Éxito y aprobación

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El éxito se define como el resultado satisfactorio de un negocio o de una actuación, generalmente por conseguir algo o alcanzar una meta. Y una aprobación es el reconocimiento, alabanza o aplauso que se obtiene por un desempeño eficaz.

De modo que solemos asociar el éxito y la aprobación con el aplauso y la alabanza de los demás.

Pero los delincuentes también se felicitan entre sí, igualmente los que ganan una guerra o batalla a costa de la muerte de cantidades innumerables de inocentes. Y el mundo aplaude proezas deportivas increíbles, a pesar de que en su consecución se puso en riesgo la vida y la salud.

Por eso viene al caso la pregunta: "¿La aprobación de quién buscas? ¿La felicitaciones de quién te motivan? ¿Realmente estás esforzándote por agradar a quien merece que pongas en riesgo tu vida?".

Alabamos a quien reconocemos como un héroe por ofrecer, dar o exponer su vida por los demás. Pero si su causa no aprobada por la mayoría, lo llamamos fanático, extremista o desadaptado social.

Aprobamos y desaprobamos a los niños si se conforman a nuestros deseos y expectativas. Pero ¿nos hemos puesto a pensar que también hay niños sometidos a esclavitud que son felicitados por sus amos cuando se esfuerzan más de lo normal por obtener su plato de comida? ¿Merecen acaso sus esclavizadores algún reconocimiento que los convierta en héroes?

Todas las estructuras de la sociedad se construyen, mantienen, modifican o desmoronan de acuerdo a diferentes y muy creativos sistemas de aprobación, determinados según escalas de valores tradicionales, culturales, religiosas, políticas, comerciales o de otra índole, muchas de ellas por el capricho de unos cuantos que ni siquiera han sopesado el increíble esfuerzo que se requiere para ganar.

Por lo tanto, desde temprano en la vida la gente en todas partes, hasta en las tribus más remotas de la Tierra, crece condicionada a buscar la aprobación de alguien que fija ciertas reglas y objetivos. Si obedecen, se considera que se puede confiar en ellos; y si alcanzan los objetivos, se les considera exitosos.

Por ejemplo, según los que imponen los valores y las reglas, si se alcanza cierta meta pasando por alto las reglas, la persona queda desaprobada o tal vez hasta se le imponga una pena o se le niegue reconocimiento alguno, como cuando se consigue una evidencia pasando por alto una ley que regula el debido proceso. Se la considerará inadmisible en un juicio.

¿Y no aprenden los niños a procurar la aprobación de una máquina cuando participan en juegos que les asignan puntos cuando dan en el blanco? Aunque realmente están compitiendo contra sí mismos, quieren seguir acumulando puntos tan desesperadamente que son capaces de vender sus tennis para seguir jugando.

Con el auge de los juegos por Internet, las clínicas psiquiátricas se han llenado de dinero tratando pacientes adictos a los juegos por computadora. Se ha vuelto un negocio muy lucrativo.

Pero, ¿quién fija las metas? ¿La aprobación de quién busca la gente?

Las personas abrigan puntos de vista diferentes acerca del 'éxito' y el 'fracaso'. Mientras que para unas tal vez consista en acumular dinero, para otras pudiera estribar en ganarse la confianza de cierto sector de la población; para otras tal vez sea vencer una penosa enfermedad mortal, y para otras, terminar una carrera, tener un hijo, viajar de vacaciones a un país lejano o descubrir una fórmula secreta para bajar de peso.

Para alguien que solo quiere acumular dinero, puede parecerle un fracaso que otros solo piensen en tener un hijo o en descubrir una fórmula para bajar de peso; y para alguien que solo desee sanar de una enfermedad mortal, puede sonarle ridículo el que alguien solo piense en acumular dinero, viajar se vacaciones o terminar una carrera.

El éxito y el fracaso no solo dependen por tanto de los objetivos, sino de los arquetipos y paradigmas, así como de la perspectiva, enfoque o capricho de aquellos a quienes se concede el poder para aprobar o desaprobar los objetivos, los arquetipos, paradigmas y métodos para alcanzarlos. ¡Nos ponemos en manos de un grupito que aplaude o condena! ¿Tiene eso sentido?

