como no saben ganar amigos, andan con porte imponente y mirada filuda, por donde van proclaman con sus actitudes su total desconfianza en el ser humano.
Con razón tienen pocos amigos o tal vez ninguno; y si consiguen uno... dales tiempo y verás cómo también terminan enemistándose. ¿No serán estos los que acuñaron el dicho de que "el perro es el mejor amigo del hombre", porque su perrito era el único que los aguantaba?
Cierto cineasta una vez dijo: "He perdido totalmente mi fe en el ser humano". Y en cierto sentido, es un pensamiento que armoniza con la realidad. No es razonable poner fe en el ser humano, porque no es todopoderoso y, por tanto, no tiene capacidad para prometer nada de manera que pueda predecir que cumplirá su palabra. Hay demasiadas cosas que están más allá de su control.
La realidad nos ha mostrado vez tras vez que los seres humanos no somos infalibles, sino imperfectos, lo que significa que tendemos a fallar una o más veces antes de lograr objetivos de importancia. Un botón de muestra: El descubrimiento del foco de luz incandescente. Tomó literalmente cientos de fracasos. Por eso, toda promesa debe hacerse sin arrogancia y/o aceptando la fragilidad humana.
Esta página contiene algunas frases fuertes o directas. Pero también nos han llegado cartas de agradecimiento de personas que expresaron su satisfacción por haber descubierto cosas en su interior que nadie se había atrevido a decirles, contándonos lo mucho que les sirvió haber conocido Oratorian. Llegaron a tener más tolerancia, más amigos, más alegrías y más proyectos interesantes.
Cierta joven nos escribió contándonos lo furiosa que se había vuelto con su madre por haber cambiado de religión. Pero llegó a descubrir que no había sido la religión, sino su falta de tolerancia, lo que se había interpuesto entre ellas. Más que eso, al volverse más tolerante se dio cuenta de que su madre ahora era una mejor persona. ¿Valió la pena pensarlo mejor? Algo para reflexionar:
¿Sabes cuál es una razón por la que algunos necesitan una camisa de fuerza? Porque con la camisa de fuerza no pueden hacer nada salvo reflexionar. Es interesante que algunas ideas poco convencionales funcionen nada menos que como camisas de fuerza, que inmovilizan a uno obligándolo a sentarse y ponerse a pensar profundamente en sí mismo, no solo en los defectos de los demás.
Mira esta anécdota. Cierta amiga era tan autoritaria que estaba poniendo su matrimonio en peligro. Pero tenía tan mal carácter que nadie, absolutamente nadie, se atrevía a darle el mínimo consejo. Todos evadían el tema. Pero yo la apreciaba tanto que no me dejé intimidar, sino que un día decidí hablarle con franqueza. Esperé el momento más adecuado, o sea, cuando estuviera completamente anuente a escuchar, y entonces comencé a dorarle la píldora, es decir, a hacer un rodeo antes de ir al grano y darle mi opinión. Pero, de repente, se dio cuenta, me miró directamente a los ojos y me interrumpió y me dijo: "Oye, tú sabes que soy una persona muy franca y sé cuando alguien quiere decirme algo. Así que no le des tantas vueltas. Si tienes algo que decirme, dímelo ya, y punto".
Inmediatamente pensé: "¿Sigo adornando la cosa, o le suelto la bomba?". Pero como ella estaba abierta, se la veía razonable y dijo que prefería las cosas claras, pensé: "Se la soltaré". Gran error. Le dije: "Bueno, el punto es que eres una persona maravillosa cuando te muestras flexible; pero cuando te pones autoritaria, no sabes el daño que ocasionas, especialmente a tu esposo y a tus hijos". No puedes imaginarte cómo se puso. No me dejó terminar. Se puso como si yo hubiera dejado caer un yunque sobre sus pies. "¡¡¡Ayyyyy, me has ofendido en lo más hondo!!! ¡¡¡Me has dicho que soy una bruja malvada, la culpable de todas las desgracias de ese pobre tarado, y de los estúpidos de mis hijos!!!". Y no puedo transcribir qué más dijo.
Definitivamente, le gustaba que le digan las cosas claras, pero no para hacer algo al respecto y mejorar como persona, sino para no demorarse en tomar la decisión de descartarte de su vida. Quedé frito.
Tal vez pensó que con ese show me amilanaría y le diría: "Noooo. Discúlpame. No quise que lo tomaras así". Pero simplemente me quedé mutis. Pasmado. No añadí ni una sola letra. No dije nada más, no porque no supiera qué más decir, ni porque me hubiese atarantado, sino porque quería que resonaran en sus oídos sus propias palabras, porque había dicho: "Soy una persona muy franca", "no le des tantas vueltas" y "si tienes algo que decirme, dímelo ya, y punto".
No es la primera vez que me pasa. He comprobado que casi todas las personas que dicen que son francas y prefieren que les digan las cosas claras, de frente y sin rodeos, son las que peor reaccionan ante las opiniones y sugerencias que tienen que ver consigo mismas. Unas se quedan en silencio y no responden nada, y otras hacen un berrinche total; pero todas se resienten hasta el cielo.
Felizmente, algunas lo piensan dos veces, se tragan el orgullo, reconocen los beneficios y dicen: "Gracias por atreverte a decirme lo que nadie se había atrevido a decirme. Creo que necesitaba oírlo. Gracias por ser de las pocas personas que me han hablado claro. Lo necesitaba. Además, me doy cuenta de que ha sido por mi bien. Realmente me has hecho pensar a fondo. Creo que necesito hacerle algunos ajustes a mi actitud".
¿Parece fácil? No lo creo. Las actitudes inadecuadas no surgen de la noche a la mañana. Generalmente los niños a los que no se disciplina con cariño y tolerancia, sobre todo, con el ejemplo, aprenden a volverse exigentes e intolerantes, como si todos les debieran algo, lo cual después pudiera convertirse en el eje de una conducta caprichosa que termine aislándolos poco a poco, más y más, hasta que terminan emocionalmente arrinconados, sin saber cómo resolver sus relaciones humanas.
Muchos no entendemos cuán importante es enseñar a los niños a ser adultos responsables mediante una disciplina amorosa pero firme, hasta que suceden cosas que jamás hubiéramos imaginado. Hace algún tiempo apareció la noticia: "21 viviendas incendiadas". Un niño estaba jugando con cerillos y les prendió fuego accidentalmente. Hoy no sería raro que las noticias digan: "Niños quemaron vivos a sus padres intencionalmente".
No digo que debería quitárseles de las manos a los niños cuanto objeto encuentran a su paso, pero sí que debemos enseñarles a utilizar las cosas de manera responsable. Los niños pueden aprender lecciones valiosas mediante la técnica de acción/consecuencia, o causa/efecto. Son muy inteligentes. Pueden percibir muchas diferencias aún mejor que muchos adultos... si se les instruye con amor. Pero si los dejamos a su libre albedrío para que experimenten por sí mismos respecto a cualquier asunto, podría costarles hasta la vida. Sin duda podríamos llevarnos sorpresas desagradables.
Cierto padre que se había agotado tratando de controlar a sus cuatro hijos, un día decidió no intervenir, sino dejar que entre ellos mismos se agotaran hasta quedar exhaustos y quedarse dormidos. Según él, esa era la manera de disciplinarlos. Pero después de unos años comenzaron a verse los frutos de su particular estilo de crianza. Los niños parecían poder relacionarse solamente con niños tan violentos y malcriados como ellos, constantemente riñendo y trayendo quejas de los maestros; y cuando llegaron a la época de buscar trabajo, no duraban en la nómina. Nadie los soportaba, ya fuera porque unos eran tan tímidos que no podía encargárseles nada, y otros, porque eran tan caprichosos que pronto se convertían en enemigos de todos a su alrededor. ¿Hay remedio? ¡Por supuesto!
Es cierto que un niño puede ir por el jardín y experimentar por sí mismo tocando y oliendo las flores; pero debemos advertirle que no todas las flores son buenas, como a veces se ve en los dibujos animados. Cierta señora fue llevada de emergencia a un hospital por haber inhalado una peligrosa bacteria de una flor. Igualmente, no todas las culebras y serpientes son venenosas, pero es mejor no jugar con ellas hasta estudiarlas bien y saber distinguirlas unas de otras. Y ni qué decir del uso de los cerillos.
Si un niño ve a papi sacando chispas de una cajita, ¿por qué no sacar chispas él mismo? Si no les enseñamos a usar los cerillos, su natural curiosidad los impulsará a buscar una oportunidad para hacerlo por sí mismos, y las consecuencias pudieran ser desastrosas. Por eso, la clave del bienestar y la supervivencia es el conocimiento. Debemos incorporar conocimientos verdaderos en la mente del niño, para que les sirva como punto de referencia y orientación. No es prudente seguir el método de dejarles experimentar todo por sí mismos.