Para alguien que solo quiere acumular dinero le tiene sin cuidado la opinión de quienes solo piensan en tener un hijo o en descubrir una fórmula para bajar de peso; y para alguien que quiere sanar de una enfermedad mortal, le tiene sin cuidado lo que piensen o digan los que solo viven para acumular dinero, viajar se vacaciones o terminar una carrera. Por la misma razón, la crítica (constructiva o destructiva) afecta más a los que buscan la aprobación de quienes fijan sus objetivos o trazan los métodos para alcanzarlos.

Cierto joven se quejaba de que en su centro de trabajo sus compañeros solo hablaban de sexo y de sus supuestas conquistas amorosas, a la vez que siempre estaban menospreciándolo por no ir con ellos a sus fiestas cargadas de exceso, borrachera y descontrol. Un día él les dijo: "Tomen nota del día que es hoy [...] dentro de 10 años nos reuniremos en este mismo restaurante, en este mismo día, y vamos a comparar nuestras vidas, cómo terminaron ustedes y cómo terminé yo".  Fue suficiente para dejaran de fastidiarlo.

Si tu motivación resulta de saber que estás haciendo lo que es correcto, porque tus valores morales son más elevados que los de ellos, ¿te interesaría la aprobación de quienes te ofrecen como incentivo un montón de dinero a cambio de cooperar con un proyecto para estafar a alguien? Esa aprobación o desaprobación no está en tu escala de valores. En otras palabras, no te interesa, y por tanto, no puede motivarte ni desmotivarte. ¡Es basura disfrazada de comida! ¿Quién se arriesgaría a pasar el resto de su vida en la cárcel solo por agradar a alguien que le lanzó un reto o le prometió un aplauso? ¿Tiene algún sentido?

Pero si tu motivación depende de la aprobación o desaprobación de quienes buscan tu bienestar, porque tu escala de valores es como la de ellas, te interesará mucho agradarles, y por tanto, te desmotivaría su rechazo. Tus valores morales, determinados por ellas, te impulsarán a buscar su aprobación e implicarte en cualquier proyecto, aunque a la larga te resulte perjudicial. Porque tu motivación ha dependido de su sonrisa de aprobación. Porque ellos procuraron tu bienestar, no tu perdición.

Por ejemplo, quizás te dolió que tus padres insistieran tan tercamente en que estudiaras a fin de poder mantenerte y pagar tus gastos. Pero cuando aprendes a pagar tus gastos y ellos fallecen, miras a los ojos de tus hijos y se los agradeces con todo el corazón, con lágrimas en los ojos.

Así es como funcionan todos los grupos humanos. Si no te amoldas, ¡estás despedido! No importa si promueven el bien o el mal, te descartan de sus vidas. 

Por eso, si ciertas personas u organizaciones son importantes en tu vida, estarás muy pendiente de sus opiniones y críticas; y si carecen de importancia, no te afectará.

La influencia y el poder que dichas entidades ejercen sobre ti dependen de lo mucho o poco que te importe su opinión, o de tu fuerza o debilidad, competencia o incompetencia para entender cómo funciona el poder y la influencia de los demás.

Por ejemplo, probablemente la palabra que menos se usa en Internet es "por favor" y "gracias", porque la  mayoría de la gente se ha acostumbrado a sacar provecho de las páginas web sin dar las gracias ni comprar los productos. Por un lado, es cierto que si uno no quiere un producto, no tiene por qué comprarlo, pero por otro, tal vez se haya beneficiado grandemente de la información que pudo obtener gratis.

No compró el producto, pero tampoco expresó su agradecimiento de manera alguna por el beneficio recibido (aunque es cierto que hay páginas que no dan opción a decir gracias porque no tienen un sistema de respuesta).

Si los propietarios de cierta página dependieran del agradecimiento de sus lectores para sentirse bien, estarían fritos, porque no es común que un navegante de Internet se tome la molestia de escribir para decir "gracias". Simplemente obtiene el beneficio y punto. Se tiene en poco el esfuerzo que tomó hacerla. Sobre todo los niños aprenden a darlo todo por sentado, como si los demás les debieran todo. No aprenden a expresar agradecimiento de ninguna manera.