Todos cometemos errores, aunque seamos expertos en un campo. Pero podemos minimizar los riesgos si adquirimos conocimiento exacto de un asunto. Para eso se fabrican manuales. Por ejemplo, algunas veces los médicos olvidan trozos de algodón dentro de un paciente, lo suturan y lo envían a casa. Pero ¿te enteraste de la delgada plancha de metal, semejante a regla, de unos 40 cms de largo, que unos médicos olvidaron dentro de un paciente al cabo de una cirugía? ¿Cómo pudo ser eso posible? ¡De Ripley! Si a un médico le pasa, ¿qué no podría pasarle a un niño con las cosas con las que juega?
"Pero es muy chico. No entiende" -¿dices?-. Dile eso a la niña de 2 años que salió en CNN por llamar al 911 cuando su madre entró en un coma diabético. Lo único que hizo fue seguir las instrucciones que su madre le había dado previamente mediante ejemplos y ensayos responsables. ¿Qué había dicho a la operadora? "¡¡Mami, ouch!! ¡¡Mami, ouch!!", y los bomberos volaron y la salvaron.
Así que, por favor, no apoyes el cuento de que los niños son muy pequeños y no entienden nada. No los subestimemos. Tomémonos la molestia de disciplinarlos con cariño y sentido de responsabilidad cuando todavía son pequeños. ¿Por qué crees que muchos chinos son tan hábiles? Porque comenzaron con disciplina más temprano que los niños del resto del mundo.
Para ganar amigos, tienes que ser amigable
No basta con responder "¡Hola!". Siempre se puede añadir: "¿Cómo estás?", o "¡Qué gusto verte!", o "¿Te puedo hacer una pregunta?". En el ámbito emocional todo tiene una consecuencia directa o indirecta, a corto, mediano y largo plazo, ya sea en beneficio o perjuicio de nosotros mismos o de los demás. La vida es como la oficina de impuestos. O pagamos hoy o pagamos mañana, pero pagamos. Si arrojas una piedra justo hacia arriba de ti, te caerá en la cabeza.
Por eso, no hay mérito en impactar a los demás con una mirada fría y desconfiada, porque el único que sale perdiendo es uno mismo. La desconfianza refleja inseguridad, y bien pudiera ser síntoma de una carencia de habilidades para las relaciones humanas.
Si uno mira a los demás con cara de león, es decir, con cara de "conmigo no te metas" o "cuídate de mí", sin duda nunca experimentará la felicidad que resulta de tener amigos verdaderos. No es natural iniciar ni edificar una amistad sobre la base de 'primero desconfía de mí, que yo desconfiaré de ti'. Es mejor sonreír un poco.
"Pero en mi vida todos me han fallado, salvo dos o tres", puede que digas. Sin embargo, ¿alguna vez te preguntaste si no será al revés, o que quizás fuiste demasiado lejos y no tuviste en cuenta que todos somos imperfectos y fallamos, es decir, esperaste demasiado de los demás? Como dije antes, si uno coloca la valla muy arriba, será solo una consecuencia lógica el que nadie pueda saltarla. Terminarán desanimándose de querer llegar hasta ti.
Ser poco indulgente demuestra estrechez de miras. Charles Handy, en su libro La organización por dentro, menciona al director general de cierto banco, cuando este le preguntó cuál era su política de personal: "Ser indulgente", respondió. Y luego comentó que si no concedemos a los individuos suficiente libertad para cometer errores, lentificamos el proceso de aprendizaje.
Si uno no perdona y procura pasar la página, en realidad está reduciendo enormemente el espacio que las personas necesitan para vivir, porque para aprender, todos necesitamos sentirnos con libertad para ensayar nuestros comportamientos, y eso significa una sola cosa: Equivocarnos y ser al mismo tiempo indulgentes, sobre todo en el hogar. Es la única manera de demostrar que comprendemos que no somos perfectos, mucho menos nosotros mismos.
Acosar a los niños con la frase: "¡Debiste tener más cuidado!" o "¿Cómo se te ocurre equivocarte de esa manera?", los maltrata emocionalmente, porque el ser humano tiende por naturaleza a evitar el fracaso. Si los acosamos con la frase: "¡Debiste tener más cuidado!" o "¿Cómo se te ocurre equivocarte?", estamos desorientándolos, porque les hacemos creer que no tienen derecho a cometer errores o que lo hicieron intencionalmente ("¿Acaso creen que soy estúpido?").
Si alguien comete un error, es casi siempre por descuido o debilidad, no por querer causar problemas. Y los que lo hacen adrede, es decir, con plena conciencia del daño, generalmente están ejecutando alguna clase de venganza, un efecto o consecuencia.
Por otro lado, no debemos negar que hay errores que no pueden ser perdonados tan fácilmente como algunos quisieran. Tanto los errores como las muestras de comprensión tienen grados que varían dependiendo de cada quién. Perdonar es tan bueno como comprender por qué a alguien le cuesta mucho perdonar.
Cierto conferenciante experimentado animó a su auditorio a esforzarse por adaptarse a la realidad de la imperfección humana y a comprender que, quiéranlo o no, tarde o temprano, decepcionarían a alguien... y alguien los decepcionaría a ellos. Y concluyó con una frase que se grabó en mi memoria: "¡Todos somos decepcionantes!".
No lo decía en un sentido pesimista, sino realista. Quiso decir que tarde o temprano decepcionamos a alguien en algún sentido. Ahora, cuando alguien me decepciona, recuerdo a aquel orador y me resulta más fácil superar el impacto de un hecho decepcionante.
Por otro lado, me esfuerzo por no decepcionar a nadie ni hacer promesas que no pueda controlar ni cumplir. Ningún ser humano es todopoderoso.
Aunque John Nash tenía un tremendo potencial para resolver ecuaciones matemáticas extremadamente complicadas y se había graduado con honores, hasta el punto de ganar una beca universitaria muy importante, y con el tiempo, un Premio Nobel en Ciencias Económicas, su carácter y personalidad no le ayudaban con sus relaciones humanas. Reconocía que no le gustaba la gente, y que a la gente no le gustaba estar con él, porque tendía, según decía, a "acelerar el flujo de información siendo directo... con resultados no muy agradables".
En otras palabras, era tan directo al decir lo que pensaba que nadie soportaba estar con él. No entendían que solo estaba diciendo lo que había en su mente y corazón. Lamentablemente, pensar en voz alta no es lo que quieren que hagas los que no toleran que les digan la verdad.
Hasta Jesús de Nazareth dijo una vez: "Aún tengo mucho que explicarles, pero no lo pueden soportar ahora". Estaba consciente de que, si les decía todo de una vez, no lo entenderían, ni mucho menos lo asimilarían, es decir, no les sería de ningún provecho.
¿Eres amigable?
No hay vuelta que darle: Para ganar amigos es necesario ser amigables y procurar no decepcionar a las personas. Por lo común, el concepto de ganar algo se relaciona con la obtención de un beneficio o ventaja, con el triunfo o la prosperidad, con las felicitaciones o alabanzas, con el reconocimiento o los aplausos. Entre otras cosas, para muchos significa sacar un provecho, conquistar o aventajar a sus compañeros de clase o de trabajo, superarse y ascender por lo que consideran la escalera del éxito. Solo que nada de eso puede conseguirse sin amigos.
Una de las primeras habilidades que a todos nos conviene adquirir es la de aprender a ganar y conservar amigos, los frutos de lo cual vendrán como consecuencia natural de mejorar nuestro patrón de actitudes.
Una actitud es la manifestación o expresión de un estado de ánimo en particular, y algunos creen que modificando una actitud se puede aprender a ganar amigos. Pero más que hacer ajustes en una actitud en particular, la verdadera cuestión consiste en trabaj ar en el patrón de actitudes.
Un patrón (en inglés, "standard") es un modelo o sistema a partir del cual se produce todo lo demás, ya sean productos, servicios, objetos, ideas o actitudes. Por ejemplo, si "soy una persona amargada", todas mis actitudes brotarán a partir del modelo o standard que me he acostumbrado a cultivar, y mi tendencia en casi toda ocasión será reaccionar con fastidio ante los estímulos de los demás: Que "Fulano hizo esto mal", que "nadie hace lo que le pido", que "todos llegan tarde", que "todo huele mal", que "todo sabe mal", que "todo suena mal".
Y eso lleva a una conclusión: "Para que todo huela bien, sepa bien y suene bien, solo me queda UNA opción: ¡Tengo que hacerlo yo, con mi estilo, con mi punto de vista, con mi mimi y mi yoyo". en otras palabras, una erupción de egotismo. No sería raro que el siguiente paso fuese concluir que "todos son unos convenidos, hipócritas, tarados y estúpidos".
En otras palabras, si ese fuera el caso, las actitudes se teñirían de amargura, uno se encerraría en su cúpula y no dejaría entrar a nadie, para después quejarse de que se quedó solo.