¿Es tu éxito, o el de alguna otra persona?

Si fijas tus propios objetivos y te exiges tu mayor esfuerzo y los alcanzas, el éxito será tuyo, porque si fijas tus objetivos y fracasas, es tu responsabilidad. Puedes aprobarte o desaprobarte a ti mismo, o exigirte al máximo, o 'procrastinar' todo el día sin ninguna intención de hacer nada al respecto. Pero si otra persona fija tus objetivos y los alcanzas, el éxito será de ella y ella te dará su aprobación (premios, felicitaciones, alabanzas, reconocimientos), y si fracasas, te criticará, rechazará, maldecirá o despedirá. Te hacen a un lado y punto. La vida continúa. No se harán problemas contigo.

En los Estados Unidos ocurrió que cierto desempleado invirtió una gran suma de dinero acondicionando un tanque de guerra en un granero de su propiedad. Cuando lo terminó, fue a la ciudad y destruyó la casa del Alcalde, luego el cuartel de policía, suicidándose después de haber destrozado otros negocios. ¿Por qué? Porque lo despidieron. Así de simple.

Una persona resentida o rencorosa generalmente se vuelve envidiosa e intolerante. No acepta que alguien no haga o diga lo que ella esperaba, y su desaprobación nunca es disimulada, sino todo lo contrario. Exhibe su disgusto de toda manera posible, con la expresión del rostro, con el contenido de sus palabras, por su forma de hablar, por su manera de tratar, por la postura de su cuerpo, hasta contratando a alguien para que inserte un código malicioso en la página web de quienes consideran indeseables.

Podría decir que, más que representar un simple bloqueo emocional, la intolerancia podría transformar a una persona común y corriente en una verdadera bomba de tiempo, cuyo detonante pudiera ser cualquier éxito ajeno, por pequeño que fuera.

La persona intolerante no acepta nada que no se conforme a su escala de valores ni nada que no resulte como ella quiere.

Usualmente, asume una actitud casi deportiva respecto a la desaprobación. Por ejemplo, si se trata de un maestro, pone una nota baja cuando se merece una nota alta, y se justifica criticando a sus colegas que ponen notas altas, y además tiene fama de ser una persona dura e injusta, y se regocija por ello. Pobre del que procure una felicitación de su parte. Una alabanza será lo que menos saldría de sus labios. Y ¿no nos estamos acostumbrando a oír noticias de algunos que hasta abiertamente toman un arma y acribillan a balazos a otros por considerarlos intolerantes? ¿Tiene eso algún sentido?

Ventajas y desventajas

Es cierto que resulta poco grato a tus ojos que otra persona fije tus metas, a pesar de ser una manera excelente de ayudarte a mejorar tu rendimiento. Pero el sentido de responsabilidad se convierte por ello en una fuerza irresistible que te impulsa a dar lo mejor de ti, sabiendo que hay alguien a quien tienes que rendir cuentas. En realidad, en este caso, el papel que juega la autoridad es muy importante. Al someter a presión tu desempeño, te beneficia. La búsqueda de su aprobación se convierte en un factor clave de tu propio éxito.

Eso nos muestra que no toda desaprobación es mala, ni que esté mal que otros te impongan metas o te ofrezcan incentivos poco atractivos. No es posible vivir en sociedad sin buscar la aprobación de los demás en un sentido u otro. Hay ventajas y desventajas en todo.

El problema surge cuando la desaprobación de tus figuras de autoridad se convierte en una carga pesada, difícil de sobrellevar debido a que se vuelven casi imposibles de agradar o siempre exigen más y más y más.

En cierta ocasión me esmeré como nunca para alcanzar varias metas difíciles de lograr, y lo conseguí. Trabajé como nunca y realmente me sentí satisfecho por mi esfuerzo. Cuando abordé a mi supervisor para contarle lo que había hecho, simplemente dijo: "Muy bien, pero ahora quiero que trabajes más". ¿Crees que me sentí animado a dar más? ¿Crees que consiguió que su empleado trabaje más? ¡De ninguna manera! Ocurrió todo lo contrario. Me fui a otra parte.