Recuerdo a un amigo que un día salió a jugar con su nueva pelota cuando era niño. Cuando el vecino, de su edad, comenzó a darle patadas, se molestó, corrió a quitársela y no volvió a permitirle tocarla. Entonces, cuando el amiguito se fue, se puso a llorar porque no tenía con quién jugar. Muchos adultos con así. "Aquí todos hacen lo que yo digo o se van". Y cuando algunos se van, llaman a otros y los capacitan, y el ciclo se vuelve interminable. El típico jefe que eternamente recicla personal ineficiente. Refunfuña en su sillón, refunfuña en el ascensor, refunfuña en su automóvil, refunfuña en su cama, refunfuña en la ducha, refunfuña contra todo el mundo, pero el día que todos se ponen de acuerdo y renuncian juntos, llora en silencio que regresen.
A menos que uno modifique el patrón, de nada sirve que mejore una de sus actitudes, por ejemplo, mostrándose amable en un momento dado, porque en otros momentos seguirá produciendo la horribles vibraciones que lo alejan de los demás y le impiden formar vínculos afectivos reales (semejante al que tiene tanta plata, belleza o poder que ya no sabe quién es sincero, porque adula a todos, y en consecuencia, todos lo adulan).
"Pero yo soy así y siempre he sido así. No puedo cambiar"
¿"No puedo", o "no quiero"? Para empezar, decir con firmeza que "uno es así" indica, precisamente, que tiene un patrón o standard claramente definido. Si este es destructivo, sus actitudes también serán destructivas, porque son un reflejo de su mentalidad; y si es constructivo, serán constructivas.
Por eso se dice que "la persona negativa es tercamente negativa, y la persona positiva es tercamente positiva". Porque todos tendemos a reforzar el patrón y dar nuestra aprobación a quienes están de acuerdo con nosotros, rechazando a los que no sintonizan nuestra frecuencia modulada.
No está mal que uno sea así, que siempre haya sido así y que no quiera cambiar si su patrón ha sido constructivo, o sea, si ha producido buenas asociaciones y ha hecho feliz a las personas. Pero si se percata de que solo ha dado golpes contra el piso del bote que, precisamente, puede llevarlo a la playa, es tiempo de cambiar de patrón. No hay ningún mérito en envejecer aislado por mal carácter.
Por eso, no pienses en función de cambiar todo de golpe, sino de hacer modificaciones aquí y allá, poco a poco, de modo que con el tiempo el patrón se incline en una dirección más edificante. ¿Alguna vez te atreviste a preguntar a otra persona cómo cree que te ven los demás, qué reputación tienes? Y si algún día lo hiciste, ¿lo hiciste últimamente? Por supuesto, pregúntaselo a una persona segura de sí misma e inteligente, que sepa enfocar la respuesta lo más objetivamente posible, no a alguien a quien pudieras intimidar, porque por temor a una reacción hostil de tu parte no te diría la verdad. ¿Te atreverías a tragarte el orgullo y callar si la respuesta es terrible o impacta en tu ego? ("Espejito, espejito, dime ¿quién es la más bonita del reino?").
Por otro lado, no me malinterpretes. Lo anterior no significa que si estás al frente de un proyecto o de una compañía, y tus obras han demostrado que hiciste un buen trabajo, aún mejor que todos tus antecesores o competidores, necesites modificar tu patrón. Solo quiero decir que no faltarán a tu alrededor personas descontentas, envidiosas, prejuiciosas o hasta malintencionadas . No porque atraigas el mal, como un imán, sino porque no podrás evitar que por sus propios traumas vean en ti un chivo expiatorio que sirva de pretexto para dar rienda suelta a sus berrinches y quejas. No es porque tú necesariamente estés dirigiendo mal la compañía o el proyecto, sino porque ellas necesitan desfogar sus propias frustraciones y tal vez buscan una excusa para justificar su mala actitud.
¿Cómo están las estacas de tu carpa?
Imagina las estacas de una carpa. ¿Cómo las cambiarías todas sin que la carpa se cayera? ¡Correcto! Una por una. Lo mismo puede hacerse con los aspectos desagradables de la personalidad. Uno no tiene que dejarse llevar por la creencia de que "tiene que ser como es" solo "porque siempre fue como fue".
La inteligencia nos enseña que uno puede progresar. No es imposible modificar un patrón de actitudes si uno tiene un verdadero deseo de mejorar, improvisar y probar comportamientos más constructivos de los que siempre ha desplegado. Pero ha de hacerlo poco a poco, con pequeños ajustes aquí y allá, consistentemente, permanentemente.
Tal como un edificio, una casa o un automóvil requiere mantenimiento para deteriorarse pronto, la personalidad también requiere mantenimiento. Y un indicio de deterioro es cuando tomas conciencia de que tienes pocos amigos, o ninguno. Por eso, una pregunta clave sería: "¿Quieres tener más amigos?".
Si tu respuesta es "no", no tienes de qué preocuparte. Simplemente disfruta tu soledad. Eso no es necesariamente incorrecto. Uno puede disfrutar de la vida con pocos amigos. Pero si la respuesta es "sí", porque la soledad no te hace ninguna gracia, entonces, tienes que darle mantenimiento a tu personalidad mediante mirarte en el espejo de la consulta y hacer pequeños ajustes aquí y allá, como una cirugía estética del alma.
¿Por dónde empezar?
Te será más fácil ganar amigos si aprendes algunos principios que rigen las relaciones humanas. Te automotivarás positivamente y comenzarás a hablar con más entusiasmo. Si los cumples, tendrás todos los amigos que desees, y si los violas, los perderás, porque la amistad verdadera se edifica sobre cimientos que soportan los terremotos emocionales.
Cuando pierdes un amigo, en realidad lo pierdes todo, porque en su huida quedan grabadas, como si fuera sobre piedra, tus propias malas actitudes que lo pusieron en fuga.
Por ejemplo, algunas personas cuya vida fue sacudida por demasiadas experiencias negativas o algún hecho insólito, pudieran desarrollar algo así como un reflector de la crítica de los demás, defensivamente, para protegerse. Pero, lamentablemente, algunos lo usan para darse a sí mismos licencia para aprovechar toda oportunidad de criticar, en cambio, duramente a los demás. Si les preguntas "¿qué opinas de mí?", tal vez te digan cosas buenas, o probablemente iluminen tu camino diciéndote qué te falta, qué es lo que estás haciendo mal, lo que te está dificultando ganar amigos, y pongan el énfasis en lo poco que te esfuerzas por ser amigable. Probablemente no destaquen tu mejor ángulo, es decir, lo que hiciste bien, pero podrías usarlo para revisar tu desarrollo, tus enfoques, tus expresiones, tus metas y tus métodos para alcanzarlas.
Claro que lo anterior de ninguna manera debe interpretarse como un "agradar a los demás sin importar las consecuencias". No es un secreto que gran parte de la humanidad ha convertido el mundo en un lugar muy peligroso donde vivir.
Muchos procuran hacer amigos solo para aprovecharse de ellos más tarde. A veces la desconfianza está justificada cuando alguien nos da claras evidencias de querer sacar provecho egoísta de una relación. Buscar la aprobación de los demás puede ser muy peligroso si "los demás" no son personas que procuran tu bienestar. Pero no es así en la mayoría de los casos.
Por ejemplo, la común "prueba de amor" que los enamorados a veces piden no es otra cosa que un cerrado egoísmo disfrazado de ternura y codicia sexual recubierta de falso cariño que captura a los incautos. Cuando se les niega el pedido, seguramente pasarán a la siguiente etapa, la de recriminar y ofender, o sentirse ofendidos, manipular y hasta procurar obtenerlo por la fuerza. Es cuando la agresividad negativa y el egoísmo quedan al descubierto. Eso no es amor en ningún lugar del universo.
Por eso, ¿por qué no preguntar a alguien: "¿qué opinas de mí?". Procura abordar a alguien de confianza, pero que tenga la reputación de ser una persona que se atreve a decir la verdad, por cruda que sea. De lo contrario solo seguirías engañándote.
Las palabras que menos se usan en Internet
En los pasados años muchas personas me han solicitado información a través de Oratorian, de las cuales algunas raras veces dicen frases como "hola", "por favor" o "gracias". Y si las dicen, no añaden nada motivador ni estimulante. Simplemente piden lo que quieren (y no pocas veces lo exigen), y su orientación pareciera ser: "Me merezco todo y no tengo por qué agradecerle nada a nadie" o "En Internet todo debería ser gratis".
Cuando uno es exigente y poco generoso, y el estímulo, la alabanza o las felicitaciones rara vez brotan de sus labios, demuestra que solo le importan sus propios intereses ("Si no tienes algo de lo cual pueda sacar provecho, no veo razón alguna para relacionarnos").
Muchos sitios de Internet que ofrecen productos y servicios gratis los han acostumbrado a esperarlo todo sin dar nada a cambio, ni siquiera las "gracias". No reflexionan en todo el esfuerzo ni en la inversión de tiempo y dinero que hubo tras una sola página de información.