Cuando otros fijan tus metas (padre, maestro, jefe), el éxito o fracaso te granjeará su aprobación o desaprobación. Eso no es necesariamente malo. Te mantiene en constante actividad, te beneficias de su experiencia y capacitación, te provee un cuadro de metas progresivas y te compensa de acuerdo a una escala de premios. En realidad, te están ayudando.

No todos los gerentes son abusivos. Muchos son verdaderos fabricantes de gerentes. Pasan sus conocimientos y comparten lo que tienen. Es cierto que te someten a presión, pero un beneficio mutuo y bien remunerado.

Algunas desventajas tienen que ver con la manera como dispones de tu tiempo, tus horarios, métodos, plazos y otros asuntos personales. Envuelve sacrificios que ponen a prueba tu integridad. Lamentablemente, muchos usan tus intereses personales como gancho para que te gastes trabajando.

Por ejemplo, te estimulan a comprar una casa, un carro y a casarte y a tener hijos. Te premian con viajes y dinero para que te sientan bien. Pero con ello no podrás liberarte en mucho tiempo de la esclavitud a tu esfuerzo. No tienes tiempo para ver crecer a tus hijos ni para salir de viaje de vacaciones con tu esposa, porque estás usando todo tu dinero para pagar las mismísimas cosas con las que soñabas. Ahora te tienen en sus manos y no puedes escapar ni para arriba ni para abajo, ni para la derecha ni para la izquierda ni para adelante ni para atrás.

Cuando fijas tus propias metas y tus propios objetivos el éxito o fracaso depende enteramente de tu propia aprobación o desaprobación. Te esfuerzas a conciencia, escoges los temas de tu capacitación, te trazas un cuadro de metas progresivas y te compensas con un premio que va acuerdo a tus propios parámetros, todo lo cual, por supuesto, se basa en una motivación interior que puede ser muy constante y fuerte. Tú controlas la aprobación. No vives por el aplauso de los demás, sino por el tuyo propio y el de los tuyos.

Seguramente tendrás algunas desventajas, como ciertas debilidades y limitaciones. Por ejemplo, tal vez te exijas más de lo que realmente puedes hacer y termines cavando una tumba de frustración; o te vayas al otro extremo, de complacerte con un esfuerzo escaso, rindiendo menos de lo que podrías. Otra podría ser que no te trazaras un cuadro de metas lo suficientemente exigente. Podrías fijarte una exgeradamente generosa escala de compensación por esfuerzos muy pequeños. Y lo peor, podrías relajarte y perder el paso a cada rato.

El punto sigue siendo: ¿A quién quieres agradar?

De modo que la suma de tus éxitos y fracasos dependen enteramente del sistema de aprobación que escojas. Y la pregunta clave siempre será la misma: "¿A quién quiero agradar?"

No es incorrecto buscar la aprobación de otra(s) persona(s) o la tuya propia si tus objetivos, métodos, incentivos y resultados serán verdaderamente beneficiosos a corto, mediano y/o largo plazo. Sería más que absurdo trazar metas que a la larga solo te consigan un lugar en la cárcel, en un manicomio o en un ataúd.

Lo importante es que las metas y métodos que decidas sean del todo saludables, y que sean compatibles con ideas, sentimientos, creencias e inclinaciones dignos de encomio. Entonces verdaderamente alcanzarás el éxito, es decir, disfrutarás de la satisfacción de haber logrado excelentes resultados por tus esfuerzos.

¿A quién vas a agradar? ¿Cómo quieres terminar? ¿Cómo visualizas tu futuro? ¿En quién vas a confiar? ¿Qué es lo que verdaderamente quieres lograr? Las respuestas dependerán del sistema de aprobación que escojas y del concepto que tengas del éxito y fracaso. ¿Qué es verdaderamente el éxito para ti? ¿Qué es verdaderamente el fracaso para ti? ¿Qué clase de tierra hay en tu corazón?

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