En cierta ocasión, un mensaje me hizo mucha gracia. Decía, a secas: "Mándenme todos los ejemplos de discursos que puedan", y terminaba escuetamente con una dirección de e-mail. ¡Qué te parece? Es como ingresar a una tienda y ordenarle al gerente que envíe a tu casa todos los productos y retirarte sin darle ninguna explicación ni decirle "gracias". ¡El paraíso! ¿Crees que funcionará? Noup. Con mayor razón, las relaciones humanas exigen algo más.
No puedes esperar la amistad de nadie si no demuestras las cualidades de un buen amigo. Si tu actitud es "Si no tienes algo de lo cual pudiera sacarte provecho, no veo razón alguna para relacionarnos", o cuando te preguntan "¿Cómo estás?", respondes con sarcasmos que dan a entender: "A ti qué te importa". No estás mostrando la bondad que es esencial para cimentar una amistad sincera y duradera. Cualquier amigo que hubieras tenido sobre esa base, tarde o temprano terminará huyendo de ti. Ya no te preguntará: "¿Cómo estás?".
Si a una persona poco amistosa se le diera la oportunidad de ofrecer una opinión de manera anónima, ¿qué crees que diría? Sin duda, sus comentarios reflejarían una actitud muy exigente, seguramente parecería poco comprensiva, escasamente respetuosa y poco razonable, porque su patrón de actitudes no tendería a mostrar consideración por los demás, de modo que sería de esperar que todas sus demás actitudes estuvieran teñidas de emociones similares.
Por ejemplo, todas las secciones de Oratorian están interconectadas convenientemente. Ninguno de sus artículos es copia o plagio de contenidos ajenos. Todos son especialmente redactados para sus lectores; algunas páginas contienen decenas de archivos cargados de información de valor práctico; y un solo archivo pudiera contener hasta varias decenas de artículos relacionados con la oratoria, la motivación, las relaciones humanas y/o la técnica de ventas. Pero nunca falta alguien que escribe quejándose porque no encontró lo que buscaba, o porque lo que buscaba no se lo dieron gratis. ¡Como si ya hubiera leído todo, o como si tuviéramos todos los conocimientos! No puede menos que causarnos gracia.
Por eso, la próxima vez que oigas a personas quejándose, diciendo que "la confianza se ha devaluado", que "nadie puede guardar un secreto", que "todos son unos chismosos y traicioneros", o que el mundo no es digno de ellos, no te desanimes. Seguramente estás frente a alguien que está sufriendo bajo el peso de un patrón de actitudes que no supo modificar a tiempo, que cree en eso de "así soy yo, siempre he sido así y nunca voy a cambiar". ¡Misma roca!
Cómo te ayuda Oratorian
En Oratorian hallarás principios y consejos prácticos para hablar en público, y lo que funciona para el arte de hablar, también puede darte excelentes resultados a nivel personal. Porque si desarrollas la habilidad para caer bien a un auditorio, seguramente te servirá para tratar a la mayoría de los individuos que lo conforman.
Recuerda: Para tener amigos, tienes que estimular, motivar y felicitar a las personas por el esfuerzo que hacen, por pequeño o insignificante que parezca, y usar a menudo frases de tipo "por favor" o "gracias", expresando valoración por su contribución; no criticarlas, desmotivarlas o condenarlas por no ser como tú. Porque si tomas en cuenta las limitaciones de los demás y las encomias sinceramente por lo bueno que hacen, en vez de quejarte por lo que no pudieron hacer, aprenderás a aplicar la cualidades para ganar amigos y sobrevivir a las crisis.
Un día, mi hija, de unos 7 años de edad, exclamó: "¡Ya no los soporto!", refiriéndose a que papá y mamá no eran como ella esperaba que fueran. Tal vez le pareció que éramos muy exigentes, o quizás no le gustaba que le impusiéramos ciertas restricciones. Entonces, la llamé y le dije: "Hey, jovencita, venga aquí, por favor. ¡Ese es un buen punto! Pero ¿sabe usted por qué tiene que soportarnos a su madre y a su padre? ¿Sabe por qué usted tiene que soportarnos?". Ella dijo: "No". Y añadí: "Por la misma razón por la que nosotros tenemos que soportarla a usted, ¿entendido?". Y dijo: "Sí". Nunca más nos habló con falta de respeto. Entendió que así como nosotros a veces nos poníamos pesados, desde su punto de vista, ella se ponía pesada desde el nuestro. Fin de la lección 1 acerca de la tolerancia.
Ser exigente e inflexible te aísla de los demás
Ser exigente e inflexible te aísla de los demás y te vuelve una persona huraña, deteriora tu corazón figurativo y te vuelve una persona poco misericordiosa, incomprensiva y desconsiderada. Lo que es peor, aunque no lo creas, ni Dios querrá tu amistad. ¿No dijo Él en algún lugar de la Escritura: "El que no tiene misericordia, no recibirá misericordia", y en otro: "Con la medida que mides, se te medirá en cambio".
En otras palabras, recibes lo que estás dispuesto a dar. Si una persona es mezquina en su cariño, sin duda se hundirá en una profunda, larga y extenuante soledad, sin nadie que le pregunte: "¿Cómo estás?" ni le diga: "¡Qué gusto de verte!". Porque a nadie le importará cómo está ni le dará gusto verla. Es una ley natural de la vida. Se cosecha lo que se siembra. Lo que te sucede hoy, lo sembraste hace mucho tiempo atrás; y si quieres tener amigos, tienes que sembrar hoy para cosechar mañana. De hecho, la regla de oro nos enseña que no deberíamos pedir ni exigir a los demás lo que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar. En otras palabras, "uno no debería esperar recibir nada que no esté dispuesto a dar primero".
Eso significa: Si quieres que te entiendan, esfuérzate por entender a los demás; si quieres que te amen, esfuérzate por amar a los demás; si quieres que te ayuden, esfuérzate por ayudar a los demás; si quieres que te escuchen, esfuérzate por escuchar a los demás; si quieres que te saluden, esfuérzate por saludar a los demás; porque no tienes derecho a pedir nada que no estés esforzándote por dar a otros. Todo tiene una consecuencia. Si no lo haces tú. ¿por qué exiges que otro lo haga?
Si quieres ganar amigos, tienes que comenzar por ser amigable, pensar en lo bueno de las personas y cesar de exigir. Y si se cruza en tu camino una persona exigente, tenle piedad y piensa que tal vez está sufriendo porque todo le salió mal en la vida o nunca consiguió todo lo que hubiera querido tener. Si alguien te ofende por una cosa sin importancia, pásalo por alto y no te hagas problemas. Créeme que no te hará feliz iniciarle una causa judicial por difamación y calumnia.
Si te encuentras con una persona perfeccionista, ten en cuenta que seguramente está sufriendo por no haber concluido ninguno de sus proyectos; y si encuentras a alguien que siempre se queja de todo, recuerda que probablemente es de los que tienen un corazón de piedra, de los que "son así, siempre han sido así y NUNCA van a cambiar". Y no los imites. Son un pésimo modelo a seguir. "No cambiar nunca", cuando evidentemente todos necesitamos mejorar permanentemente, se contradice con el progreso, el desarrollo y el verdadero éxito. Recuerda que la personalidad requiere mantenimiento por medio de hacer pequeños ajustes aquí y allá constantemente, porque nuestra tendencia imperfecta siempre nos atrae como la fuerza de la gravedad hacia los viejos comportamientos negativos y las viejas actitudes pesimistas.
"Pero si no soy exigente, ¿cómo lograré que hagan su trabajo?", tal vez digas. Pero no me refiero a evitar esa clase de exigencia, sino a la intolerante que no tiene en cuenta ninguna misericordia. Es lógico que deba exigirse a todos el cumplimiento de los objetivos y las responsabilidades, pero contemplando siempre un grado de flexibilidad que promueva las relaciones humanas, no que derribe a las personas.
"Una linda relación de años puede venirse abajo en un par de minutos"
No lo olvides: Para tener amigos tienes que comenzar por ser amigable y apreciar el esfuerzo de los demás, mostrarles comprensión más bien que una exigencia intolerante. Interésate sinceramente en sus necesidades, sé una persona generosa, y sobre todo, respeta su derecho a la privacidad y a la intimidad. Porque la amistad es un puente que conecta a la gente entre sí, y como todo puente, para no derrumbarse con el soplido de los vientos de la adversidad ni con las vibraciones de una crisis emocional, necesita mantenimiento. Sobre todo, reflexiona sinceramente en el efecto que causan tus palabras, acciones y actitudes, y recuerda que siempre es más recomendable formar relaciones sinceras cada a cara, no escondiéndote tras una máscara, un monitor de computadora o perfil falso.
Libro recomendado: EL EFECTO, de Sonia González A.
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